SIEMPRE
HAY UN PORQUÉ
Juan es un niño de 13
años, tiene una vida bastante normal, va al colegio como todos sus compañeros,
sus padres trabajan en altos puestos de grandes empresas, tiene dos hermanos
mayores y nunca ha tenido un problema importante.
En el colegio no tiene
amigos. En el recreo se sienta en una esquina y no hace nada más que ver como
todos sus compañeros pasan por delante de él, sin darse cuenta de su
existencia. En las clases, sus profesores le regañan porque no hace las tareas,
pierde el tiempo y saca malas notas. Sus padres son muy exigentes, de ahí que
sus hermanos tengan unas notas excelentes en la universidad, pero Juan no es
como sus hermanos, se despista con lo primero que ve y no le gusta estudiar.
Sus padres le regañan continuamente por esto.
Sus hermanos no le
entienden, se burlan de él al ser el único de la casa que no tiene “éxito” y le
tratan como cuando era pequeño. Sus profesores pueden ser un poco crueles con
él, pueden llegar al punto de humillarle frente a sus compañeros, y sus
compañeros de clase pasan de él y no le ayudan en nada. Juan frente a todo esto
se siente completamente inútil, como si cualquier cosa que hiciese no afectase
en lo más mínimo a la sociedad.
Hace un tiempo, descubrió
algo que le hacía sentirse especial, los videojuegos. Lo único que le motiva a
Juan es jugar videojuegos, lo hace siempre que puede y juega solo. Es lo único
que le gusta hacer en su vida, solo juega, lo demás le parece una pérdida de
tiempo.
Cuando juega, se siente
fuera de la realidad. Ya no es el niño al que nadie hace caso y que se sienta
solo en los recreos. Ahora es un superhéroe, cazador de monstruos, soldado de
élite que anda por las paredes... es el villano que destroza la ciudad y quiere
dominar el mundo. En resumen, puede ser lo que quiera. Por eso juega a
videojuegos. Nadie le juzga. No se tiene que preocupar por ser demasiado diferente.
En su mundo es alguien importante con un
objetivo. Otra de las razones por las que juega es que al completar los
objetivos, le dan méritos, por muy insignificante que sea. En su mundo de
juegos conoce gente, es alguien importante para la gente que le acompaña, y
además le apoyan y le ayudan.
Un día que se aburrió de
jugar solo, descubrió los juegos multijugador. Comenzó poco a poco pero luego fue
subiendo de nivel hasta convertirse en uno de los mejores. En este mundo no es
Juan, es Juantrolasso_69 y no hay nadie mejor que él.
Al ser uno de los
mejores, otros jugadores solicitaban su amistad. Cada vez que ganaban le daban
la enhorabuena y cada vez que perdían se reían juntos de sus propios fallos. Se
dio cuenta que no era necesario ser perfecto para los demás, y disfrutaba con
ello. Descubrió que lo realmente importante era pasar un buen rato junto a sus
nuevos amigos y se preguntó ¿y si hago lo mismo con la gente del instituto?
Esta nueva situación le
dio fuerzas para creer en él y poder empezar a hacer amigos. Se dio cuenta que
no eran los demás quienes le rechazaban. Él mismo había puesto un muro con los
demás, pensando que nadie querría estar con él. Sorprendentemente se acercó a
un grupo de chicos de clase y resultó que ellos también jugaban a los
videojuegos y tenían muchos temas en común. Sus notas empezaron a mejorar. Sus
profesores le empezaron a apoyar. Sus hermanos le hablaban en otro tono. Sus
padres se sorprendieron del cambio de actitud y de la mejora en sus calificaciones
y pensaron que por fin, había madurado. Nadie de ellos se dio cuenta que Juan
solo necesitaba creer en él. Ser bueno jugando a videojuegos le dio a Juan una
confianza en sí mismo que nadie de su entorno supo ver.
Nadie sabe lo que pasa
por la cabeza de los demás, pero siempre hay un porqué.
Y Juantrolasso_69 siguió
jugando a los videojuegos.
Mario Benito Mediavilla
2 de mayo de 2021
3ª evaluación
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