María Muñoz (Un giro inesperado)


UN GIRO INESPERADO

 

Quise cambiar algo, se me fue de las manos, hice más daño del que quise hacer, le abrí los ojos al mundo sin cuidado, lo hice, mas no lo volvería a hacer, ¿acaso pude evitarlo?, en este inmenso mundo, hay gente de todo tipo, como dicen, “ni el bueno es tan bueno ni el malo es tan malo”, pero desde luego…yo debía de ser el peor.

 

Esta gente no merece mi presencia, soy capaz de arrancar hasta el gusto por respirar, destruyo todo lo que toco, pero ya no hay vuelta atrás, vendrán incluso peores que yo, más fuertes y más peligrosos aún, con ganas de saturar el mundo con cadáveres, amontonados, dejando atrás con su muerte inocente, lo que estaba por venir, un sentimiento de lamento, de asfixia, que inunda sus rostros llenos de lágrimas; solo les queda el recuerdo de miles de momentos junto a alguien, que no volverá, que se ha ido, y todo ello, por mi culpa.

 

Consolándome, diré que mi presencia igual puede ayudar en algo; yo no soy malo, simplemente no puedo evitarlo, y por ello me gustaría pensar que toda esa irresponsabilidad e inmadurez que os caracteriza, no se vea nunca más reflejada después de esta terrible experiencia; a veces me planteo si hay alguien que me envíe porque verdaderamente os merezcáis esta maldición, quizás un aviso para que aprendáis a valorar y cuidar tanto a las personas que queréis, como esos infinitos detalles que os hacen  felices, es importante y necesario, ya que un día me lo llevé todo por delante, sin piedad alguna, cogí y os sorprendí de mala manera; por tanto os diré que no os debéis retener ante el aprendizaje, si tanto añoráis vuestras vidas, no obréis con palabras, demostrad que sabéis como se ha de vivir, porque desde luego que desde que nací, no he visto más que personas sin pasión por la vida, con cuerpos erguidos, resumidamente, almas sin auténtica vida, tenéis que recuperar la ilusión; si lo cierto es que el destino pidió un cambio, así debe ser; aquí estoy, para lo único bueno que valgo, para hacer de los supervivientes, personas que al verlas un segundo sin ni siquiera conocerlas, te llenen por dentro la vida entera, que nunca se os olvide mi presencia, yo de vosotros no me olvidaré, siento todo el daño que causé, y sigo causando, pero no olvidéis que soy parte de vuestra actual evolución, cuando mires al pasado y me veas, piensa en todo lo mal que te sentiste, llora tus pérdidas, y nunca, nunca cometas el mimo error.

 

Laura era muy sabia. ¿Cómo podía ser tan ignorante de ponerse hasta en lugar de un virus que les había destrozado la vida a miles de personas?, Sara reflexionaba sobre ello, y después de escuchar el discurso de su amiga, mostrando una empatía sorprendente hacia el virus, como si fuese el mismo virus en primera persona contando lo que siente, Sara, alucinada y en desacuerdo, la miro fijamente y debatió.

 

Sara no podía comprender como Laura estaba tan tranquila sacándole el punto positivo a toda esta horrible situación, también es cierto que ella no sufrió de frente esta ola aplastante en su vida, no hacía falta morir, casi era peor vivir, aquí, contemplando como la gente no sólo moría por ese maldito virus, sino que gente en la calle, no tenía de que comer, se cerraron todo tipo de establecimientos, se paralizó nuestro mundo durante tres meses, y Laura quiere que piense en que la culpa la tengo yo y que encima me lo merezco, ¿no me merezco poder hacer las pequeñas cosas que me hacían sonreír?, ¿no me merezco poder respirar el aire puro sintiéndolo en mi rostro?, ¿acaso no me merezco poder contemplar la bonita sonrisa de la gente a la que más aprecio?, ¿es eso así?, lo cierto es que con mascarilla es más fácil hacer como que todo va bien, simplemente pones los ojos achinados, y la gente se queda tranquila, pero seamos sinceros Laura, recuerda tu vida anterior, recuerda todo lo que te han arrancado sin avisar y sin ningún permiso, y te diré algo Laura, sólo intenta grabar en tu memoria las caras de la gente, porque un día sin que te des cuenta, visualizarás a la gente con media cara de color azul hospital y sí, suena tan triste, tanto como estar en el propio hospital, y yo me pregunto, ¿cómo debían de sentirse los sanitarios, al ver cada día a cada segundo, gente morir y no poder evitarlo?, me imagino que con la sencilla impotencia que sentimos al contemplar que personas fallecidas, se convierten en cifras, sólo cifras, imagina que reducen la muerte de tu abuelo contando en el telediario su muerte sólo como si significase una simple cifra más añadida.

 

Y seguiré, Laura, date cuenta de que en aquellos tres meses, que ya encontramos lejanos, nos arrebataron la sensación de sorpresa, nos hundieron en una aburrida rutina que aparentemente no tenía fin, las semanas iban alargándose, y con ello, nuestras pasiones, ilusiones, y metas a las que aspirábamos, las paredes de nuestra habitación se hacían pequeñas, y sin darnos cuenta no podíamos ni dormir, pretendían simplificar por medio de pantallas la felicidad, nuestra felicidad, intentando sustituirla así por el cariño que solíamos sentir con un abrazo, sólo necesitábamos un abrazo, que curara en un instante todo el vacío que nos provocó este virus.

 

A veces me pregunto, que pensaré dentro de unos años, y qué será de mí, pero ahora mismo, a pesar de que la situación sea más agradable que esos innombrables y repugnantes meses de confinamiento, me da miedo la idea de ver una película y sentir ansiedad dentro de ti al verles juntos y sin mascarillas, Laura, te parecerá una tontería lo que acabo de decir pero piénsalo, ¿cómo hemos podido acostumbrarnos a esto?, me impresiona; y de acuerdo con Laura, Sara sentía que había cambiado, que ni un virus haciendo arder de fiebre a personas hasta quemarlas por dentro, iba a poder con ella, que ahora éramos más fuertes que nunca.

 

Porque el día que mires atrás, con las manos arrugadas, y te des cuenta de todo lo que has pasado en esta vida, comprenderás entonces, en ese preciso momento, que todo pasa con el tiempo, que todo pasa también por una razón y que absolutamente todo acaba reduciéndose a una anécdota más, y esta entre una de muchas, lo será, tomarás el té, jugarás a las cartas y te reirás de todo esto cuando menos te lo esperes, ya lo verás.

 

Comentarios