LUCAS Y DANIEL, DOS POLOS OPUESTOS
Érase
una vez, en un lugar del cielo donde
ningún humano podía entrar, vivíamos mi
hermano y yo. Os preguntaréis que hacíamos allí, pero ni nosotros mismos lo
sabíamos.
Mis
padres habían vivido una vida muy corta, tan corta que nunca les pusimos cara pero nos dejaron el poder de
controlar el mundo.
Se
me ha olvidado presentarme, yo soy Daniel el que intenta solucionar todos los problemas que ocasiona mi hermano
Lucas, el travieso.
Todo
empezó hace un año en Wuhan, China. Me estaba peleando con mi hermano cuando
toda su ira la lanzó hacia Wuhan, originando el famoso virus que todo el mundo conoce como Covid-19. Tras muchos
contagios y fallecimientos, para intentar solventar un poco todos los casos que
había, decidí cerrar los colegios a finales de febrero, teniendo en cuenta todos los daños que causaría a los
estudiantes, pero no tuve otra elección.
Más adelante la cosa se fue complicando debido
a la irresponsabilidad de gente joven
haciendo botellones, la gente no
tan joven haciendo fiestas en sus casas
o simplemente todos los que
llevaban mal puesta la mascarilla o
incluso no la llevaban.
Para concienciar a la gente de lo importante
que era el virus, decidí confinar a la población, ya que por si solos no se
estaban dando cuenta.
Aunque
el confinamiento fue duro para la economía del país, sirvió para unir a la
gente, que a las ocho de la noche, salían
a los balcones a aplaudir a los sanitarios, todas esas personas que sacrifican
su salud y su tiempo por atendernos. A su vez sirvió para unir a las familias,
aunque hubiese algunos que otros conflictos.
Esto
duró unos meses hasta que les dejé salir un par de horas diarias para que les diese el sol y tomasen el aire.
Cambiando
de tema, la verdad es que se me hizo muy
difícil hacer todo lo que hice, ya que quiero el bien para la gente, pero no se
podía hacer otra cosa. Lo único que pude hacer fue dejarles el
verano un poco más libre, que de
todas las travesuras que había hecho Lucas sin duda la de este año era la peor.
En
septiembre la vuelta al colegio ocasionó incertidumbre en gran parte de los padres por temor al virus, pero con todas las
medidas posibles, poco a poco todos los niños, adolescentes y jóvenes volvieron
a sus estudios aunque de una forma un poco diferente. Esos tres meses pasaron
muy rápido y otra vez volvió mi trabajo. Tras haber estado un par de semanas
pensando que les dejaría hacer o que restricciones les pondría para las fiestas de navidad, en las cuales mucha gente se juntaría, decidí
disminuir la cantidad de personas que se podían juntar, no obstante, al
finalizar las fiestas se notó el incremento de los casos del virus, estaba claro que iba a haber gente que
siguiese sin actuar como es debido.
Siendo
sincero lo que menos me gustó de estas fiestas, fue en nochevieja donde gran
parte de la población se despedía del
virus como si al finalizar las campanadas toda esta situación ya se acabase. La
verdad es que me pareció bastante mal, después de un año duro de trabajo
intentando concienciar y ayudar a la gente. Lo malo es que al que peor le sentó
fue a Lucas y aunque le intenté controlar no funcionó.
El 2021 empezó con gran fuerza, hubo un asalto
al capitolio en los Estados Unidos, donde varias personas fueron heridas
y más de una falleció.
En
la población Española, llegó Filomena a Madrid, dejando a la gente encerrada en
casa por la gran cantidad de nieve que había caído. Se suspendieron la mayoría
de actividades, entre ellas la de acudir a las escuelas, debido a que rogaban
que la gente no cogieran sus vehículos por el gran riesgo a que tuviesen un
accidente.
A
finales de enero estalló una residencia
en el centro de Madrid, un fenómeno
trágico que hizo desalojar los edificios de alrededor y que provocó pánico en
el colegió de al lado de la residencia, que menos mal que ese día
no les habían dejado salir al recreo a causa de Filomena.
A
partir de aquí no les puedo contar nada
más, porque este es el presente y no soy capaz de ver el futuro. Lo
único que quiero, es que os concienciéis de la
situación que se está dando y que
por mucho que intentó hacer o intento ayudaros, yo
solo no lo puedo hacer. Encima de todo el trabajo que hago, tengo que
estar controlando a mi hermano de que no haga más travesuras.
Ojalá
algún humano lea esta carta algún día.
Un
fuerte abrazo,
Daniel.
Silvia
Martínez Liñera 4°E n°20
21/01/2021
2°
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