Marcos Camiña (Un Mundo Globalizado)


 

UN MUNDO GLOBALIZADO

 

El día 23 de marzo de 2021, como otro día cualquiera, me levanto y me dispongo a continuar el trayecto hacia Rotterdam. Soy el capitán de este mega buque y tengo una experiencia de 5 años en el mundo naval. Mi punto de partida del trayecto fue China, un viaje muy largo y por ello decidimos parar aquí, en Malasia, para aprovechar y coger más mercancía. Hoy continuaré mi camino hacia Rotterdam. Para ello hoy tendremos que pasar por el Canal de Suez.

 

Un canal es una vía navegable que conecta dos océanos para reducir drásticamente los tiempos del transporte marítimo entre continentes. En la actualidad son muy importantes ya que más del 90 % de las mercancías mundiales son transportadas por mar. El Canal Suez está situado en Egipto y une el mar Mediterráneo con el Mar Rojo. Es el canal más largo del mundo y cuenta con 190 km transitables. Se caracteriza al no tener exclusas ya que los dos mares se encuentran al mismo nivel y esto nos supone un ahorro de tiempo. Es atravesado por aproximadamente 1.600.000 contenedores al día y 20.000 barcos como el mío al año.

 

El buque que llevo se llama Ever Given y llevamos en total 20.000 contenedores y esto supone una carga 200.000 toneladas, una auténtica barbaridad. Ahora atravesaremos el Canal de Suez, ya que acabamos de hacer un estudio y hemos calculado que es la ruta más rápida entre Europa y Asia y de este modo conseguimos reducir en torno a 6.000 km respecto a la otra alternativa, bordear el continente africano. Durante este proceso, la tormenta de arena y los vientos de 40 nudos fueron unos de los factores que nos hizo que la situación se nos complicase, era imposible ver y finalmente el buque terminó por quedarse varado con la proa en una orilla y la popa en la otra orilla del canal. Fue un momento adverso en que los 400 metros de eslora que tiene este barco, colapsaron por completo el canal y produjimos un caos mundial.

 

Estuvimos encallados durante seis largos días. Debido a estas retenciones, paralizamos en torno a 450 barcos de grandes dimensiones. Según veíamos en internet, el coste del incidente se remontaba a 3.400 millones de euros por cada hora que estábamos colapsando la vía marítima. Escuchábamos en la radio que, según fuentes egipcias, se comentaba que Egipto había pedido una indemnización de 916 millones de dólares a nuestra compañía por los daños ocasionados; esa cantidad de dinero es que la que tendremos que pagar de multa. Qué horror, qué apuro que todo el planeta está pendiente de nosotros.

 

A lo largo de los días, venían una serie de barcos remolcadores para intentar desencallarnos; vinieron en total unos 15 barcos. Aun así, era imposible mover el barco. Se acercaban incluso excavadoras para intentar hacer visible la proa, pero nada. La prensa en aquellos momentos se preguntaba cómo había podía pasar tremenda barbaridad. Y la única justificación era debido a las pésimas condiciones meteorológicas. Además de estas condiciones, el barco no reaccionaba bien las directrices comandadas.

 

Pasaban los días y se me ocurrió descargar varios contenedores de la proa para posibilitar un mejor trabajo y que el peso se redujese en la parte frontal. Esta solución parecía ser un poco arriesgada ya que podía desequilibrarse el barco, pero finalmente esta idea resultó tener éxito porque las excavadoras y el equipo terrestre hicieron visible la proa. Fue un alivio, ya era un gran paso. Ahora solo quedaba remolcar y hacer fuerza para poder tirar de la popa e incorporarnos al completo. No conseguíamos la solución y yo seguía muy preocupado porque las horas pasaban y la cantidad de dinero a pagar aumentaba en cantidades enormes.

 

Nosotros nos preguntábamos cual era la razón por la cual seguíamos encallados. No tenía nada sentido lo habíamos intentado todo. En ese instante, me acordé de que en 2017, un buque japonés, también quedó encallado en este canal debido a problemas mecánicos del propio barco. Las autoridades egipcias remolcaron el barco en apenas pocas horas. Y yo cada vez tenía más incertidumbre por qué no se resolvía el incidente.

 

El día 29 de marzo, después de unas largas horas trabajando, el equipo terrestre y la draga intentaron quitar la máxima tierra posible y finalmente conseguimos que el barco se desencallase por completo. Un factor determinante para solucionar el asunto fue el aprovechamiento de las mareas vivas por el influjo de la luna llena. Que alegría. ¡Por fin ya podíamos zarpar de nuevo! Aún así, nos dijeron las autoridades que no podíamos continuar rumbo a Rotterdam, puesto que, el buque tenía que pasar una inspección técnica para comprobar los daños ocasionados del casco del carguero.

 

Pasaron los días y no hice más que reflexionar por todo lo ocurrido, llegando a las siguientes conclusiones: es increíble como en un mundo tan globalizado como en el que vivimos, en el que todos los países estamos tan interconectados y en el que, los negocios se desarrollan a escala internacional; un fallo en la cadena de comunicación y distribución puede generar unos altos costes en materia de tiempo y dinero, para los diferentes países y empresas de distintos sectores.

Marcos Camiña Ohárriz 1ºA mayo 2021


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