Jimena Hernández (Hasta que el físico no importe)


 

HASTA QUE EL FÍSICO NO IMPORTE

 

Esta historia empieza en 2019, con la Jimena de 13 años. Una niña feliz y risueña sin preocupaciones en la vida más allá de saber lo que comería ese día, os si le darían permiso para salir con sus amigos el fin de semana. Una niña normal, como cualquier otra de la edad.

 

En ese entonces practicaba natación sincronizada, pasaba la mayor parte de mi tiempo entrenando, pero no me importaba ya que me encantaba competir y entrenar con mis compañeras, quienes se convertirían en muy buenas amigas.

 

A menudo cuando competía no podía evitar fijarme en las otras niñas, envidiaba sus cuerpos ya que eran todas muy delgadas, me preguntaba porque yo no era igual que ellas, pero tampoco era algo que me importase mucho, asiqué simplemente lo dejaba pasar.

 

Un día me compré un bañador precioso, era de color azul con diamantes violetas, aquel día tenía una competición a la que fui más feliz de lo normal ya que estaba estrenando mi bañador nuevo. Me puse a estirar en un rincón cuando me fijé en un pequeño grupo de niñas que estaban a mi lado, eran las típicas con las que me solía comparar. Me di cuenta de que me estaban mirando, y cuando volví la cabeza no pude evitar fijarme en como una de ellas decía algo mientras las demás se reían. No pude escuchar lo que decían, pero estaba segura de que tenía que ver con mi peso.

 

 En ese mismo instante la felicidad y seguridad con la que había llegado se desvanecieron por completo, en consecuencia, aquella competición no salió tan bien como esperaba asique llegue a mi casa bastante desanimada. Me pasé la noche dándole vueltas a lo ocurrido, preguntándome que era lo que estaba mal conmigo y que había sido lo que les había hecho gracia a aquellas niñas. Pasado un tiempo me tranquilicé y conseguí dormirme.

 

Semanas más tarde nos estábamos preparando para el campeonato de Madrid, cuando mi entrenadora me dijo que yo haría uno de los solos de la coreografía, al instante una de mis compañeras protestó ya que pensaba que sería para ella. Mi entrenadora lo dejó pasar y seguimos entrenando.

 

Al acabar el entreno estaba en los vestuarios con mis amigas cuando esta compañera entró enfadada diciendo que era ella quien merecía el solo, yo le intenté explicar que yo no tenía nada que ver y que la decisión había sido tomada por la entrenadora, cuando en un ataque de rabia me reprochó que un solo de ese tipo solo lo podía hacer alguien delgada como ella y no una gorda como yo. En ese momento me quedé paralizada y no supe cómo reaccionar, ya que nunca nadie me había dicho algo parecido, y menos delante de todos.

 

Mis compañeras me dijeron que no me preocupase, pero yo no podía para de pensar en aquellas palabras, y en especial había una que no paraba de rondar en mi cabeza sin descanso, “gorda”.

 

Cuando llegué a mi casa me encerré en mi habitación y entre llantos me prometí a mí misma que nadie jamás me volvería a insultar por mi peso.

 

Desde ese día me decidí a cambiar y empecé a obsesionarme con las rutinas de ejercicios que encontraba en internet, y con alguna que otra dieta extraña.

 

Quedaban unas semanas para el campeonato, pero tenía claro que iba a conseguir mi objetivo. Todas las noches me acostaba tarde ya que después de llegar de entrenar me quedaba haciendo alguna de las rutinas de ejercicios.

 

Pronto empecé a notar resultados y vi cómo la gente me trataba diferente, no sabía explicar que era lo que había cambiado peo me gustaba la sensación que reflejaba por parte de los demás.

 

Empecé a obsesionarme con estar delgada y temía profundamente coger peso, por eso siempre que podía me saltaba alguna que otra comida.

 

Se acercaba la fecha del campeonato y yo estaba muy feliz de haber conseguido mi objetivo además ese año teníamos intención de ganar ya que estábamos todas muy ilusionadas con la coreografía.

 

Llegó el día de la competición, estábamos todas muy nerviosas ya que llevábamos mucho tiempo entrenando para ese día.

 

Fuimos a peinarnos y a ponernos el bañador de competición cuando noté que había un problema con el mío, me quedaba grande. Al principio no supe que hacer y me estaba agobiando porque en breve debíamos estar preparadas para competir.

 

Nerviosa se lo conté a mi entrenadora, quien enfadada me regañó, pero por suerte sobraba un bañador de una suplente la cual se había lesionado, por lo que no había podido acudir ese día.

 

Afortunadamente me valía perfectamente y la competición salió bien. No conseguimos ganar, pero quedamos segundas.

 

Desde ese momento aprendí que no me debería importar lo que los demás opinasen de mi físico si me siento segura conmigo misma, y que juzgar a alguien por su físico le puede provocar graves problemas. En mi caso esto me marcó, pero por suerte no supuso ningún trauma en mi vida, pero conozco a personas a las que comentarios de este tipo les han desarrollado trastornos alimenticios muy duros.

 

 

Jimena Hernández Fernández

1B    8/11/2022

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