DEBERÍA
HABERME QUEDADO EN CASA
Tengo
tan solo 16 años y me llamo Carmen, después de mucho tiempo vuelven a ser las
fiestas del barrio, Yo y mis hermanos que somos ocho llevamos esperando mucho
tiempo entusiasmados.
Era un viernes después del colegio, había pasado todo el día hablando con mis
amigas del tema, para ser sincera estábamos hablando de si iría Juan a las
fiestas por la tarde, como no sabía si eso pasaría tendría que ponerme mona por
si acaso. Estuve hablando con las chicas sobre que debería ponerme y llegamos a
la conclusión de que un vestido era lo más oportuno, es mayo hace bastante
calor y era una de las mejores opciones porque a parte de no pasar calor iba
bastante guapa
Llegué a casa después de dar aquel paseo con mis amigas y estaba muy nerviosa
porque tenía que prepararme para ir, aún quedaban unas dos horas pero para mí
quedaban dos minutos. Mi madre me estaba gritando desde la otra habitación
porque había revuelto todo el armario en busca de ese vestido amarillo. Mi
madre estaba realmente enfadada, me ha dicho que lo mejor va a ser que no vaya
y me quede en casa recogiendo todo lo que había desordenado
Que frustración yo solo quería llorar ¿Y ahora que hago? ¿Simplemente no voy y
dejo a mis amigas tiradas? ¿Pierdo la oportunidad de cruzar miradas con Juan?
Después de todo el tiempo que he estado esperando por ir a las fiestas, vaya
basura.
Lo más injusto de todo esto es que mis hermanos sí iban a ir, y al fin y al
cabo yo soy la mayor, debería tener prioridad en estos temas.
Solo quedaba media hora y yo lloraba desconsoladamente mientras recogía,
finalmente me decidí por ir, no me lo pensaba perder. Me duché en el tiempo
escaso que tenía, porque ya había perdido una hora y media dándole vueltas al
tema.
Finalmente encontré el vestido, me lo puse, me
peine y avise a mi hermana pequeña de que me iba y salí corriendo por la
puerta, me sobró tiempo y todo de lo alterada que iba.
Cuando llegue al lugar había un montón de
atracciones alrededor de la plaza de toros que habituaba estar rodeada de
gente, pero lo de hoy era descomunal, estaba todo el barrio, me enorgullecía
mucho ver a tanta gente junta disfrutando de las fiestas.
Más tarde me reuní con mi grupo de amigas que
llevaban más de veinte minutos esperándome en la esquina de una de las
atracciones.
Mis ojos no podían creer lo que estaba
sucediendo, era Juan que venía a lo lejos con todo su grupo de amigos, menos
mal que me puse guapa y llegué justo a tiempo.
Todas mis amigas se morían de ganas por pasar la
tarde con ellos, nos ofrecieron amablemente subirnos con ellos a la barca, que
era esa atracción que nos gustaba tanto a todos, de hecho me arriesgaría a
decir que era nuestra favorita.
Era un Barco que iba de lado a lado y te dabas
con todo el pelo en la cara, era divertido, me generaba mucha adrenalina montar
y hacía mucho tiempo que no lo hacía.
Llevábamos ya media hora en la cola, resulta que
todo el mundo quería montarse.
Finalmente llegó nuestro turno, ¡Qué emoción!
Subimos todos juntos, ya estaba preparada, aunque
estaba un poco asustada. Todo el pelo me daba en la cara, hacía mucho viento,
ostras se me había olvidado el pequeño detalle de que llevo vestido. En una de
las subidas se me levantó el vestido, estaban todos mis amigos y no quería que
se me viese la ropa interior, ¡qué vergüenza! así que sin dudarlo decidí
sujetarme la falda bruscamente, pero no había nada que me sujetase a mi. Por
desgracia en ese momento salí disparada y fallecí del golpe, fue catastrófico.
Todavía se me recuerda con mucho cariño. Fue un
golpe duro para mi familia, sobre todo para mi hermana pequeña, ya que yo era
su mayor inspiración.
Quizás debería haberme quedado en casa recogiendo
mi cuarto, o simplemente haciendo cualquier otra cosa.
Me arrepiento de no haber hecho caso a mi madre
cuando me lo dijo, o quizás simplemente no fue mi culpa, fuese lo que fuese ya
es tarde para cambiar la historia.
Alba García Tlailan 1ºB, 8 de Noviembre 2022.
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