Pablo Urrutia (Un carnicero de Burgos en el Madrid de 1936)


 

UN CARNICERO DE BURGOS EN EL MADRID DE 1936


Mi bisabuelo Eleuterio nació en Tejada, un pueblecito de Burgos que yo conozco, en 1909. De joven se mudó a Madrid, junto a su madre y hermanos. Vivían en Chamberí y juntos llevaban un negocio familiar, una carnicería por Arguelles y gracias a esto podían llevar una vida normal, sin lujos pero tampoco con problemas. También recalcar que mi bisabuelo no tenía ninguna tendencia política.

 

1936 fue un año muy duro en España ya que había mucha tensión política, intransigencia, desorden, violencia, etc. El 18 de julio de este año hubo una sublevación militar en contra de la república, a la que se incorporaron muchos ciudadanos de derechas o religiosos. Un día más tarde en Madrid el gobierno, por miedo, empezó a repartir armas a los ciudadanos de los partidos políticos de izquierdas (milicianos) para defender la capital.

 

Mi bisabuelo contaba que, durante ese verano, cuando volvía de la carnicería, todos los días a la salida del metro de Iglesia, había varios milicianos pidiendo la documentación y amenazando para que se alistaran en el ejército. Daban mucho miedo porque a partir del 19 de julio, tras la entrega de las armas a los milicianos, por las noches buscaban en las casas a las personas que pensaban que estaban en contra de la república, los encarcelaban o fusilaban en cualquier rincón o pared. Se escuchaban los disparos en las noches, pero no porque el ejército nacional se aproximara a Madrid, sino porque se estaba asesinando a personas. Esta acción de fusilamiento por las noches era denominada “los paseos”. Durante ese verano se asesinaron a miles de personas.

 

 

Un día, ya en otoño y con los nacionales acercándose a Madrid por el norte y el suroeste, en la carnicería familiar había una gran cola y mi bisabuelo se sorprendió cuando una señora algo mayor se saltó toda la cola para exigir unas determinadas piezas de carne. Mi bisabuelo respetuosamente pidió que se pusiera a esperar en la cola como todo el mundo y así podría atenderla pero ésta, muy enfadada, se enfadó mucho y acusó a mi bisabuelo de ser un fascista y le amenazó con que “te vas a enterar”. No le dio mucha importancia a esto hasta que se enteró gracias a un cliente de que esta señora era mujer de un jefe anarquista. Mi bisabuelo temiendo por su vida decidió alistarse en las milicias del partido comunista, poco después se empezó a llamar el Quinto Regimiento. No lo eligió por pensamiento político sino por la simple razón de que veía que estaban mejor organizados y ahí estaría más seguro.

 

 

Tras alistarse tuvo que incorporarse a un campo de instrucción que estaba en el barrio de Tetuán. Era un colegio, pero se habían suspendido las clases por la guerra. Al poco tiempo le nombraron sargento, porque tenía estudios (de niño había estudiado en un seminario), era relativamente mayor porque tenía 27 años y había hecho la mili.

 

En noviembre de ese año los nacionales llegaron a Madrid. Mi bisabuelo, que estaba en lo que llamaban “una fuerza de choque”, participó en primera línea en todas las grandes batallas del frente de Madrid. Estuvo en la Ciudad Universitaria donde luchó dentro de los edificios con bombas de mano porque en algunas plantas estaban los nacionales y en otras los republicanos. También estuvo en la batalla del Jarama en la colina del Pingarrón, donde hubo miles de bajas. Y también en las batallas de Guadalajara y de Brunete.

 

Fue gravemente herido por un disparo una madrugada en la Casa de Campo. No le pudieron evacuar hasta el atardecer. Le llevaron en una ambulancia por la Dehesa de la Villa a un hospital de Madrid que, por cierto, estaba muy cerca del hospital donde yo nací.

 

Logró recuperarse de sus heridas y tras ello le dieron un nuevo destino como Carabinero que ya no era tan arriesgado. Pero eso ya es otra historia.

 

Mi bisabuelo vivió muchos años pero no llegué a conocerle. Estas historias se las contaba a mi padre cuando era niño. A él no le gustaba hablar de ello y era mi  padre el que insistía. Cuando lo hacía siempre le decía a mi padre que la guerra es horrorosa y que pase lo que pase nunca más nos debe ocurrir una cosa así.

 

Uno de los soldados nacionales que atacaban Madrid desde el norte era un miliciano carlista navarro. Se llamaba Juan y era otro bisabuelo mío. Él murió al final de la guerra.

 

Pablo Urrutia Valencia 4ºE 9/11/2021

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