INFIERNO EN LAS
TRINCHERAS
Un
rayo de luz entreabre mis ojos, mis ojos apagados mis ojos destrozados, me
dolía todo. Las piernas, lo brazos, cada gesto facial me suponían un esfuerzo me
giro a mi alrededor y veo a mis compañeros, están igual que yo o peor.
Me
incorporo y veo todo el suelo cubierto de soldados despertándose y poco a poco
levantándose, les veo las caras, su rostros estaban demacrados sus miradas
perdidas ,un hombre entra en la sala y se acerca a cada uno gritándole para que
se prepare, pero yo no le oía o no
quería oírle ,no percibía ningún ruido ,me miro y se acercó, yo seguía sentado
el agachándose me miró fijamente su
cabeza se acercó, su nariz a pocos de
centímetros de la mía, una nariz larga y sucia, seguía gritándome pero no le
escuchaba, sus venas parecían que iban a estallar me gritaba pero no le oía ,
su cara era presa de la furia, luego de la desesperación y al final de la
tristeza .Mi mirada estaba absorta, él se levantó me lanzo un trozo de pan y
siguió levantando a los soldados .Cuando agarre el pan le di un gran mordisco,
un pan húmedo amargo y vomitivo ,pero era lo único que había para comer .
Me
prepare, me puse el casco agarre mi rifle y salí de aquel hoyo en el que
estábamos metidos al mismo tiempo un pelotón entraba, por si alguno conseguía
poder encontrar lo más valioso, el sueño y aunque solo fuesen por unos
instantes la paz.
Un
fuego de mortero me despejo y lo oí todo como debería ser, el sonido de las
balas y el mortero impactaban en mis oídos y perforaban mis tímpanos no se oía
otra cosa y aunque llevábamos solo 4 meses en aquellas trincheras recubiertas
de fango y suciedad, con gusanos saliendo de las entrañas de los cadáveres que
no daban tiempo sepultar, parecía que lleváramos años y años ahí metidos.
Fui
a mi puesto y me acurruque en el hueco que hacía días, que mi relevo había
preparado, gire la cabeza y vi a mi compañero nuestras miradas se cruzaron los
dos queríamos hablar, hablar y despejarnos, pero ninguno podía no nos salían
las palabras. De vez en cuando me asomaba y veía el largo prado lleno de
boquetes y arrasado por los morteros, veía todo el dolor y el sufrimiento que
habían causado estos años de guerra, no se podía respirar, el aire era
nauseabundo y las ganas de aguantar y no salir corriendo cada vez eran menores,
a veces pensaba e intentaba escapar de aquella cárcel que evitaba que pudiera
estar tranquilo, mis fuerzas no eran ilimitadas ni físicamente, ni mentalmente.
Pensaba
en mi madre en mi casa en mis amigos, me gustaba imaginar que estaban haciendo,
también pensaba en el día que me uní como mis amigos me insistieron en que me
alistara como en cada poste cada señal de tráfico cada pared había algún tipo
de imagen, propaganda, que incitaba que nos alistáramos a la guerra que la
nación nos necesitaba , en qué momento me había preocupado la nación ,tenía
solo 17 años.
Una
sacudida me despertó de mis recuerdos y memorias, despues vino otra, de repente
mi compañero empezó a gritar , lentamente me asome y en un parpadeo un pelotón
enemigo corría hacia nuestra posición iban descoordinados ,como a
trompicones,apunte con mi rifle mis manos estaban temblorosas mi cuerpo pese al
ver al enemigo no sentía nada, ni miedo, ni emoción o adrenalina, no sentía
nada, puse el dedo en mi gatillo y titubeando lo apreté, el sonido me aturdió llevaba 4 meses y todavía no había
disparado a nadie, ni tampoco quería hacerlo un ráfaga de metralleta resonó en
mi cabeza y vi a mi compañero disparando sin compasión sin ningún esfuerzo de
dejar a algún superviviente .
Al volver a ver lo que había hecho vi al
pelotón masacrado y tirado en el suelo, ¿Eran suicidas? Me pregunté
internamente y cuando dirigí mi mirada a mi compañero en su cara se podía ver
el mismo pensamiento que el mío, acaso ellos no querían vivir.
Un
silbido sordo perforo mis oídos. Y un gran estruendo impacto a pocos metros de
mí, salí por los aires y perdí el conocimiento, cuando abrí mis ojos 3 personas
estaban encima mío, no podía moverme ni tampoco hablar solo ver. El soldado que
me sujeto la cabeza no era otro que mi capitán, los otros dos llevaban una cruz
roja en sus cascos e intuí que eran médicos, seguía sin poder hablar y le veía
sacando vendas de su maletín sin descanso entonces me miré las piernas, Un gran
grito de dolor rugió dentro de mí el dolor no se aguantarlo un ardor que salía
de mis piernas destrozadas y esparcidas por el fango, el dolor era insufrible.
Creo que volví a perder el conocimiento, cuando me volví a despertar ya no
sentía nada ya miré y los médicos seguían tratándome las piernas, ya podía
mover el cuello, seguía en la trinchera y veía como el cadáver de mi compañero
destrozado y esparcido por la trinchera, mi capitán me agarro la cabeza y me
hablo, seguía sin oírle, no intente leerle los labios me incorporo la cabeza y
cerré los ojos.
Porque
peleaba, porque luchaba, por quien lo hacía. Un sudor frio me inundo el cuerpo,
el miedo me sobrecogió el alma y todas esperanzas cayeron. Toda la
desesperación se colmó, ¿pero de que tener miedo?, tenía miedo de lo que
quería.
Quería morir.
Guillermo
Carreras Fernandez
4E N7 15/02/22
Comentarios
Publicar un comentario