Mario Benito (Siempre hay un porqué)


 

SIEMPRE HAY UN PORQUÉ

 

Juan es un niño de 13 años, tiene una vida bastante normal, va al colegio como todos sus compañeros, sus padres trabajan en altos puestos de grandes empresas, tiene dos hermanos mayores y nunca ha tenido un problema importante.

 

En el colegio no tiene amigos. En el recreo se sienta en una esquina y no hace nada más que ver como todos sus compañeros pasan por delante de él, sin darse cuenta de su existencia. En las clases, sus profesores le regañan porque no hace las tareas, pierde el tiempo y saca malas notas. Sus padres son muy exigentes, de ahí que sus hermanos tengan unas notas excelentes en la universidad, pero Juan no es como sus hermanos, se despista con lo primero que ve y no le gusta estudiar. Sus padres le regañan continuamente por esto.

 

Sus hermanos no le entienden, se burlan de él al ser el único de la casa que no tiene “éxito” y le tratan como cuando era pequeño. Sus profesores pueden ser un poco crueles con él, pueden llegar al punto de humillarle frente a sus compañeros, y sus compañeros de clase pasan de él y no le ayudan en nada. Juan frente a todo esto se siente completamente inútil, como si cualquier cosa que hiciese no afectase en lo más mínimo a la sociedad.

 

Hace un tiempo, descubrió algo que le hacía sentirse especial, los videojuegos. Lo único que le motiva a Juan es jugar videojuegos, lo hace siempre que puede y juega solo. Es lo único que le gusta hacer en su vida, solo juega, lo demás le parece una pérdida de tiempo.

 

Cuando juega, se siente fuera de la realidad. Ya no es el niño al que nadie hace caso y que se sienta solo en los recreos. Ahora es un superhéroe, cazador de monstruos, soldado de élite que anda por las paredes... es el villano que destroza la ciudad y quiere dominar el mundo. En resumen, puede ser lo que quiera. Por eso juega a videojuegos. Nadie le juzga. No se tiene que preocupar por ser demasiado diferente. En su  mundo es alguien importante con un objetivo. Otra de las razones por las que juega es que al completar los objetivos, le dan méritos, por muy insignificante que sea. En su mundo de juegos conoce gente, es alguien importante para la gente que le acompaña, y además le apoyan y le ayudan.

 

Un día que se aburrió de jugar solo, descubrió los juegos multijugador. Comenzó poco a poco pero luego fue subiendo de nivel hasta convertirse en uno de los mejores. En este mundo no es Juan, es Juantrolasso_69 y no hay nadie mejor que él. 

 

Al ser uno de los mejores, otros jugadores solicitaban su amistad. Cada vez que ganaban le daban la enhorabuena y cada vez que perdían se reían juntos de sus propios fallos. Se dio cuenta que no era necesario ser perfecto para los demás, y disfrutaba con ello. Descubrió que lo realmente importante era pasar un buen rato junto a sus nuevos amigos y se preguntó ¿y si hago lo mismo con la gente del instituto?

 

Esta nueva situación le dio fuerzas para creer en él y poder empezar a hacer amigos. Se dio cuenta que no eran los demás quienes le rechazaban. Él mismo había puesto un muro con los demás, pensando que nadie querría estar con él. Sorprendentemente se acercó a un grupo de chicos de clase y resultó que ellos también jugaban a los videojuegos y tenían muchos temas en común. Sus notas empezaron a mejorar. Sus profesores le empezaron a apoyar. Sus hermanos le hablaban en otro tono. Sus padres se sorprendieron del cambio de actitud y de la mejora en sus calificaciones y pensaron que por fin, había madurado. Nadie de ellos se dio cuenta que Juan solo necesitaba creer en él. Ser bueno jugando a videojuegos le dio a Juan una confianza en sí mismo que nadie de su entorno supo ver.

 

Nadie sabe lo que pasa por la cabeza de los demás, pero siempre hay un porqué.

 

Y Juantrolasso_69 siguió jugando a los videojuegos.

 

Mario Benito Mediavilla

2 de mayo de 2021

3ª evaluación


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