Mercedes Boluda (Todo depende del cristal con que se mire)


 

TODO DEPENDE DEL CRISTAL CON QUE SE MIRE


Empezaba otra semana. Pablo estaba cansado del largo lunes. Vivía lejos del centro, en una casa grande a la que se mudó con toda su familia hacía pocos meses. Su abuela se fue a vivir con ellos, lo que a Pablo le encantaba ya que era una de las personas más buenas y compresivas que conocía, y una de las personas que siempre conseguía sacarle una sonrisa.

 

Esa tarde de lunes no le apetecía hacer nada. Tenía mucho trabajo y no paraba de pensar en la semana que tenía por delante. Aun así, pudo sacar un ratito de tiempo antes de irse a dormir para escribir todo lo que tenía en su cabeza. Sabía que de esta manera conseguiría despejar sus preocupaciones. Cogió un folio en blanco y empezó a escribir:

 

Para empezar, es lunes. Odio los lunes porque solo pienso en que llegue el fin de semana. Esos dos días son los únicos en los que puedo dormir algo más, aunque no lo suficiente para recuperar todo el sueño que arrastro entre diario. Claro, me tengo que levantar a las seis y media todos los días para coger el bus a tiempo y llegar a clase puntual. Si no nos hubiésemos mudado tan lejos del colegio, no tardaría tanto y podría dormir más. Pero bueno, es lo que me ha tocado y no lo puedo cambiar.

 

Además, hoy he tenido un examen de matemáticas con un montón de fallos que me van a restar para la nota final. Y hoy no puedo descansar, claro. Tengo la semana llena de proyectos y trabajos que aún tengo que hacer con mis compañeros de clase. Encima, hoy en casa hemos comido lentejas, uno de los platos que menos me gustan. Bueno, es que todo lo que he dicho hasta ahora no es lo peor. Mi hermano el otro día tuvo un accidente de coche y se ha fastidiado la rodilla. Pero lo que más le duele es el hecho de que no va a poder jugar más al baloncesto, su deporte favorito. Y, por supuesto, ahora es el que más atención recibe. ¡Tiene a todo el mundo preocupado y pendiente de él! Y por si todo esto fuera poco, mi mejor amigo ya no es el de antes desde que falleció su abuelo. Entiendo que esté triste y lo pase mal, pero no sé qué más puedo hacer para que vuelva a estar feliz.

 

Bueno, llegados a este punto, para lo único que me ha servido escribir todo esto es para darme cuenta de todas las cosas malas que tengo y lo triste que es mi vida. Ni siquiera me apetece meterme en esa cama de todos los días. Ojalá pudiera soñar estar en otro lugar.

 

Tras escribir esto, Pablo se fue a dormir. Al día siguiente, después de comer, se dio cuenta de que encima de su mesa ya no estaba el papel en el que escribió la noche anterior, sino que había otro en su lugar. Reconoció al instante la letra de su abuela y comenzó a leer:

 

Para empezar, es lunes. Me gustan los lunes porque siento que tengo mucho tiempo para aprovechar antes de que llegue el fin de semana otra vez. Esos dos días son los que tengo para descansar y recuperar fuerzas para la semana siguiente. Entre diario, madrugo todos los días para coger el bus y llegar a clase puntual. Aunque viva lejos del colegio y tarde un rato en el transporte público, aprovecho ese tiempo para leer las noticias o escuchar esa música que tanto me gusta. Si no nos hubiésemos mudado tan lejos, no podría ver a mi abuela todos los días y es algo que no quiero cambiar.

 

Además, hoy he tenido un examen de matemáticas con un montón de fallos que ya no voy a cometer en el examen final. Y hoy no puedo descansar, claro, porque tengo un montón de proyectos que disfruto haciendo con mis compañeros y en los que aprendo muchas cosas nuevas. A pesar de que hoy no he comido uno de los platos que más me gustan, agradezco tener algo que llevarme a la boca todos los días al llegar a casa. Bueno, hasta ahora no me va nada mal. Es verdad que mi hermano ya no puede practicar su deporte favorito por culpa de un accidente de coche, del cual podría haber salido muy mal herido, pero ahora tiene más tiempo para dedicarse a su otro hobbie, la lectura, y empezar con el segundo deporte que siempre le ha apasionado: la natación. Y, por supuesto, tiene toda la ayuda y la atención disponible al alcance de su mano para superarlo. ¡Suerte que nos tiene cerca! Por otra parte, mi mejor amigo está triste desde que falleció su abuelo y, aunque no puedo hacer nada para que vuelva a ver a una persona tan querida, sabe que me tiene a su lado y que puede contar conmigo para lo que necesite.

 

Bueno, escribir todo esto me ha servido para darme cuenta de la suerte que tengo y lo agradecido que estoy por todo. Incluso doy gracias por poder meterme ahora en una cama calentita con sábanas limpias. No podría soñar con un lugar mejor.

 

Así, Pablo se dio cuenta de que todo depende del color del cristal con que se mire.

 

Mercedes Boluda 1ºB

Mayo 2022

 

 

                                                    

 

 

 



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