Teresa Masián (Conversación con el silencio)


CONVERSACIÓN CON EL SILENCIO

Son las siete y cuarto de la mañana, me despierto y me siento en la cama un rato, hasta que de repente empiezo a escuchar pasos en la cocina, cosa que me extraña mucho teniendo en cuenta que mis padres están los dos en Roma, por un viaje de trabajo. Reúno todas las fuerzas que puedo y me levanto de la cama para dirigirme a la cocina a ver de dónde vienen los pasos.

 

Al llegar me encuentro con mi amiga Alicia, no recuerdo haberla invitado a dormir a mi casa ayer, pero me alegro de verla de todas formas. Ella y yo somos inseparables, es mi única verdadera amiga y sé que nunca me va a fallar. La pregunto que, si quiere desayunar algo, pero me dice que no tiene hambre, así que me sirvo mi bol con leche y cereales y me lo como mientras ella se sienta delante observándome, siempre hace eso, a veces me incomoda un poco pero ya estoy acostumbrada. Al terminar me levanto y me voy a mi habitación a vestirme, mientras ella me espera.

 

Ya son casi las ocho, cojo las llaves de casa y la mochila y salimos por la puerta. Siempre me acompaña al colegio y vamos hablando, como hace todo el mundo, pero a nosotras la gente que pasa nos mira muy raro, algunos hasta nos siguen con la mirada, nunca he entendido por qué.

 

Llegamos a la puerta de mi colegio y nos despedimos, atravieso el patio y llego a mi clase. Como todavía es pronto, me quedo en la clase sola con una chica que se llama Isa, ella se acerca para hablarme, cosa que me extraña porque la gente no suele querer hablar conmigo, pero estoy contenta de que lo haga. Nos quedamos hablando hasta que suena el timbre que indica que empieza la clase. Después de un par de horas llega el patio y lo pasamos juntas, creo que por fin estoy empezando a hacer una amiga, estoy deseando contárselo a Alicia.

 

A la hora de comer la veo en la salida del colegio y me acerco corriendo hacia ella. Está guapísima, lleva dos trenzas en el pelo con gomas de colores a juego con su ropa, un top rosa corto que dejaba ver la tripa y unos pantalones campana verde oscuro de tiro bajo, pero no lleva chaqueta a pesar de que es abril y hacía un poco de frío.

 

Salgo del cole y vamos a dar un paseo por el centro mientras le cuento lo de mi nueva amiga Isa, pero Alicia no reacciona como yo esperaba. Me mira muy seriamente y me dice: “Sabes que esto no va a acabar bien, te acabará haciendo daño y te vas a arrepentir de haberte hecho amiga suya” Al escuchar esto me quedo mirándola decepcionada, puede que tenga razón.

 

Al día siguiente vuelvo a llegar muy pronto a clase y también está Isa sentada en la penúltima fila al lado de la ventana, yo siempre me he sentado en primera fila porque a veces me cuesta prestar atención. Llego a mi sitio, dejo la mochila en el suelo y me siento sin saludar a Isa, la cual se acerca a mí y me dice: “¿Qué pasa, ya te has olvidado de cómo me llamo?” Me giro hacia ella y respondo: “No es eso, simplemente no me apetecía hablar con nadie, es muy pronto todavía” Ella me mira extrañada y vuelve a sentarse en su sitio, pasan un par de minutos que parece que durasen horas hasta que entran los demás en clase.

 

Durante las clases me giro de vez en cuando a mirarla, pensando en lo que me dijo ayer Alicia. Probablemente tenga razón, siempre la tiene y por eso somos tan buenas amigas, yo le cuento mi vida y ella me aconseja y me dice lo que es bueno para mí. Al final siempre acaba teniendo razón.

 

Sin embargo, en clase de lengua nos mandan hacer un trabajo por parejas y la única persona que puede que quiera ir conmigo es Isa, así que me giro y la busco con la mirada, me devuelve una sonrisa y un gesto de afirmación con la cabeza, así que doy por hecho que voy con ella. Al terminar la hora me acerco a su sitio para acordar un día para quedar y hacer el trabajo, y quedamos el jueves por la tarde.

 

Hoy es miércoles llegan mis padres de su viaje, la verdad que ojalá se quedaran más tiempo allí. Me encanta quedarme sola en casa, aunque no tenga hermanos ni nada, pero Alicia me hace compañía siempre. A veces lo pienso y realmente no sé que haría sin ella, es la única que me entiende y me da buenos consejos.

