Isabel Porqueras Lozano (La luz al final de mi túnel)


 

LA LUZ AL FINAL DE MI TÚNEL.


14 de enero de 2006, la navidad acaba de terminar, y mi hijo Ramon, gracias a la gloria de Dios, me acababa de regalar el mejor regalo de esas navidades para mí, mi octava nieta. Él, y mi nuera Leticia, le pusieron de nombre Isabel.


Desde el primer momento que la sentí en mis brazos, la quise de una forma súper especial. Era un cariño tan diferente, tan intenso y bonito, que nuestra conexión era simplemente única. En ese entonces ella no tendría ni idea de esto, pero en un futuro, no muy lejano por desgracia, yo se lo iba a hacer ver por y para siempre.



Además de mí, sus hermanos Leti, Ignacio y sus padres, por supuesto, la cuidaban un montón. Pero isa siempre fue una niña súper espabilada, yo creo que fue porque con apenas un añito y tres días, sus papis me volvieron a hacer otro regalazo de navidad. El 17 de enero nació mi nieto Miguel. Y al año siguiente, en septiembre, mi último regalo, mi pequeño Marcos.

 


Como os he dicho, isa siempre fue una niña súper independiente, jugaba sola, se cambiaba sola, comía sola, y hacía cosas sin que sus padres se lo dijeran. Recuerdo, que cada vez que la miraba, lo hacía con una gran admiración y debido  eso, mis ojos brillaban al hacerlo. Cada vez que lo hacía, me sentías súper orgullosa de saber que esa familia tan unida y bonita, se había formado, en parte, gracias a mí. 
Yo era la abuela más feliz del mundo yendo a recoger a mis nietos al cole, o pasándome tardes enteras con ellos, daría lo que fuera por volver a alguno de esos momentos. Pero hoy, os vengo a hablar de algunos de esos recuerdos que os he dicho en los que mis ojos miraban a esa pequeña con tanta admiración y a día de hoy con tanto orgullo.



Tengo tanto que contaros, que voy a tener hasta que elegir, porque en apenas seis añitos, esa pequeña niña me enseñó y demostró muchísimo. A isa le encantaba estar sola, siempre jugaba a las profes. Recuerdo que sentaba a los muñecos y pasaba lista con un papel porque sus hermanos ya estaban cansados de hacer de alumnos. Le encantaba el agua, su bañito no se lo quitaba nadie. Entraba la primera y salía la última, esa era su norma. Dentro del agua era la niña más feliz del mundo; pero eso sí, cuando la sacabas, agárrate y vámonos, porque el drama que montaba, como si le fuera la vida en ello, era tremendo. Se pasaba horas y horas con sus amigos de aquel cole del que tanto me hablaba. Sobre todo, me hablaba de sus amigas (las marias, las lucías, Ale, Teresa… entre muchas otras).

 

Yo conocí a algunas, pero sobre todo a Lucia. Esa niña preciosa e isa tenían un vínculo que visto desde mis ojos era envidiable. Cuando iba a verles los viernes, normalmente, estaban las dos en la esquina de juegos del salón y en esa familia tan numerosa, ella era una
En cuanto a sus hermanos, nunca se llevó especialmente mejor con unos que otros. Mi pequeña estaba en el medio así que o sola o con cualquiera de ellos. Sus padres siempre les educaron con valores tan importantes como la generosidad y la empatía de por medio, por lo que desde siempre han sido todos súper buenos niños. Y obviamente, también la liaron mucho entre todos. Isa, sobre todo, tenía unos momentos que madre mía; cuando tenía hambre y veía su puré, lloraba si no se lo dabas al segundo (la paciencia, nunca fue lo suyo). Por no hablar del genio que siempre tuvo, aunque poco a poco se le fue rebajando.A pesar de eso, seguía siendo mi pequeña favorita.

