DE VUELTA A LAS
ALTURAS
Os habla Michael Collins
de nuevo, desde un espacio con gravedad similar a la luna.
Tengo 90 años, y
os voy a contar mi historia.
Soy un
estadounidense nacido en Roma en 1930.
Me gradué en la Academia Militar de los Estados Unidos en
1952 y me uní a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos
pilotando cazas de combate, varios años después me admitieron en la Escuela de
Pilotos de Pruebas de Vuelos Experimentales en la Base de la Fuerza Aérea Edwards (California)
y me gradué en la Escuela de Pilotos de Investigación Aeroespacial. Tras haber
adquirido tanta formación y experiencia; llegué
a las 5.000 horas de vuelo y poco después, fui seleccionado como miembro
de los catorce astronautas del tercer grupo de la NASA,
la cual exigía que fuéramos estadounidenses,
menores de 34 años y que midiéramos menos de 1,83. Además, teníamos que ser
pilotos, con más de 1.500 horas de vuelo, y tener formación científica. A parte
de estar dispuestos a jugarnos la vida. Todo esto lo cumplía yo y, desde
pequeño tenía claro a lo que quería llegar, pero nunca me hubiese imaginado que
conseguiría la oportunidad de volar en dos ocasiones al espacio.
Mi primer vuelo espacial, lo recuerdo
tan especial que podría contar cada segundo de esa experiencia de la que me
siento completamente afortunado, tuvo lugar en 1966 en la misión Gemini 10, en la cual junto al
piloto comandante John W. Young realicé
un encuentro espacial con dos
naves distintas y dos actividades extra vehiculares,
lo que significaba salir al exterior de la
cabina para realizar experimentos científicos, o construir estructuras en el
espacio. Establecimos un nuevo récord de altitud y me convertí en el
tercer astronauta estadounidense en salir de su nave completando las dos
caminatas espaciales.
En la histórica misión Apolo 11 en 1969, cumplí mi sueño de volar
a la Luna y la orbité treinta veces, por si fuera poco. Antes de embarcarme en
esta misión, vivía con nervios y entusiasmo cada día ya que tenía de ejemplo los tres miembros de la misión Apolo 1, destinados a
ser los primeros en pisar la Luna, que ardieron vivos el 27 de enero de 1967, durante
un simulacro en tierra. Así que una parte dentro de mí estaba un poco asustada,
pero estaba dispuesto a jugarme la vida como astronauta elegido por la NASA
para algo tan increíble.
En este momento, era teniente coronel
y piloté el módulo de mando "Columbia".
Fui la segunda persona, tras mi compañero Young, en orbitar en solitario la
Luna. Para muchos, mi papel era aparentemente secundario en esta misión, pero
yo realmente lo viví como el mejor. Durante esa etapa, tuve tiempo de conocerme
a mí mismo, el contacto por radio se cortaba cuando yo desaparecía
detrás de la Luna. Cuando llegaba ese momento estaba solo, realmente solo,
absolutamente aislado de cualquier forma de vida conocida. Me agobiaba en cierto
punto, que desde la tierra no se supiera nada sobre mí en ese periodo y que, si
me pasaba algo, nadie se enteraría. Realmente es una experiencia inexplicable
con palabras y sensaciones extremas.
Mandé a la humanidad un importante mensaje a tener en
cuenta ya que considero que, si los líderes pudieran ver su planeta desde la
distancia, su perspectiva cambiaría drásticamente. Es importante cuidarlo,
nuestro planeta es nuestra vida.
Dejé la NASA en 1970 para convertirme en director del
Museo Nacional del Aire y el Espacio, en Washington, algo que no me pudo
ilusionar más.
Me enorgullece especialmente saber a día de hoy que, en
la vida he conseguido lo que quería y que pude trabajar de lo que me encantaba
y entregar mi vida a ello, porque para mí, eso era felicidad. Hoy, 28 de abril
de 2021, vuelvo a ver la tierra desde arriba, desde otra dimensión, desde otra
perspectiva y me encanta.
Espero que los que se quedan, la cuiden y que mi
pequeño paso por la vida haya sido un gran paso para la humanidad.
Cambio y corto
Sandra Membiela Ballesteros. 5 de mayo, 2021. 3ªEv.
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