BENDITOS
RECUERDOS
Lucía vive en Madrid con
sus padres Rafael y María, su hermano Pablo y su abuelo Paco, de 82 años, el
cual tiene alzhéimer desde hace 5 años, y la enfermedad está muy desarrollada.
Lucía y Pablo le dedican
todo el tiempo que pueden a su abuelo, y ahora que es verano van a poder estar
más con él, y encima es el mundial de fútbol, y eso a Paco le encanta. Por que
a pesar de la enfermedad conserva algunos recuerdos de su juventud, como cuando
España ganó la Eurocopa en el 64.
Paco les cuenta a sus
nietos historias -de lo que se acuerda- de cuando él era futbolista. Lucía y su
abuelo están muy unidos ya que a los dos les apasiona el fútbol y se pasan las
tardes de junio hablando de lo poco que queda para el comienzo del campeonato.
Cuando Lucía se enteró de
que se abuelo tenía alzhéimer hace 5 años le afectó mucho. Se dio cuenta de que
iba a ver a su abuelo deteriorarse poco a poco, y lo peor, sin que él fuera
consciente de lo que le estaba pasando. Y así fue.
Ya hacía tres años que
Paco tenía la enfermedad, cuando un jueves por la tarde cuando Lucía y Pablo
volvían del cole y llegaron a casa, cuando fueron a saludar a su abuelo, él los
miró como extraños y no supo reconocerlos. En ese momento Lucía se dio cuenta
de que aquello solo había hecho más que empezar y que lo peor estaba por llegar.
Conforme empezaron a
pasar los años Paco tuvo varios episodios más, pero las esperanzas no eran del
todo malas, ya que no tenía muchas recaídas. El doctor le recomendó apuntar sus
recuerdos para ralentizar el proceso, ya que no hay cura.
A día de hoy a Lucía a
veces se le olvidaba la enfermedad de su abuelo, pasa tanto tiempo con él que
ya se había acostumbrado, y ahora que iba a empezar el mundial quería que su
abuelo lo disfrutase todo lo posible.
El 15 de junio, día
anterior al comienzo del campeonato, a Paco le dio un ataque y se lo tuvieron
que llevar en ambulancia, por lo que se perdió todos los partidos de la fase de
grupos. Pero estaba al día de los resultados ya que Lucía le contaba cada
partido sin saltarse ningún detalle.
Paco ya llevaba una
semana en el hospital y aunque los médicos eran optimistas, Lucía sentía que a
su abuelo no le quedaba mucho, entonces recordó lo que un día le dijo, “quiero
que España gane el mundial, y estar contigo para verlo”.
En la habitación del
hospital no había tele, así que Paco no podía ver los partidos, o eso era lo
que el pensaba. Al día siguiente se jugaban los octavos de final,
España-Portugal, y Paco esperaba a que el partido terminara para recibir la
llamada de su nieta y que le contara el partido, pero no fue así.
Llamaron a la puerta de
habitación y apareció Lucía con una gran sonrisa, “bueno pues vamos a ver el
partido”, le había llevado el ordenador a su abuelo para que lo pudiera ver.
Paco estaba tan contento que el partido se le hizo muy corto y no se enterró de
que España había ganado y pasaban a la siguiente ronda.
Lucía llamaba a su abuelo
todos los días, y los días de partido iba al hospital para verlos con él.
Pasaban un rato estupendo juntos, pero Lucía notaba que se abuelo empeoraba con
el paso de los días, y eso la mataba por dentro. Lo bueno era que al menos Paco
no perdía la sonrisa nunca, y encima España había llegado a la final del
mundial, aunque Lucía se lo tenía que recordar siempre que le llamaba, así que
estaba muy contento.
El 11 de julio, día de la
final, que se jugaba por la tarde, Lucía fue con sus padres y Pablo a comer con
su abuelo al hospital por sorpresa, y se quedaban hasta que acabara el partido.
Paco estaba muy nervioso, y estuvo hablando con Lucía de lo que podía pasar.
El partido fue muy
bonito, de idas y venidas y de ocasiones para los dos equipos, pero no se
resolvió en el tiempo reglamentario, por lo que habría prórroga, o incluso
penaltis, que a Paco no le gustaban nada, “es como la lotería” decía.
Se acercaba el final del
partido y el marcador no se había movido desde el inicio, cuando en el minuto
116 Iniesta marcó el gol que llevaba a España a la gloria, el gol de Iniesta,
el gol de todos. Lucía y Paco gritaron y saltaron de alegría se abrazaron, no
podían expresar ese sentimiento de alegría inmensa.
Al día siguiente Lucía
seguía con la alegría del anterior y llamó a Paco para ver si a él le pasaba lo
mismo, pero nadie le cogió el teléfono, fue a preguntarle a sus padres si
sabían algo, pero ellos no estaban en casa, le preguntó a Pablo, que tampoco
sabía nada. Encontraron una nota en la cocina que decía “estamos con vuestro
abuelo, enseguida volvemos”.
Lucía y Pablo esperaron
toda la mañana, hasta que se abrió la puerta y vieron a sus padres con mala
cara y signos de haber llorado. En ese momento Lucía supo que se había acabado
todo, ya no volvería a ver a su abuelo, pero le consolaba que Paco se había ido
en paz y con su deseo, de haber visto el mundial con ella, cumplido.
Lucía dejó de leer. Y le
explicó a su nieto Paco, por qué se había doctorado en Medicina, y especializado
en el tratamiento del alzhéimer.
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