Rita Rubio (Mirando a las estrellas)

 


 MIRANDO A LAS ESTRELLAS

 

Aquella noche Alisha no conseguía dormirse, estaba todavía algo aturdida por la noticia que había recibido esa mañana. Desde su ventana podía ver las estrellas y se quedó mirándolas un rato mientras reflexionaba sobre cómo había sucedido todo tan rápido. Hacía solo un mes que le había bajado su primer periodo y ya la estaban prometiendo. Esa frase le sonó un tanto extraña, ¿ella prometida a un completo desconocido? si sólo tenía 13 años. Alisha, aunque estaba llena de incertidumbre y temor sabía que no había nada que hacer. Ya había visto a sus dos hermanas mayores en su misma situación, aunque ellas tuvieron algo más de suerte. Su hermana mayor Kali no estuvo prometida hasta los 18 años y a Shantala, la mediana, la permitieron elegir a su marido ya que tenía bastantes pretendientes. Ellas siempre habían estado muy unidas, pero cuando se casaron la dejaron sola en la casa con su madre y su abuelo. Y ahí se encontraba, más sola que nunca, con un destino incierto por delante.

 

Siguió observando las estrellas y empezó a preguntarse cómo sería su futuro marido. Lo único que sabía era que tenía 43 años y que poseía una granja que daba para mantener a su familia y a la de Alisha. Se preguntaba si la casa sería confortable, deseaba que su prometido tuviera alguna hermana o familiar con quien conversar y pasar el rato. Podía imaginarse muy bien la apariencia que tendría su futuro marido, sería como el de sus hermanas, con el pelo y la barba muy negros y muy tradicional en la forma de ser. Ella no estaba muy contenta con la situación, más bien, estaba aterrada. No pudo contener las lágrimas que le cayeron por el rostro, un rostro infantil, lleno de vida y de la inocencia propia de una niña. Pero poco le quedaba ya a esa niña que jugaba con sus hermanas en el jardín de la casa de sus abuelos. Debía empezar a ser fuerte, más fuerte de lo que había sido nunca. No podía permitirse defraudar a su madre, sin ese casamiento no tendrían dinero para sobrevivir, eso era lo que tenía hacer una mujer en un país como la India, ella debía sacrificarse por las personas que más quería.

 

Al mirar las estrellas observó que formaban un corazón. Eso le dió qué pensar. ¿Amaría ella a ese hombre? Según su madre aprendería a quererlo con el paso de los años, al fin y al cabo, compartirían su vida, sus hijos, su tiempo, su hogar… pero Alisha sabía que, a pesar de todo, ella nunca le amaría. Pero eso qué importaba, el amor no vale de nada si no sirve para dar de comer a tu familia.

 

Pasaban las horas y a Alisha le empezó a entrar sueño, pero no quería dormirse, no quería que esa noche acabara y afrontar lo que se le venía al día siguiente, no lo iba a permitir. Deseaba que esa noche durase para siempre. Sus ojos se cerraban, no podía más, y en sus pensamientos de resignación y temor se dijo: Mañana será otro día. Y por fin se quedó dormida, con el corazón encogido y con la esperanza de no volver a despertarse.

 

 

Rita Rubio de Cárdenas, 5 de mayo 2021, tercera evaluación




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