ESPERANZA
Me enteré hace
relativamente poco. Puede que para vosotros la palabra poco signifique quince
días o un mes, pero para mí supongo que poco son dos años. Sabía que estaba
enferma y que la cosa cada vez se complicaba más. Pero dentro de mí siempre
hubo un atisbo de esperanza. Esperanza en que se recuperara, en que siguiera
adelante.
No fue así.
Ella murió.
Tras una larga batalla, murió. La enfermedad había podido con ella.
Cuando me
dijeron la noticia no supe cómo reaccionar. Ella había sido mi profesora, la de
mis hermanos, una de las primeras personas que me dio un chute de energía y
confianza.
Había sido una luchadora, pero a veces las batallas no se pueden ganar por
mucho que lo intentes. Pero al asimilar la noticia pensé en todas las personas
que sí han ganado la batalla y me siento afortunada por tenerlas en mi vida;
porque a veces la vida es injusta, nos arrebata a personas a las que tenemos
cariño sin ni si quiera darnos la oportunidad de despedirnos de ellas y
decirles todo aquello que nos hubiera gustado decirles en vida.
Después de ese
pensamiento me di cuenta de algo. No había llorado o por lo menos no como me
hubiera gustado. La echaría de menos, pero al traerla a mi mente no pensaba en
su muerte, sino en sus clases, en sus muestras de cariño, en cada una de las
sonrisas que nos regaló a pesar de su situación.
Es curioso
pensar como una persona a la que no conocía en profundidad haya hecho tanta
mella en mí, pero cuando hace dos años me enteré de su historia, la sentí como
si fuera una bofetada de la realidad. Todos pensamos que la enfermedad nunca
nos tocará de manera directa o indirecta, pero cuando lo hace, nos hace valorar
más lo que tenemos.
Esto me hizo
replantearme muchas cosas. Me he dado cuenta que la vida a veces nos trae
sorpresas que no queremos, pero que tenemos que afrontarlas, y la mejor manera
de hacerlo es luchando. Siempre hay que luchar, aunque la batalla pinte fea o
empieces en desventaja. Nunca dejes de luchar, ella no lo hizo, ¿por qué?
Porque la esperanza es lo último que se pierde.
Gracias, gracias
por haberme ayudado a ser la chica que soy hoy en día, siempre serás un ejemplo
para mí.
Con cariño,
Tu alumna que nunca perdió la esperanza.
Pilar Romo
Málaga, nº 28, 4ºE
28/12/2020
2ª Evaluación
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