 

Estaba empezando a cenar cuando de repente escucho las llaves en la puerta de casa, señal de que mis padres ya están aquí. En realidad, estaría mucho mejor sola, ya que no me llevo muy bien con ellos. Estamos todo el día discutiendo, sobre todo porque dicen que Alicia es una mala influencia, que debería olvidarme de ella y hacer nuevos amigos. Por eso intentamos evitar ese tema siempre.

 

“¡Hola, cariño!”, se escucha a lo largo del pasillo. “¡Hola! ¿Qué tal el viaje?” Es la misma conversación de siempre, ellos me cuentan lo bien que lo han pasado en Roma, lo rico que han comido, el precioso hotel en el que se han alojado… Y yo intento contarles lo mínimo posible sobre los días que han estado fuera. Por un momento pienso en hablarles de Isa, les haría muy felices, pero lo pienso dos veces y me callo.

 

Al día siguiente por la tarde, es jueves y me dispongo a salir por la puerta cuando me coge mi padre del hombro y me pregunta “¿A dónde vas?” A lo que le respondo sin darle mucha importancia “Nada, me voy a dar una vuelta” Me mira y me dice “Pero si acabamos de llegar de Italia, ¿no quieres pasar tiempo con nosotros?” La verdad es que no, pero no podía decirle eso porque tampoco quería ponerle triste. Así que respondo “Otro día, ¿Vale?”

 

Consigo salir de casa y me reúno con Alicia en el banco de siempre, me dice de ir a la azotea de un edificio a ver el atardecer, me encanta la idea y propongo subir a la azotea de mi propio edificio, que es bastante alto porque tiene 14 pisos. Entramos por el portal y subimos en el ascensor. Al salir ahí siento una libertad y una liberación inexplicables, de repente es como si desapareciera todo el mundo. Solo estábamos Alicia y yo en lo que se sentía como la cima del mundo. Me coge de la mano y me lleva al borde del precipicio, “¿Qué pasaría si ahora nos tirásemos?” Me pregunta, yo la miro fijamente pero no respondo, por lo que ella vuelve a decir algo “Somos tan irrelevantes para todo el mundo que nuestra muerte no afectaría lo más mínimo a nadie”

 

Normalmente me encanta hablar de estos temas, pero en esta situación me pongo nerviosa y me da miedo. Procedo a acercarme un poco más al borde, para sentarme con los pies en el vacío. Coloco las manos a los lados de mi cadera, como si fuera a coger impulso para saltar, hasta que de repente, todo se interrumpe. Un mensaje de Isa, preguntándome que donde estoy, que lleva en mi casa un rato hablando con mis padres y sigo sin aparecer. Había olvidado por completo el trabajo de Lengua. Me alejo del borde y cojo el móvil para responder, le envío el siguiente mensaje, “Ay, lo siento muchísimo, olvidé que hoy habíamos quedado. Estoy con Alicia muy cerca de casa, llego en dos minutos”

 

Nos levantamos y volvemos al ascensor para bajar, ya estamos en el 11 B, mi casa. Está la puerta abierta y entramos Alicia y yo sigilosamente hasta que veo que están mis padres hablando con Isa en el salón. En vez de entrar, nos quedamos las dos un rato en la puerta escuchando la conversación, están hablando de mí. Primero oigo a Isa decir “Me ha dicho que le faltaban dos minutos, estará a punto de llegar” Y mis padres le preguntan “¿Te ha dicho algo de que estaba haciendo o con quien estaba?” E Isa les dice lo que le decía yo a ella en el mensaje “Bueno, no sé donde estaba, pero sí sé con quién” Mis padres se miran entre ellos y miran a la niña esperando a que siga la frase. Ella, intimidada dice “Me ha dicho que estaba con una tal Alicia” En ese momento, mis padres vuelven a mirarse con cara de preocupación, “No puede ser” dice mi madre, Isa la pobre no entiende nada y les pregunta “¿Quién es Alicia?” A lo que mi padre contesta “Isabel, Alicia no existe, es un producto de su imaginación, nuestra hija es esquizofrénica, que es un trastorno mental, que se caracteriza por, entre otras cosas, delirios y alucinaciones”

 

Desde el momento en el que escucho esas palabras, dejo de prestar atención a lo que siguen diciendo, me giro a mi derecha donde hacía un momento estaba Alicia, ahora ya no había nadie.

Teresa Masián 7/5/2021 3ºevaluación


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