 

Y bueno, ahora hablando por mí. No sabéis lo mucho que me encantaba recogerla de flamenco o ballet. Siempre salía con unas sonrisas en la cara, que mi felicidad se incrementaba con cada una de ellas. Cocinar con ella o darle helados y chupachups a escondidas, eran nuestros momentos de “malillas”, esos que con tanta nostalgia recuerdo. Pero bueno, hay un recuerdo especial, en ese, la que me lío, no fue normal. No os lo he dicho, pero isa era un culo inquieto, no le daba miedo nada. Así que un día, se le ocurrió pintarme el pelo de rosa, concretamente, mi mechón blanco. Ya que si no, no se vería su color favorito del mundo mundial. Así que, negándome a lo que su madre me decía, me dejé. No podía decirle que no a mi nieta favorita. Pues adivinar, la tontería se me quedó de por vida. Fui a muchas peluquerías, y ninguna consiguió quitarme ese mechón, que ahora era rosa, y no blanco. A pesar de eso, nunca me enfadé con isa por ello, es más, me encantaba recordarla todos los días al mirarme al espejo por las mañanas o cada vez que una peluquera me preguntaba que qué me había hecho. Así que, empezó a formar parte de mí, pero no por mucho tiempo, ya que al poco tiempo después, el 4 de octubre de 2012, fallecí.


Yo creo que isa no era consciente de ello, pero a mí, aceptar que ahora mis ojos la mirarían con esa admiración desde el cielo, me daba pena. Yo quería formar parte de ella para siempre igual que ella formaba parte de mí. Quería seguir estando para ella en todo momento, no podía asimilar que esa luz que nuestra presencia desprendía se apagara.

5 de octubre de 2012.


“Buenos dias, os quiero desayunados y cambiados, nos vamos a dar un paseo la familia entera” “Isa, ven, que te peino” “voy mami, le respondí yo”
Esas dos frases, son las primeras que recuerdo antes de que mi vida cambiara y yo con ella.

“¿Se puede saber que te has hecho en el pelo?” “¿Con que te lo has pintado?” Me preguntó mamá. Yo le dije que nada, que qué me iba a haber hecho, me acababa de levantar. Así que mi madre desconcertada llamo a papi “Ramón, mira esto que le ha salido a tu hija en el pelo, es el mismo mechón blanco que tenía tu madre” Nadie de mi familia se podía creer lo que acababa de pasar. Recuerdo que cuando mi padre se enteró, sus ojos brillaron de una forma especial, era el mismo brillo con el que mi abuela me miraba.

Fueron muchas preguntas y sobre todo mucha desconcertación, nadie entendía nada. ¿Cómo era posible que me hubiera salido el mismo mechón que mi abuela tenía en el mismo sitio un día después de su muerte? Se preguntaban todos. Hasta se llegaron a plantear si era algún impacto en mi persona, pues ya os he dicho, que nuestra unión era especial, muy intensa. Yo desde luego no era consciente de nada, simplemente sabía que eso que tenía mi abu, ahora lo tenía yo, pero poco más, ya veis, tenía seis añitos.

Tengo que deciros, que aunque no me diera cuenta de lo que significaba realmente, yo, desde ese día, me noté diferente. Sentía a mi abuela conmigo, mientras todos lloraban su pérdida, yo seguía pensando qué es lo que me quería transmitir con esa señal que me había mandado. A pesar de eso, tampoco os creáis que me gustaba mucho, los niños pequeños se metían conmigo, las frases “se te ha caído el yogur” o “te ha cagado una paloma”, entre otras, eran bastantes frecuentes. Llegaron a afectarme tanto que hasta me lo tapé una vez. Pero después de hacerlo, me sentí tan mal, que no lo volví a hacer. A mi padre, siempre le encantó mi mechón, o al que él llama, “el mechón de la abuela Carmen”. Siempre me explicó la historia con muchísima ternura, y a día de hoy lo sigue haciendo y siempre se le escapa una sonrisa al hacerlo, ya que ve en mi a su madre.


Octubre de 2022.

