Álvaro Tenorio (La abuela)


 

LA ABUELA

 

Hace unos años estuve en casa de mi tío Paco el cual vive en un pequeño poblado llamado Pinchi. En el cual pasábamos veranos enteros. Dicha casa fue heredada por mi tío años después de que mi abuela fuese brutalmente asesinada en ella. Desde aquel entonces no nos juntamos con tanta frecuencia a como lo hacíamos anteriormente. Mi familia y yo fuimos y ya que era mi cumpleaños pedí permiso para poder llevar a un amigo ya que ninguno de mis primos pudo asistir. Tras un largo viaje saludamos a mi tío y el amablemente nos asignó la antigua habitación de mis padres la cual daba vista directa al monte de al lado. El mismo monte que subíamos toda la familia el último día de verano para ver el atardecer.

 

Esa misma noche después de la rica barbacoa que nos preparó mi tío nos fuimos a la cama estuvimos hablando de nuestras cosas como los estudios, chicas y deportes hasta que nos quedamos fritos. A la mañana siguiente, nos levantamos y el desayuno ya estaba preparado idéntico a como lo hacía mi abuela en las mañanas de verano. Posteriormente mi tío nos propuso una excursión, que consistía en subir a la cima del monte de al lado para ver el bonito atardecer como hacíamos en verano. Sobre las seis y media de la tarde decidimos empezar a prepararnos para subir al monte. Al entrar por el sendero una brisa de aire fresco se sintió al pasar y nos dispusimos a caminar más rápido.

 

Llegamos a la cima quedándonos un buen rato allí arriba observando el atardecer y hablando como de costumbre. Cuando Pepe me preguntó, Oyes, ¿qué paso con tu abuela? A lo que le respondí, mi abuela ya es parte del pasado, tratamos de olvidar lo sucedido ya que no conseguimos justicia por lo que paso.

 

El cielo ya se estaba oscureciendo y empezamos a bajar. Cuando a mitad del tramo nos percatamos de algo que no habíamos visto de ida … una choza vieja y abandonada por lo que nos acercamos para ver si había algo o alguien. Nos asomamos por una pequeña ventana, pero la sangre se nos heló al ver los restos de un ritual satánico junto a una luz tenue que provenía de la cocina. Me volteé hacia el otro extremo de la cabaña cuando de repente vi a una mujer de edad madura con pelo blanco, ojos blancos caídos y de baja estatura observándonos con una sonrisa macabra.

 

 

Tardamos en reaccionar has que corrimos tan rápido como nunca habíamos corrido, volviendo la vista deseando no encontrarnos con aquella mirada congelante y esta sonrisa macabra. Al fin llegamos a pie de montaña, entramos de prisa y cerramos cada cerradura que tenia la puerta. Contamos todo lo que había pasado, pero obviamente nadie nos creyó, se pensaban que nos lo habíamos imaginado. Nos quedamos en la cocina hablando con los demás un buen rato. Después de tranquilizarnos decidimos irnos a dormir esperando olvidar todo lo sucedido.

 

A mitad de la noche, mi amigo y yo, nos levantamos de un sobresalto al oír el crujido en la madera vieja del pasillo. Nos escondimos bajo la sabana como en las películas de miedo pensando en que era el lugar mas seguro de toda la habitación. Al poco tiempo nos asomamos para ver si había algo, pero no vimos nada y decidimos destaparnos debido al calor infernal que estábamos pasando debajo de la sabana. Encendimos la luz de noche cuando… vi a la misma señora de aquella choza de edad madura, ojos blancos caídos y de baja estatura. Cuando de repente dijo: No te preocupes, no te haré daño. Respondí rápidamente, - ¿Abuela, eres tú? Desde aquel entonces no se supo nada mas de nosotros y quedamos en el olvido.

 

Álvaro Tenorio 2ºB Mayo 2022

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