LO TENÍA TODO, PERO A LA VEZ NO
Eran
las doce y treinta y ocho, estaba en una fiesta. Dejándome los pulmones
cantando, con una botella de cerveza en la mano, rodeada de la gente que quería.
Pero aun así me sentía sola un vacío por dentro que se apoderaba de mí. Todo el
mundo cantando a grito pelao, sonriendo, riéndose, pasándoselo bien. Pero yo no
lo conseguía sentía que estaban conmigo por obligación o por otros motivos. Me
sentía sola, aunque estuviese rodeada de toda la gente que había querido alguna
vez.
Una
lágrima cayó por mi rostro lentamente. Me fui al baño rápidamente, cerré con
pestillo nada más mirarme al espejo me puse a llorar. Mi espalda estaba contra
la pared e iba deslizándose poco a poco hasta que llegó al suelo. Cuando me
había mirado en el espejo me había sentido muy fea y mi cuerpo lo veía mal. Yo
veía una versión distorsionada de él, pero eso no lo supe hasta que pasaron
unos años. Todos los comentarios que habían dicho sobre mis piernas, tripa y
pecho habían hecho que yo tuviese una inseguridad horrible de salir con un
simple top a la calle cuando hacía treinta grados. Todos esos comentarios yo me
los creí y todo eso hizo que me fijase el triple y que la imagen de ellos se
distorsionase el cuádruple. De repente llamaron a la puerta de el baño dos
amigos míos que iban muy borrachos. Me levante a toda prisa y me limpie todo el
rímel que se había esparcido. Me miré y salí.
Rápidamente
me fui a mi casa y me fui a dormir. No podía dormir porque no entendía porque
me sentía tan sola. Eran ya las nueve de la mañana y los rayos de sol
comenzaron a entrar por la ventana. No había pegado ojo en toda la noche, pero
no le di mucha importancia en ese momento. Bajamos a la playa jugamos a las
palas, a las cartas, nos tomamos un san francisco. Nada podía ir mejor, pero yo
tenía mucho calor me quería quitar la camiseta que llevaba y meterme en la
playa, pero a la vez no quería hacerlo. Me creía que todo el mundo me iba a
mirar cuando nadie se esta fijando en ti todo el rato. Ese verano lo pase fatal
me bañe cuatro veces en todo el verano. Estaba deseando que llegase invierno
para ponerme sudaderas grandes que me tapasen todo. Llegó octubre yo me seguía
sintiéndome sola constantemente. A pesar de que llegue a quedar todos los días
de la semana numerosas veces. Era algo que no se lo había contado a nadie y la
gente creía que estaba más feliz que nunca porque me apuntaba a todos los
planes, ellos creían que no había ningún problema. Pero sobre todo siempre
tenía una falsa sonrisa en mi boca que cubría mi tristeza interior. Evitaba
mirarme al espejo o sacarme fotos lo único que me provocaba eran ganas de
llorar. Esas ganas se me calmaban con los momentos en los que estaba en el baño
y vomitaba todo lo que había comido. Yo creía que así adelgazaría y comiendo
poco también. Pero estaba muy equivocada lo único que estaba haciendo era que
mi organismo no expulsase nada ya que recibía menos cantidad de lo necesario.
En fin, intentaba retener todo lo que comía. Las marcas en mis manos por
vomitar ya no se podían cubrir como maquillaje, eran demasiado rojas.
Hasta
que un día mi madre se dio cuenta. Yo puse ocho mil excusas. Que ilusa fui al
pensar que mi madre se las creyó. A partir de ese momento se fijó todo el rato
en mí. Hasta tal punto que me hizo ir al psicólogo. Yo la odie muchos meses por
eso, ya que pensaba que al psicólogo iban las personas con problemas mentales o
personas que estaban locas. Cuando en mi opinión tendría que ir todo el mundo
gracias a lo que ayuda y no hay que estar mal, ni loca para ir. Yo tenía un
grave problema mental que me diagnosticaron, pero yo seguía pensado que la
psicóloga se lo había inventado. Durante los primeros tres meses ir al
psicólogo era un sufrimiento los jueves por la tarde eran espantosos. Después
los jueves eran los días que esperaba con ansias a que llegasen, ya que podía
hablar con alguien que sabía todo y lo más importante no me sentía juzgada.
Todo esto fue gracias a que abrí y le conté como me sentía. Gracias a ella me
aleje de la gente toxica que tenía alrededor y de las cuales yo pensaba que
eran mis mejores amigas. Poco a poco me fui sintiendo menos vacía y sola. Mi
mentalidad cambio totalmente empezó a gustarme mi barriga y los comentarios
sobre ella ya no me los decían. Poco a poco mi amor propio y mi autoestima
subieron. Los comentarios cada vez era menos ya que veían que ya no me
afectaban. Llegó verano y pude vestirme como quería porque ya no me avergonzaba
de nada. Me sentía mas llena que nunca. Ese verano se convirtió en uno de los
mejores me bañe en la playa todos los días varias veces. Comí todos los
helados. Solo vomité una vez, pero fue culpa del alcohol no de mi inseguridad.
Y en las fiestas me llenaba de alegría.
Por
último, quería decir que si sabéis que estáis mal o si tenéis sentimientos que
os dan miedo porque nunca habíais tenido. No tengáis miedo en pedir ayuda. Es
totalmente normal, es un tema que todavía no esta normalizado del todo. Voy a
decir una serie de datos que quería que supieseis. El 70% de los adolescentes
no están a gusto con su cuerpo. En España 400.00 personas sufren trastornos
alimenticios. Uno de cada cinco
adolescentes ha sufrido depresión en el último año. Lo más importante de todo
es el amor propio ya que cuesta mucho estar bien sin amor propio. No puedes
querer alguien antes de quererte a ti mismo.
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