 


Querida abuela Carmen, ¿te acuerdas de mí? ¡Soy isa! Tú nieta favorita, la niña de tus ojos. Esa a la que tanta devoción, cariño, y mucho mucho amor le transmitiste. Me acuerdo mucho de ti, para mí es inevitable no hacerlo. Eres lo primero en lo que pienso cada mañana cuando me levanto y me miro al espejo, y lo último que recuerdo tras lavarme los dientes e irme a dormir. A pesar de acordarme de ti todos los días, también te echo mucho de menos; por mucho que te sienta todos los días conmigo, en todo momento.

Este mechón que me has regalado, y que ambas compartimos, tiene algo, una esencia diferente. Misma esencia que nuestra conexión desprendía. Así que algo de mí, me hace pensar que me quisiste dar este regalo para que te pudiera sentir siempre conmigo, para que como tú decías, estuviéramos siempre conectadas. Que yo formara parte de ti y tú de mí de la misma forma, por y para siempre.

Que cosa tan bonita abuela, de verdad que gracias. Gracias por hacerme sentir especial. Porque todos los días me repito en mi cabeza esta frase: “Porque dime abu, ¿Por qué a mí? ¿Por qué siempre me trataste de esa forma y me hiciste sentir tan querida?” Preguntas sin respuesta dicha pero sí sentida. Porque me haces sentir especial abuela, me haces diferente. Tengo algo que nadie tiene y es únicamente nuestro, y todo, gracias a ti.

 

Te quería agradecer también una cosita de la que ambas somos súper conscientes, y es la siguiente. Cada vez que estoy triste, mi mechón brilla. ¿Eres tú no abuela? Porque no sé cómo, pero dentro de mi soledad, y tristeza, me siento abrazada por alguien que ni siquiera está de forma física a mi alrededor, así que tienes que ser tú. Porque nunca me has fallado y eres la única persona que siempre ha formado parte de mí, de mi día a día, y que nunca ha dejado de estar para mí. El brillo que te negabas a dejar que se apagara cuando te fuiste al cielo, es el mismo con el que mi mechón brilla cada vez que yo me apago y eso no es casualidad.


Ya sabes, querida abuela Carmen, que últimamente no lo estoy pasando muy bien. Ya has visto que estos últimos años de mi vida han sido bastante duros. Muchos acontecimientos que me han hecho cambiar mi forma de vivir y ver la vida. Porque si abuela, yo sé que desde ahí arriba me echas mucho de menos, que extrañas a la isa divertida, de culo inquieto que estaba siempre liándola; créeme que yo también lo hago. Me encantaría volver a comer sin sentir culpa un segundo después de hacerlo. De esa misma forma que me comía los purés que me hacías de pequeña o los chupa chups y helados de los que disfrutábamos juntas a escondidas. Me encantaría salir de baile sin saber que mi burbuja de seguridad se rompe cada vez que se acaba la música y la coreo con ella. Me encantaría no darle tanta importancia a las cosas como siempre hacía de peque, o no autoexigirme tanto.


Pero sabes que es lo que sobre todo me gustaría, dos cosas. La primera, es perdonarme a mí misma por todo el daño que he permitido que nos hagan o que yo misma me he hecho. Y segundo, poder seguir creando recuerdos felices, de esos que son inolvidables y esenciales, porque los compartes con una persona que significa lo mismo que ellos para ti. Estoy segura de que, si estuvieras aquí de forma física, todo sería diferente. Al menos porque me harías ver que una cicatriz no es la solución a ningún problema cuando yo misma me hago creer que tengo la culpa de ellos.
Pero te vuelvo a dar las gracias abuela, por el brillo que desprende mi mechón cada vez que la nube de pensamientos se apodera de mí. Por ser esa luz al final de mi túnel lleno de niebla que gracias a Dios y a ti, siempre voy a tener, nunca lo apagues abuela.



