LO QUE PENSABA MIENTRAS SUCEDÍA TODO
Finales de septiembre, no me acuerdo muy bien del día
la verdad, estaba comiendo con papá y mamá y me dijeron que te iban a ingresar,
yo la verdad que tenía en mi mente que te pasaba algo, habías estado todo el
verano con los dolores que tuvo mi otra abuela, como si te estuviese apretando
muchísimo un cinturón la tripa. Mamá se olía que iba a ser cáncer, pero no la
quería creer. A principios de octubre decidí irme a dormir unos días a tu casa
con el abuelo, para que mientras estabas ingresada no estuviese solo, pero esos
días se alargaron más de la cuenta.
Estábamos comiendo papá, mamá, el abuelo y yo cuando a
papá se le escapó que te iban a dar la quimio, “¿cómo?” respondí yo, mama le
miro con una cara con la que se le notaba que no quería que yo me enterase de
ese modo. Me fui corriendo a la habitación y me puse a llorar, mama vino detrás
de mi y me explico que no iba a pasar nada, que estaba controlado. Me
tranquilizo un poco y volvimos a la mesa, me di cuenta de que él abuelo estaba
llorando y mama empezó a llorar. Papá dijo unas palabras como “se va a poner
bien, el verano que viene vamos a ir todos a Calafell y la abuela va a estar
genial”.
Con el coronavirus no se podía ir a visitar a la gente
al hospital, pero los días que íbamos a llevarte comida que hacía mamá porque
la del hospital no te gustaba, te veíamos por la ventana, esos eran los
momentos más felices de mi día sin duda. Pasaron tres semanas en las que el
abuelo estaba adelgazando mucho, estaba muy nervioso por lo que podía pasar.
Hasta un día que los médicos le dijeron que volvías a casa en una semana.
Cuando me lo contaron me acuerdo que me puse a llorar de la alegría, te iba a
ver en muy poco tiempo.
Llegó el día, yo llegaba tu casa para comer con el
abuelo como siempre, y ahí estabas, llegando con mamá, Celia, Candela y el
abuelo. Te pusiste a llorar al verme y te di un abrazo enorme que nunca voy a
olvidar. Subimos a casa y te sentaste en tu sillón, vi al abuelo lo más feliz
que le he visto en toda su vida, no podía parar de sonreír y llorar de
felicidad.
Ese día, dormí en tu casa para ayudaros al abuelo y a
ti con las cosas que necesitaseis, al día siguiente, me desperté y estaban los
tíos con mateo en casa, preparándote el desayuno. El abuelo, que se había
estado levantando todos los días a las 6 de la mañana por la preocupación, ese
día se levantó a las 10, y súper aliviado. Fui a desayunar contigo a la cocina
y le mandé una foto a mamá de ti, lo que no sabía era que iba a ser la ultima
foto que te hiciese.
Como estaba todo perfecto me fui a casa a pasar la
noche, me desperté y era Halloween, con todo esto del coronavirus mi grupo y yo
nos quedamos en casa en videollamada, estuvo muy guay hasta más o menos las 8,
que le llegó un mensaje a mamá de la tía Ali, que fuese corriendo al hospital, estabas
vomitando sangre. Al rato, papá llamo a mamá a ver cómo estabas, ella le dijo
que estaba más o menos controlado, pero más o menos una hora después escribí a
mamá y el mensaje que obtuve fue “esta muy malita, ha llegado su hora, rezad a
Dios para que se vaya al cielo tranquila”. Rompí a llorar y fui corriendo hacia
papá, el me dijo que estuviese tranquila, aunque el no entendía nada porque
hacía una hora que todo estaba bien.
Mamá nos llamo llorando, te habías ido al cielo, me
dijo que te habías ido tranquila y rezándole a Dios. Papá se fue corriendo al
hospital y Candela Celia y yo nos quedamos en casa, Candela y yo estábamos
llorando, Celia no entendía nada y cuando se lo explique, se puso a llorar,
desde entonces siempre que te nombran dice que estas en el cielo con El Niño
Jesús.
Desde ese momento todo fue en picado, mis notas
bajaron muchísimo y lloraba todas las noches en silencio en mi cuarto o
hablando con alguna amiga para poder distraerme. No quería que nadie se
enterase de que estaba llorando porque sino iban a estar mal ellos.
A partir de ese día me quedé en casa del abuelo a
vivir con el. Recuerdo que estábamos los dos hartos porque no paraba de sonar
el teléfono por la gente que nos iba a dar el pésame. El abuelo cada vez que
alguien le hablaba un poco de mi abuela se ponía a llorar, era todo súper
triste.
Queríamos enterrarte en Bernardos, porque era un lugar
muy especial y el abuelo quería que estuvieses ahí, pero con el coronavirus no
podíamos pasar de provincia, por lo que tuvimos tus cenizas en casa hasta
junio, que ya pudimos ir y despedirte bien.
Hasta ese momento, el abuelo no estaba tranquilo, pero
fue muy especial el momento de enterrarte, ya que vinieron también los primos
de canarias, y nos juntamos toda la familia.
A día de hoy, a esa foto que te hice el día antes de
morir le doy un besito de buenas noches todas las noches, y las casas de la
familia se han llenado de fotos tuyas. Te echamos de menos todos los días, pero
sabemos que nos cuidas desde ahí arriba.
Ana
Gozalo Gutiérrez, 1bach A, 7 noviembre 2021
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