Victoria Manetti (México D.F.)


 

MÉXICO D.F.

 

Pitidos, pitidos era lo único que lograba escuchar; al intentar abrir los ojos me vi tumbado en la carretera, pero no alcance a ver mucho más, ya que estaba demasiado débil, intenté mover aunque sea los dedos del pies, pero fue inútil. Creía que mi fin había llegado, hasta que de repente escuché unas voces gritar:

 

 

-       “Aquí, aquí está el ultimo”, estaba confuso, no entendía bien que era lo que estaba sucediendo.

 

 

Sentí como me levantaban y me llevaban hacia algún lugar, supongo que seria la ambulancia ya que lo único que notaba era un gran dolor en el muslo y la parte posterior del brazo. Durante el trayecto entre en coma, y estuve así los próximos 5 días.

 

 

Me desperté un jueves 14 de mayo, en un hospital, estaba confuso, no entendía que hacía ahí, hasta que me vi mi cuerpo; estaba lleno de parches y de vías para introducir la medicación, no voy a mentir, me asusté un poco. Giré la cabeza y vi a una enfermera, ella al verme, por fin despierto, me dijo:

 

 

-       “Buenos días, Alberto, ¿qué tal te encuentras?”

 

 

 Me quedé muy sorprendido, ¿Alberto?, ahí fue cuando me di cuenta de que no recordaba nada, ni de lo que había sucedido, ni de quien era; antes de preguntar la chica continuó diciendo:

 

 

-       “No te preocupes si no recuerdas nada, es normal, has pasado muchos días en coma, poco a poco iras recuperando la memoria… Alberto siento decirte que has sido victima de un tiroteo, mientras estabas terminando uno de tus famosos reportajes en el centro de la Ciudad de México, recibiste dos disparos, uno en la pierna y otro en el brazo. Entiendo que te cueste creerlo, pero esa es la razón por la que estas aquí, te dejo un rato para que procedas todo lo sucedido.”

 

 

No lo podía creer, ¿era un superviviente de un tiroteo y un famoso reportero? La curiosidad pudo conmigo, así que cogí el ordenador que había en mi mesa e intenté buscar más datos sobre quien era. Tras un rato de búsqueda, encontré algo de información: me llamaba Alberto Escorcia, era un periodista que se hizo conocido en 2017 tras revelar operaciones con bots en redes sociales que incitaron una serie de disturbios en el país por parte del gobierno, espiar altos cargos del estado, filtrar escuchas ilegales, denunciar la manipulación durante los procesos electorales…Mi mujer se llamaba Sheila García y era la fotografía de la misma editorial en la que yo trabajaba, había sido asesinada por el gobierno de izquierdas en otro de sus atentados contra los periodistas justo 2 semanas antes del mío.

Al leer aquel artículo, miles de recuerdos me volvieron a la cabeza. Siempre había sido amenazado de muerte por el gobierno, me refugié en España y en Costa Rica durante unas temporadas para poder seguir con mi investigación, pero tras el asesinato de mi mujer, volví a México para acabar lo que empecé y por fin derrotar este gobierno corrupto. 

 

 

Al salir del hospital, varios compañeros vinieron a visitarme, me dijeron que la situación tras mi accidente estaba mucho peor que antes, durante esos días habían sido asesinados otros 7 periodistas más y que debía abandonar mi puesto de trabajo y huir de nuevo.

 

 

Pero esta vez tenía claro que esa no era una opción, tras varios días descansando en casa, me armé de valor y me decidí volver a la oficina. Al salir del apartamento todo parecía igual, no entendía como la gente podía seguir viviendo sus vidas tan tranquilas sabiendo que su proprio gobierno esta asesinando a todo quien revele algo de sus trapos sucios. Llegué al coche y al girar la llave para arrancarlo me di cuenta de que no había gasolina, por lo que tuve que ir en metro. Al salir de la estación me dirigí al edificio de oficinas de El Universal, fui a abrir la puerta de este, pero me dio un pinchazo enorme en el brazo al intentar levantarlo, una de las personas que tenia a mi lado me preguntó que si me encontraba bien, a lo que respondí que si riéndome, por un momento se me había olvidado de que hace poco más de una semana había sufrido un disparo.  Justo antes de entrar por fin a la sucursal, el mismo hombre de antes me dijo: “esta vez no escaparas”; no entendía que quería decir hasta que note como una bala traspasaba mi pecho.

 

Me desplomé de inmediato en el suelo, toda la gente que había por el alrededor se acercó apresuradamente a intentar salvarme, pero yo lo único que podía ver era como aquel hombre corría para no dejar rastro. Sabia que esta vez no sobreviviría, estaba demasiado débil y ya no podía más. Recuerdo escuchar alguna voz gritar, pero yo solamente pensaba en todo lo que había conseguido, había destapado uno de los mayores delitos del gobierno y estoy seguro de que gracias a mis artículos, animé a muchos otros periodistas a hacer lo mismo por lo que pude irme en paz.

 

 

Victoria Manetti 1B

Mayo 2022

 

 

 

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