ESCÚCHAME
Y APRENDE
Hola, me presento, me llamo Lucas Sánchez Romero y quiero contar mi historia.
Todo comienza justo en
donde nada puede cambiar, en el punto en el que piensas que toda tu vida será
cómoda y fácil, con los problemas de siempre pero nada más allá de algo que
pudiese cambiarte la vida y mucho menos la de los demás; pues así era, un simple
adolescente callado y tímido, con la vida que más de uno envidiaba, nunca me
faltó de nada, sigo sin obtener explicación de qué es lo que pudo pasar, y si
no soy yo, ¿quién podría saberlo?
Demasiados años ya
preguntándome, el porqué de juntarme con ellos, ¿acaso pensaba que eran mis
amigos?, antes no era consciente, pero afortunadamente acabé descubriendo que
unos amigos nunca me dejarían hundirme en mi mismo, ver cómo caía yo, mi salud,
y toda mi familia, causándome recuerdos que nunca lograré borrar de mi mente.
No quiero culparles, pero sin duda puedo sacar de ahí el detonante del
desarrollo de la historia que escucharéis a continuación.
Mis padres, confiaban en
mí, me dejaban volver a cualquier hora, y nunca se imaginaron mi resultado,
pero hagamos un pequeño viaje al pasado, yo quería y apreciaba mucho a mis
padres, y hermanos, los cuidaba como si fuesen parte de mí…desgraciadamente ese
sentimiento me lo borró un conjunto de cosas, para que podáis comprenderme; yo
tenía un amigo, a mis padres no les hacía mucha gracia, pero como ya digo
confiaban en mí y no querían juzgarle por lo que se dijese de él, porque desde
luego que los rumores no iban por buen camino, y en efecto no se equivocaban.
Un día en el que yo,
Lucas, invité a aquel niño a casa, que tenía por nombre Marcos, estábamos
tranquilamente en la habitación y se le ocurrió probar una de sus sustancias
nuevas, yo me consideraba un poco susceptible ante Marcos, así que acepté,
después de todo, se marchó y al salir por la puerta, sus ojos, negros como los
del peor, se clavaron en los de mi padre, y a su vez dejaba caer una sonrisa un
tanto diabólica. Mi padre lo primero que fue a ver es si yo estaba bien, y al
ver a su hijo como nunca quiso encontrarle, comprendió la mirada de ese maldito
niño, su mirada solo quería expresar, lo que había hecho con su hijo, que ya no
tenía vuelta atrás, le había enganchado a perderse de sí mismo, a olvidar quién
era, a dejar su futuro pasar. Eso nadie te lo debería de poder quitar, porque
es lo más íntimo de tu ser, sin duda, Marcos no me mató, pero no siempre hacen
falta cuchillos y armas para asesinar, sino que poco a poco y sin que nadie se
diese cuenta, Marcos iba arrancándome un poco más de felicidad, hundiéndome en
un agujero negro que al final, los que más me querían me ayudarían a salir del
infierno que me creó.
Estaréis asombrados con
todo esto, diréis, si solo son cosas de adolescentes, unas tonterías que a la
larga provocan hasta gracia, pero esta no lo era, los días pasaban y aumentaba
el número de drogas, todos los días durante dos años o más, ya perdí la cuenta;
en mi casa, dejando que mis padres, mi hermano y hasta mi hermana con 10 años
me vieran en ese estado, no cambiaba nunca mi cara, siempre tenía ojos entre
dormidos, y cada vez parecía que me volvía más y más estúpido, a veces, la poca
consciencia que me quedaba, me servía para darme cuenta que, mis familiares,
los que contemplaban caerme sin poder hacer nada pero a la vez intentándolo todo,
me miraban sin reconocerme, solo les llegaba el olor, del que por cierto nunca
se olvidarán, de lo que me estaba destrozando la vida, yo no le daba
importancia, pero sentí que además cada vez me gritaban más, ahora doy un paso
atrás y lo comprendo, ya que no era justo para ellos estar viviendo eso por mi
culpa.
Desgraciadamente, todo
fue a peor, empecé a pedir dinero a mi madre, que era más débil en el juego de
permitir cosas, porque no me llegaba de tanto que consumía, al principio la
pobre de mi madre me lo daba porque realmente seguía teniendo esperanza en su
niño, en el niño al que ella había criado, y cuidado desde el primer día que
llegó al mundo, pero más tarde mi padre tenía charlas todos los días a gritos
en el salón por mi culpa, mi hermana no paraba de llorar tapándose los oídos. Injustamente
era una niña que se enteró de todo lo ocurrido, a pesar de su edad, entendió
todo y sufrió como la que peor, ella tampoco olvidará nunca esta historia. Con
los gritos, mi madre dejó de darme paga y yo me enfadé hasta tal punto que mi
madre temía por si le ponía una mano encima, acaso sabéis cómo es sentir que la
persona que más te quiere en este mundo, la persona a la que aunque la matases
daría la vida por ti, te tenga miedo, o sienta que te ha perdido, que está
intentando hacer todo para que vuelvas pero tú, solo necesitabas un poco de
droga, y hasta que eso no ocurriese, la de en frente dejaba de ser tu madre, se
convertía en el obstáculo de tu tranquilidad, y es por todo esto por lo que no
puedo, hoy en día dejar de pedirle mil disculpas a mi familia, y agradecerles porque
sigo sin comprender que nunca fueron capaces de dejarme de lado.
Podría estar toda la
tarde llenando este papel de tristes y dolorosas historias sobre ese oscuro
pasado, pero lo cierto es que como digo, un día abrí los ojos, y comprendí que
nadie tenía la culpa de lo que me estaba pasando, ni Marcos, ni mi familia, únicamente
el responsable era yo, me estaba destrozando a mí mismo, suicidándome poco a
poco, día a día con esas sustancias que no quiero ni nombrar, como digo me di
cuenta, de que Marcos no era bueno para mí, reflexioné sobre lo que quería en
mi vida y lo que no, observé a mi alrededor, y a veces se me agotaba la
esperanza con el miedo de que ya no tuviese oportunidad de volver atrás, de
volver a ser un niño inocente al que sus padres miraban con la boca abierta,
eso deseaba, pero sentí que mejor era arriesgar y confiar en el perdón de las
personas que me querían, evolucionando para delante siempre, con una mochila
llena de experiencias y aprendizajes, que aunque me duela profundamente
recordar, son parte de mí y de mi historia, así que a ti te dejo el papel de
escuchar y aprender con claridad porque yo conseguí salir de mi agujero negro,
pero no todos han podido, haz el favor de no tentar a la suerte, después de
esto, yo ni me lo quiero plantear.
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