Pilar Romo Málaga (Esperanza)


ESPERANZA

 

Me enteré hace relativamente poco. Puede que para vosotros la palabra poco signifique quince días o un mes, pero para mí supongo que poco son dos años. Sabía que estaba enferma y que la cosa cada vez se complicaba más. Pero dentro de mí siempre hubo un atisbo de esperanza. Esperanza en que se recuperara, en que siguiera adelante.

 

No fue así.

 

Ella murió. Tras una larga batalla, murió. La enfermedad había podido con ella.

 

Cuando me dijeron la noticia no supe cómo reaccionar. Ella había sido mi profesora, la de mis hermanos, una de las primeras personas que me dio un chute de energía y confianza.


Había sido una luchadora, pero a veces las batallas no se pueden ganar por mucho que lo intentes. Pero al asimilar la noticia pensé en todas las personas que sí han ganado la batalla y me siento afortunada por tenerlas en mi vida; porque a veces la vida es injusta, nos arrebata a personas a las que tenemos cariño sin ni si quiera darnos la oportunidad de despedirnos de ellas y decirles todo aquello que nos hubiera gustado decirles en vida.

 

Después de ese pensamiento me di cuenta de algo. No había llorado o por lo menos no como me hubiera gustado. La echaría de menos, pero al traerla a mi mente no pensaba en su muerte, sino en sus clases, en sus muestras de cariño, en cada una de las sonrisas que nos regaló a pesar de su situación.

 

Es curioso pensar como una persona a la que no conocía en profundidad haya hecho tanta mella en mí, pero cuando hace dos años me enteré de su historia, la sentí como si fuera una bofetada de la realidad. Todos pensamos que la enfermedad nunca nos tocará de manera directa o indirecta, pero cuando lo hace, nos hace valorar más lo que tenemos.

 

Esto me hizo replantearme muchas cosas. Me he dado cuenta que la vida a veces nos trae sorpresas que no queremos, pero que tenemos que afrontarlas, y la mejor manera de hacerlo es luchando. Siempre hay que luchar, aunque la batalla pinte fea o empieces en desventaja. Nunca dejes de luchar, ella no lo hizo, ¿por qué? Porque la esperanza es lo último que se pierde.

Gracias, gracias por haberme ayudado a ser la chica que soy hoy en día, siempre serás un ejemplo para mí.

 

Con cariño,

Tu alumna que nunca perdió la esperanza.


Pilar Romo Málaga, nº 28, 4ºE

28/12/2020

2ª Evaluación

 

 

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