Guillermo Carreras (Infierno en las trincheras)

 





INFIERNO EN LAS TRINCHERAS

 

Un rayo de luz entreabre mis ojos, mis ojos apagados mis ojos destrozados, me dolía todo. Las piernas, lo brazos, cada gesto facial me suponían un esfuerzo me giro a mi alrededor y veo a mis compañeros, están igual que yo o peor.

 

Me incorporo y veo todo el suelo cubierto de soldados despertándose y poco a poco levantándose, les veo las caras, su rostros estaban demacrados sus miradas perdidas ,un hombre entra en la sala y se acerca a cada uno gritándole para que se prepare, pero yo no  le oía o no quería oírle ,no percibía ningún ruido ,me miro y se acercó, yo seguía sentado el agachándose me miró fijamente  su cabeza se acercó, su nariz  a pocos de centímetros de la mía, una nariz larga y sucia, seguía gritándome pero no le escuchaba, sus venas parecían que iban a estallar me gritaba pero no le oía , su cara era presa de la furia, luego de la desesperación y al final de la tristeza .Mi mirada estaba absorta, él se levantó me lanzo un trozo de pan y siguió levantando a los soldados .Cuando agarre el pan le di un gran mordisco, un pan húmedo amargo y vomitivo ,pero era lo único que había para comer .

 

Me prepare, me puse el casco agarre mi rifle y salí de aquel hoyo en el que estábamos metidos al mismo tiempo un pelotón entraba, por si alguno conseguía poder encontrar lo más valioso, el sueño y aunque solo fuesen por unos instantes la paz.

 

Un fuego de mortero me despejo y lo oí todo como debería ser, el sonido de las balas y el mortero impactaban en mis oídos y perforaban mis tímpanos no se oía otra cosa y aunque llevábamos solo 4 meses en aquellas trincheras recubiertas de fango y suciedad, con gusanos saliendo de las entrañas de los cadáveres que no daban tiempo sepultar, parecía que lleváramos años y años ahí metidos.

 

Fui a mi puesto y me acurruque en el hueco que hacía días, que mi relevo había preparado, gire la cabeza y vi a mi compañero nuestras miradas se cruzaron los dos queríamos hablar, hablar y despejarnos, pero ninguno podía no nos salían las palabras. De vez en cuando me asomaba y veía el largo prado lleno de boquetes y arrasado por los morteros, veía todo el dolor y el sufrimiento que habían causado estos años de guerra, no se podía respirar, el aire era nauseabundo y las ganas de aguantar y no salir corriendo cada vez eran menores, a veces pensaba e intentaba escapar de aquella cárcel que evitaba que pudiera estar tranquilo, mis fuerzas no eran ilimitadas ni físicamente, ni mentalmente.

 

Pensaba en mi madre en mi casa en mis amigos, me gustaba imaginar que estaban haciendo, también pensaba en el día que me uní como mis amigos me insistieron en que me alistara como en cada poste cada señal de tráfico cada pared había algún tipo de imagen, propaganda, que incitaba que nos alistáramos a la guerra que la nación nos necesitaba , en qué momento me había preocupado la nación ,tenía solo 17 años.

 

Una sacudida me despertó de mis recuerdos y memorias, despues vino otra, de repente mi compañero empezó a gritar , lentamente me asome y en un parpadeo un pelotón enemigo corría hacia nuestra posición iban descoordinados ,como a trompicones,apunte con mi rifle mis manos estaban temblorosas mi cuerpo pese al ver al enemigo no sentía nada, ni miedo, ni emoción o adrenalina, no sentía nada, puse el dedo en mi gatillo y titubeando lo apreté, el sonido  me aturdió llevaba 4 meses y todavía no había disparado a nadie, ni tampoco quería hacerlo un ráfaga de metralleta resonó en mi cabeza y vi a mi compañero disparando sin compasión sin ningún esfuerzo de dejar a algún superviviente .

 

 Al volver a ver lo que había hecho vi al pelotón masacrado y tirado en el suelo, ¿Eran suicidas? Me pregunté internamente y cuando dirigí mi mirada a mi compañero en su cara se podía ver el mismo pensamiento que el mío, acaso ellos no querían vivir.

 

Un silbido sordo perforo mis oídos. Y un gran estruendo impacto a pocos metros de mí, salí por los aires y perdí el conocimiento, cuando abrí mis ojos 3 personas estaban encima mío, no podía moverme ni tampoco hablar solo ver. El soldado que me sujeto la cabeza no era otro que mi capitán, los otros dos llevaban una cruz roja en sus cascos e intuí que eran médicos, seguía sin poder hablar y le veía sacando vendas de su maletín sin descanso entonces me miré las piernas, Un gran grito de dolor rugió dentro de mí el dolor no se aguantarlo un ardor que salía de mis piernas destrozadas y esparcidas por el fango, el dolor era insufrible. Creo que volví a perder el conocimiento, cuando me volví a despertar ya no sentía nada ya miré y los médicos seguían tratándome las piernas, ya podía mover el cuello, seguía en la trinchera y veía como el cadáver de mi compañero destrozado y esparcido por la trinchera, mi capitán me agarro la cabeza y me hablo, seguía sin oírle, no intente leerle los labios me incorporo la cabeza y cerré los ojos.

 

Porque peleaba, porque luchaba, por quien lo hacía. Un sudor frio me inundo el cuerpo, el miedo me sobrecogió el alma y todas esperanzas cayeron. Toda la desesperación se colmó, ¿pero de que tener miedo?, tenía miedo de lo que quería.

 

Quería morir.


 

Guillermo Carreras Fernandez                                                                        4E N7 15/02/22


Comentarios