Guillermo Martínez García (Brasil)


BRASIL

 

Aquí estábamos otra vez, otro año más, inquietantes por saber como iba a ser el desenlace, esperemos que diferente a los últimos años, porque ya va tocando alguna alegría, tan solo queremos un final feliz, como en aquellos tiempos en los que todo era más bonito.

 

 

Mediados de marzo, largo vuelo hasta nuestro destino, Australia, bastante lejos de casa. Tras tres días, podemos decir que por lo menos este arranque no fue desastroso, aunque tampoco hemos logrado los objetivos, nos fuimos con sabor agridulce.

 

 

No ha pasado ni una semana, y ahora, a unos 11.000 km de casa, y a unos 4800 de Australia, nuestro anterior destino. Por suerte, estos kilómetros y horas en avión tuvieron su recompensa, esperemos que no sea la última.

 

 

No fue la última por suerte. Llegó nuestra ansiada segunda alegría. Eso sí, para conseguirla tuvieron que pasar ni más ni menos que tres meses, en los que hemos tenido que viajar por países como China, Canadá, e incluso nuestro propio país, donde estuvimos cerca de alcanzar la gloria.

 

 

Esta segunda recompensa, llegó en el mejor sitio que podría haber llegado, en casita, donde esta vez sí se logró. No solo fue el hecho de estar muy felices por lo que acabábamos de hacer, sino también porque lo habíamos hecho delante de nuestra gente, que más se podía pedir.

 

 

Solo un mes más tarde, habiendo pasado por suelo inglés, obtuvimos nuestra tercera, y quien sabe si última alegría de este año, aunque queda mejor decir victoria en vez de alegría. Fue en Alemania, concretamente en una ciudad con un nombre impronunciable.

 

 

Una semana más tarde, llegaba el último esfuerzo antes de unas más que merecidas vacaciones. Sin embargo, este esfuerzo no obtuvo el mejor de los resultados. Ahora tocaba descansar.

 

 

Volvíamos un mes más tarde, a nuestra querida Bélgica, con mucha ilusión por ver que nos depararía este final de temporada. Esta ilusión acabó en desilusión porque nos comimos un buen rosco, la verdad que Bélgica nunca fue nuestro fuerte.

 

 

Pasaban las semanas y los meses y la cuarta y tan esperada alegría no aparecía, y eso que tuvimos que recorrernos casi todo el mundo. Algunas de nuestras paradas fueron por ejemplo en los Emiratos Árabes, en India o en Italia. En estos tres países estuvimos muy cerca de este cuarto triunfo, pero no hubo manera.

 

 

Quien sí que logró triunfos en estas semanas fue justo quien no queríamos, que se aprovechó de nuestra racha negativa en cuanto a triunfos para llegar incluso a adelantarnos. Estábamos ahora por detrás y solo faltaban dos fechas.

 

 

La primera de ellas, un largo viaje hasta los Estados Unidos, en pleno noviembre. El ambiente era tenso, porque cabía la posibilidad de que el sueño de levantar nuestro 3º, se fugase ahí mismo. Por suerte, no fue así, la victoria no fue de nuestro lado pero por suerte tampoco del lado de nuestro rival. Fue de un joven inglés que en el futuro daría mucho de que hablar. Pero eso es otra historia que da para rato y que no vamos a tocar.

 

 

Y ahora sí, había llegado el momento, nos encontrábamos en Brasil, un 23 de noviembre, donde en dos días podíamos estar viviendo una alegría inmensa y absoluta, o lamentándonos devastados porque de nuevo se nos habría escapado el tan ansiado título.

 

 

25 de Noviembre de 2012, alrededor de las 17.00 de la tarde hora española, Circuito de Interlagos, en la ciudad de Sao Paulo, Brasil. 71 vueltas de 4.309 metros cada una. La tensión era enorme, había mucho en juego, y eso lo sabían bien Sebastián y Fernando, quien partía séptimo, mientras que el rival lo hacía desde la cuarta posición. Era o uno u otro, no había más. Fernando debía obtener al menos 13 puntos más que el alemán, algo que parecía casi imposible.

 

 

La batalla comenzó y parecía que había surgido un milagro, ya que el en aquel entonces bicampeón del mundo, se quedó en dirección contraria al circuito, colocándose así en la última posición. En este instante Fernando era tricampeón del mundo. Pero la carrera fue transcurriendo y ese Red Bull volaba en la pista, se iba comiendo rivales. El milagro no fue posible, la carrera terminó con el español como segundo y con el alemán como sexto.

 

 

Tres puntos fueron los que separaron a Fernando de alcanzar la gloria. Lo que podría haber sido el mejor momento de su vida acabó siendo un escenario dramático. Que cerca estuvo.

 

 

Guillermo Martínez García, 1º Bachillerato B, 9 de Noviembre de 2022

 

 

 

 

 

 

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