LA FINAL DEL CAOS
Como
ya sabéis, el pasado 28 de mayo se disputó la final de la UEFA Champions League
entre el Real Madrid y el Liverpool, y yo tuve la suerte de poder asistir al
partido.
La
final se jugó en Saint-Denis, un barrio a las afueras de París, con el mayor índice
de delincuencia de todo Francia. Aunque este dato parezca irrelevante, tiene
mucho que ver con lo que voy a contaros hoy.
Más
que hablar de lo futbolístico, os voy a contar la realidad que vivieron muchos
de los aficionados que se movilizaron hasta París para disfrutar de la final.
Yo
viajé a París con mi padre, ya que le tocaron las entradas en el sorteo que
hace el Real Madrid entre los socios. Llegamos el sábado, día del partido, sobre las 10 de la mañana.
Descansamos
un rato, comimos y llegamos al estadio a las 6 de la tarde, con 3 horas de
antelación. Fuimos andando desde la parada del tren de cercanías hasta el
estadio, unos 10 minutos, había buen ambiente y muchos aficionados de ambos
clubes.
A
unos 200 metros del estadio, se instaló un anillo de seguridad. Era el primer
control para acceder a los exteriores del estadio, y nada más pasar ese
control, la UEFA te validaba el código QR para activar tu
entrada. La UEFA había advertido que, dentro del anillo, habría
bastantes sitios para comer y beber algo, pero no fue así.
Una
vez validada la entrada, cada uno tenía una puerta de acceso asignada y aquí vino
uno de los principales problemas: el 80% de los aficionados del Madrid fueron
enviados a la misma puerta, la N, entre ellos mi padre y yo. Había una cola
interminable. Nos pusimos a la cola sobre las 7 de la tarde, y pasada una hora
y media, no habíamos avanzado ni la mitad de la cola.
Durante
el tiempo que estuvimos en la cola, puede ver cómo grupos de franceses saltaban
las vallas del estadio, de unos 5 metros de altura, y la policía no
reaccionaba, se quedaban mirando sin actuar, nadie entendía nada. Además, se
realizaron muchos robos de carteras, móviles e incluso llegaron a robar
entradas a los aficionados de manera violenta.
Después
de hora y media de espera en la fila, la gente comenzaba a ponerse nerviosa.
Sobre las 9 menos 20, los socios del Madrid, desesperados, empezaron a desarmar
las vallas de seguridad que marcaban la cola, saltándose así la mitad de ésta,
y mi padre y yo les seguimos. Hubo insultos entre los aficionados, ya que estábamos
todos apelotonados queriendo entrar al estadio y la tensión aumentaba cada vez
más. La megafonía del estadio se empezó a escuchar y esto provocó
todavía más nerviosismo. A 10 minutos del comienzo del partido, mi padre y yo
conseguimos sentarnos en nuestros sitios, aunque el partido se retrasaría 40
minutos más ya que si en la parte del Madrid había habido problemas, lo del
Liverpool fue mucho peor.
Muchos
aficionados del Liverpool, incluyendo amigos y familiares de jugadores,
acabaron pagando las consecuencias del vandalismo de los aficionados franceses
siendo atacados con gases lacrimógenos.
El
Liverpool ha denunciado públicamente lo ocurrido. Han elevado sus quejas a la
UEFA y han pedido explicaciones a las autoridades francesas. A día de hoy el
ministro del interior francés podría ser destituido después de lo sucedido.
Incluso
el propio Liverpool está ofreciendo ayuda psicológica a los aficionados que
sufrieron el caos de Saint Denis.
La
organización por parte de la UEFA fue terrible, y muchos delincuentes de la
zona se dedicaron a estafar y robar a los aficionados tanto españoles como ingleses.
Hablé
con muchas personas después del partido y todos habían tenido problemas: en el
metro de vuelta después de la final, había un aficionado del Liverpool al que
los franceses habían partido 3 dientes, le habían roto las gafas y le habían
robado el móvil. Un mexicano también me dijo exactamente los mismo, que le habían
robado el móvil un grupo de pandilleros del barrio de Saint-Denis.
Al día siguiente, en el avión de vuelta a España, un señor mayor que iba con su nieto nos comentó que le
habían robado también el móvil. Un amigo de mi abuelo me contó que dejó el
coche en un parking y se lo robaron.
Además,
si dejabas el coche en las calles cercanas, te pedían 50 euros para que tu
coche “estuviera seguro”, esto obviamente era un chantaje.
Otra
opción era volver en taxi, pero los taxistas te pedían 300 euros para regresar
a tu hotel.
Fue
una auténtica vergüenza de organización y la idea de hacer la final
en un barrio marginal al que los propios parisinos no consideran como parte de
París, fue ridícula.
Tengo
claro que si la final la hubiera jugado un equipo francés, la organización habría
sido mucho mejor, pero como eran españoles e ingleses los que jugaban, pusieron
poco interés.
Después
de esta experiencia valoro aún más la seguridad que hay siempre en el Bernabéu
y más ahora que a pesar de estar en obras, nunca hay ningún problema.
Y
otra cosa tengo clara, si este escándalo hubiera ocurrido en España toda Europa
nos habría criticado mucho más que a los franceses.
Creo
que a veces criticamos demasiado nuestro país y pensamos que los países
extranjeros están más capacitados. Francia, en este caso, y no es la primera
vez, ha quedado en evidencia. Incluso el propio gobierno francés ha creado una
página web para que la gente que fue a ver la final y tuvo algún problema, lo
haga público.
Pablo Herrero, 4ºE, junio de 2022
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