Álvaro Vilallonga (El joven muchacho)


 

EL JOVEN MUCHACHO


La tarde cae en Bilbao, el frío va aumentando, pero aun así no había escusa para poder salir a la calle.

 

 

El joven cogió su cartera y se fue directo al sitio que tenía que ir. Mientras salía de su casa se dio cuenta que hacía más frío de los normal a si que decidió volver a entrar a su casa a por una chaqueta.

 

 

Una vez ya se puso su abrigo, se dispuso a caminar al sitio que le habían indicado. Durante el trayecto estuvo dándole vueltas a quién iba a elegir próximo presidente, aunque el tuviese ya su idea clara, pero el seguía con el <<run-run>>.

 

 

Conforme se iba acercando, aumentaba más la presión, es que era su primera vez votando y sabia que iba a ser un momento inolvidable para el y que en algún futuro se lo contaría a sus hijos. Cuando ya no podía más decidió prender un cigarro y olvidarse de todos los problemas que le atormentaban.

 

 

El cielo se iba oscureciendo y para cuando llegó al sitio ya se había puesto el sol. El colegio al que iba a votar ya casi no tenía gente, pero al joven muchacho no le importaba nada.

 

 

Cuando por fin decidió entrar en el colegio vio dos sombras a su espalda con pintas muy desagradables. Pero el siguió su camino hacia las mesas electorales.

 

 

Pasados cinco segundos los dos hombres con mala pinta le giraron al chaval y se lo llevaron a la calle de atrás. El joven tranquilo decidió preguntarles qué querían. La respuesta de los dos hombres fue sencilla, que el chaval votase lo que a ellos les apeteciera.

 

 

Cuando termino la conversación, el chaval aún seguro de sí mismo cometió el error de votar justamente lo contrario a lo que ellos dijeron, pensando que a la vuelta no se los iba a encontrar.

 

 

Decidió esperar a que el colegio electoral cerrase para salir acompañado. Una vez cerrado el colegio salió con algunas personas que habían estado todo el día sentado viendo pasar muchísima gente. A la salida todo fue muy bien, pero, eso fue lo que él creía.

A falta de estar a cinco minutos de su casa se encontró otra vez a esas dos figuras que nunca se le iban a borrar de su mente, poco a poco los dos hombres se iban acercando hacia él, acto seguido el joven muchacho se puso a correr como nunca había corrido en su vida en dirección contraria. Conforme seguía corriendo echaba una mirada hacia atrás a ver si le perseguían, pero era tan de noche que no podía ni a un metro lo que tenía alrededor.

 

 

Paso por varios sitios conocidos como “Arreluce” y el Casco Antiguo. Desde luego que estaba dando una vuelta enorme para volver a su casa y lo mejor de todo es que no perdía el ritmo, como se notaba que era joven y el tabaco todavía no le pasaba factura y era un chicarrón del norte.

 

 

Pasados quince minutos llego por fin a su casa y abrió la puerta del portal con muchísima presión, tanta, que se le cayeron dos veces las llaves. Una vez que entró en casa comenzó a reinar la paz y la tranquilidad, estaba tan asustado y con la adrenalina a tope que fue corriendo al despacho de su padre, pero de repente, escucha un sonido fortísimo en el garaje de su portal.

 

 

Tanto él cómo sus hermanos salieron de sus cuartos y se miraron unos entre otros. Todos decidieron bajar a ver que había ocurrido. El mayor de todos se dispuso a abrir la puerta del portal y acto seguido salieron todos. No había nada de ruido en la calle y decidieron ir al origen del ruido. Los cuatro hermanos incluido el joven muchacho no dieron más de dos pasos para encontrar una figura familiar en el suelo con un agujero de bala en la cabeza. El joven muchacho fue el primero en ir al cuerpo para decirle “papa”.

 

 

Hoy ese joven muchacho sigue vivo, se ha casado y tiene un hijo y una hija. Aunque esa historia haya acabado con un final muy triste, ese joven, ya mayor, sigue contando la historia con mucha ilusión ya que no se lo pudo contar a su padre.

 

 

Álvaro Vilallonga Meca 1ºB                                                                             9/11/2022

 

 

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