EL
CONFINAMIENTO
La historia que voy a contar narra la
convivencia de una familia madrileña durante el confinamiento.
Luis, era un niño de 16 años que volvía de
hacer el viaje de fin de curso con el colegio. Él como la mayoría de los que
fueron al viaje no sabía cómo estaba la situación respecto al coronavirus, pero
su familia sí, y querían evitar todo tipo de riesgo para que tanto él como sus
dos hermanos pequeños, Juan y María, no se contagiasen del virus. La semana
siguiente, el colegio anunció que se cerraban las aulas durante un par de
semanas. Ante esto, la reacción de los tres hermanos fue de total euforia y
felicidad, al saber que no tendrían que ir al colegio en las próximas semanas y
que podrían pasar el tiempo jugando a videojuegos. Sin embargo, sus padres ante
esta situación tan atípica se agobiaron, y tomaron numerosas precauciones para
salir a trabajar o hacer la compra.
Tras el paso de las semanas el panorama
era diferente, el confinamiento se iba alargando poco a poco, y el virus se
consideraba una pandemia, algo que alarmó a la familia y les hizo ser aún más
extremos con las precauciones. Cuando una persona volvía de hacer la compra se
debía echar gel desinfectante por toda la ropa y una ducha inmediata para
prevenir el contagio. Los niños creían en un principio que estas medidas eran
excesivas, pero con el tiempo se habían acostumbrado. A Luis lo que más le
fastidiaba del confinamiento es que el fútbol se hubiera parado, ver partidos
del Barça era lo que le alegraba los días, y durante la cuarentena no tenía
nada que ver, por lo que su pasatiempo habitual se convirtió en jugar Clubes
Pro con sus amigos. Juan y María, que eran mellizos de 10 años pasaban los días
en la terraza jugando entre ellos y disfrutando de que no tenían que ir al
colegio. Los padres estaban centrados en el trabajo, para evadirse de todos sus
pensamientos acerca de la situación que les estaba tocando vivir. El momento de
reunión entre toda la familia era durante las tres comidas del día, y a las 8
de la tarde, cuando todos ellos se juntaban en el balcón de su casa para
aplaudir a los sanitarios que estaban dando su vida por los demás
En el mes de mayo el gobierno permitió
salir a la calle a la población, consiguiendo así que los pequeños de la
familia salieran de casa y respiraran aire puro. En ese momento llegó la mala
noticia, Fernando, padre de los niños, se había contagiado, debía realizar una
cuarentena en su propia casa. Su situación se fue agravando poco a poco,
llegando a tener que ir al hospital durante un par de días. Pero esto no era el
final, Claudia, la madre de los niños, se contagió y cayó enferma. Tras unas
semanas su situación no mejoraba, y después de que los médicos lo intentaran
todo, Claudia falleció. Esto fue un mazazo para sus hijos, quienes no se
esperaban que su madre se fuera tan pronto. Luis, sin su madre y con su padre
enfermo, tomó las riendas de la familia, era el encargado de hacer la comida,
ayudar en lo que podía a sus hermanos, hacer las tareas de la casa, cuidar a su
padre, y al mismo tiempo lloraba todas las noches recordando lo mucho que
echaba de menos a su
madre. Se dio cuenta de que ella era quien
le ayudaba todos los días, le dejaba hacer lo que el quisiese mientras ella
trabajaba para sacar esta familia adelante. Cuando llegaba a casa le miraba con
una sonrisa de oreja a oreja preguntándole por como había ido el día en el
colegio, y le preparaba siempre que podía una deliciosa comida que ahora
recuerda con mucho cariño. Los pequeños de la familia ahora querrían abrazar a
su madre todos los días, y pasar todo el tiempo que pudieran junto a ella,
porque como habían comprobado, el tiempo es oro. El único deseo de los tres
hermanos era volver a ver a su madre una última vez, para agradecerle todo lo
que había hecho por ellos y contarle lo mucho que la echarían de menos
Hoy en día, Luis sigue recordando cada día
a su madre con el amor que siempre le ha tenido, y continúa tomando todas las
medidas necesarias, para evitar vivir de nuevo el calvario que pasó su familia
durante el confinamiento. Los pequeños Juan y María ahora tienen 13 años,
y son conscientes de lo mucho que han trabajado su padre y su hermano para
sacarles adelante en una situación tan dura, y los intentan ayudar ahora en
todo lo que pueden. Por último, Fernando ha llorado todos y cada uno de los
días desde la muerte de su mujer, haciendo todo lo posible por pasar página,
pero para él, el recuerdo de todo lo que ha vivido junto a ella le hace
imposible no pensar en lo mucho que la quiere todos los días de su vida. Estoy
seguro de que Claudia, desde el cielo mira orgullosa a su familia, y da gracias
porque todos ellos estén tan unidos y pasen todo el tiempo que pueden los unos
con los otros, viendo que han salido adelante de una situación tan dolorosa
gracias a su fuerza de voluntad y su amor total entre ellos.
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