Ignacio Albi (La rutina)


 

UNA VIDA ABURRIDA

 

En un soleado día de abril en una pequeña escuela de una gran metrópoli, daba clase un afable y viejo profesor de historia. Mientras daba clase algunos alumnos se dormían, otros se distraían mirando el movimiento de la gran papada del profesor y unos pocos atendían a la clase por caridad cristiana más que por verdadero interés. El anciano profesor estaba habituado a todo ello, pero la normalidad de la clase quedó interrumpida cuando un maleducado o valiente alumno, según se vea, le dijo: Eres un pelmazo de hombre. Al decir esto el aula quedó en silencio esperando la muy posible furibunda respuesta del profesor, sin embargo este último solo se limitó a sonreír y siguió dando clase como si nada hubiera pasado.

Al terminar la clase de historia, casi todos alumnos salieron atropelladamente en dirección a sus casas para almorzar y para poder recuperarse de la dura jornada. Solo quedó el alumno valiente/maleducado en la aburrida aula, porque el profesor le había retenido para hacerle una serie de preguntas.

 

- ¿Chico, por qué crees que es malo que mis clases sean aburridas? -preguntó el profesor

-  La historia puede ser apasionante pero lo que pasa es que eres un señor aburrido con una vida más aburrida todavía-dijo el osado alumno

- ¿Y acaso tu vida en el colegio no es aburrida Miguel? - preguntó el profesor

-Claro que sí-respondió Miguel

-Entonces la mayor parte de tu vida no vale la pena porque supuestamente es aburrida ¿no Miguel? – razonó el profesor

-Desgraciadamente así es profesor- respondió abatido el alumno

-Ay Miguel, todas las vidas tienen su valor incluso las aburridas y esto te lo voy a enseñar a través de una historia- dijo el profesor

-De acuerdo profesor, pero procure ser breve que mi madre me estará esperando en casa.

-Vale Miguel-respondió el profesor con paciencia- resulta que hace mucho tiempo cuando yo tenía tu edad también odiaba el colegio porque lo que me pedía el cuerpo no era estar sentado 6 horas contemplando como se pasa el tiempo. Yo necesitaba estar de fiesta, hacer deporte o estar más con mis amigos por eso los días de diario eran un tormento para mí. La mayor parte del tiempo estaba obsesionado con la idea de aprovechar los supuestos mejores años de una persona, y además mi vida se convirtió en una montaña rusa de emociones en la que solía haber más bajadas que subidas. Mientras tanto mi padre trabajaba más de 50 horas semanales en su monótono trabajo de contable sin embargo a pesar de que siempre volvía tarde a casa por su trabajo, siempre lo veía con una sonrisa en su rostro. Yo me preguntaba que cómo era posible que trabajando 50 horas en un trabajo aburrido mi padre conservase intacta su alegría. La respuesta a esta pregunta la obtuve demasiado tarde cuando estando mi padre a punto de fallecer, me dijo con una voz trémula: “Hijo, asume que en tu vida habrá muchos momentos aburridos, pero estos serán más fáciles de superar si intentas abordarlos desde una perspectiva distinta. Además, todos estos momentos aburridos tendrán sentido porque te harán valorar como nunca el tiempo con tus familiares o amigos”. Después de ese momento mi actitud con respecto a la vida cambió ya que entendí que la vida de mi padre había sido plena después de todo.

 

-Profesor entonces ¿mi vida puede ser una vida plena después de todo? – preguntó esperanzado el alumno.

-Claro Miguel, tienes que aprender a disfrutar de los momentos aburridos- dijo con una sonrisa el profesor.

-Muchas gracias profesor. Por cierto, intentaré estar más atento a sus clases para que se me hagan más amenas.

 

Habiendo dicho estas palabras, Miguel se fue contento a su casa y por primera vez en mucho tiempo mientras caminaba levantó la mirada y dejó de andar ciego por este mundo. En cuanto al profesor, este se sintió muy realizado al haber podido ayudar a Miguel y hasta el día de su muerte siguió poniendo en práctica el sabio consejo de su aburrido padre.

 

 

 

 

 

Ignacio Albi Zaragoza-4 de mayo de 2021-3 evalución

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