¡Ah! Y por otra cosa en la que gracias a ti la vida me ha vuelto a cambiar. Porque fuiste tú la que volviste a poner a esas amigas de las que tanto te hablaba, de las cuales el tiempo y la vida me separó, otra vez en mi camino ¿no? Pues querida abuela, que sepas que mi amistad con ellas sigue siendo envidiable a ojos de otras personas. Gracias por enviármelas desde ahí arriba, a ellas y a todos los angelitos de los que me rodeáis todos aquellos que cuidáis de mí desde ahí arriba. Y no solo te doy las gracias a ti, también a los abuelos, que sé que desde ahí arriba me cuidan igual que tú. Lo que pasa, es que ya sabes abuela, que lo nuestro como siempre me dicen, “es que es heavy Isa, es otro rollo”
Hablando de ellos, diles que también me acuerdo mucho de ellos y que me encantaría tener un abrazo de esos en los que me sentía una hormiguita rodeada por los brazos de un gigante.

Sigo sin saber qué viste en mí, pero lo que deberías ver tú son las caras que pone la gente cuando les cuento esta historia, nuestra historia, la de nuestro mechón . ¿Sabes? Mis niñas de preballet me dicen que me parezco a Ana la de Frozen, sé que desde ahí arriba debes de partirte de risa cada vez que lo escuchas. Y aunque de eso tenga pocas dudas, de lo que no tengo ni una, es de que mi sonrisa cada vez que te pienso y soy consciente de la suerte que tengo, no se compara con ninguna otra.



Querida abuela, espero, que donde quiera que estes me escuches y me sientas. Ya que por muy lejos que estemos, siempre vamos a estar conectadas. Ojalá, lo que un día fue tú deseo, que ahora es mío también, se cumpla de la misma forma que en tú caso. Porque no sabes lo que me encantaría que alguna de mis nietas, si Dios me da la suerte de llegar a tenerlas, me sintiera de la misma forma que te siento. Te quiero como a nadie abuela, gracias por ser esa Luz al final de mi túnel lleno de niebla que nunca se apaga. Porque como siempre decías, esa luz es el resultado de un vínculo de amor de verdad, de una conexión única y de una mirada con brillo generado por una gran admiración. Sigue cuidándonos a todos como siempre has hecho, y cuida de todos los angelitos que han sido importantes para mí que te rodean por ahí arriba. Te quiere muchísimo, tu nieta, Isa.


¡Espera espera isa! Que soy yo, tú queridísima abuela Carmen. Hola pequeña, o bueno, ya no tan pequeña. Claro que te escucho y te siento, siempre lo he hecho y me alegra saber que tú también lo haces. Quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti, de todo lo que has sido y de todo lo que vas a llegar a ser. Aunque tú no lo veas, sigues siendo igual de valiente que de pequeña, lo que pasa es que a las grandes personas nadie les pregunta lo que les ha costado llegar a serlo. Pero yo desde aquí arriba, que te veo y cuido todos los días, y sé que no está siendo fácil para ti, tengo que decirte que donde tú ves un problema yo veo una motivación más para que te sigas convirtiendo en lo que eres y en lo que quieres llegar a ser.

Te sigo mirando con gran admiración, y mi brillo no se ha apagado. Aunque ya no seas la hormiguita, ambas sabemos que estás siendo esos brazos gigantes que están dispuestos a abrazar a cualquier persona que se sienta hormiguita como tú lo fuiste, y eso solo me hace aumentar mi mirada de admiración hacia ti. Aunque peque, porque sí, siempre vas a ser mi peque. Acuérdate de que no está bien estar para todos y olvidarse de uno mismo.
Te daría las gracias por muchas cosas Isa, pero te las voy a dar por ser un claro ejemplo de superación, de persona que sabe lo que significa querer a alguien, de persona humilde y agradecida y de alguien que si se cae dos veces se levanta tres, ayudando además a levantarse a todo aquel que se hunda con ella a su alrededor.
Desde aquí arriba no solo estoy yo orgullosa de ti, hay muchas peronitas más que lo hacen y ven en ti un corazón de verdad, por eso mismo nunca han dejado que se apague del todo. Todos esos angelitos y yo formamos la famosa luz al final de tu túnel, y no tengas dudas de que siempre va a estar ahí. Te quiero mucho mi pequeña fuerte valiente,
Tú abuela Carmen.

 

                                                                                                Isabel Porqueras Lozano, 1A

                                                                                                      Noviembre, 2022.

 

Comentarios