Elena González (Luchando contra ti)


 

LUCHANDO CONTRA TI


Eran las 5 de la mañana, llevaba unos días incómoda, con malestar, no entendía que le estaba pasaba a mi cuerpo, la cama se me hacía pequeña de dar tantas vueltas y llevaba tan sólo tres horas dormida, no dentro de mucho me iba a tener que levantar para ir al trabajo, poco después llamo a mi puerta, de una forma silenciosa, inesperada, sin yo verlo venir, aun así de una  manera egoísta y desagradable. Bajé las escaleras y le abrí la puerta de mi casa, yo no sabía de quién se trataba, su aspecto era oscuro, desagradable y arrasaba con todo lo que tocaba, bajó las escaleras y se sentó en el sofá sin permitirme decir nada, intentaba averiguar quién era, que quería de mí, por que se presentaba allí, lo quería saber todo y no sabía nada.

 

Tras un tiempo me di cuenta de que se trataba de él, era aquel del que escuchaba historias en tercera persona pero que nunca te imaginabas que fuera a tu propia casa, me asusté, me invadió el miedo, me di cuenta de que mi vida estaba en peligro, de que algo que veía tan lejos se encontraba tan cerca y se iba a convertir en algo que me amenazara día tras día.

 

Tome la decisión de que no se iba a quedar, no iba conseguir destrozarme toda mi casa, no iba a conseguir matarme o por lo menos no le iba a ser fácil.

Busque ayuda por muchos lados, entraron muchas personas en mi casa para intentar sacarlo de allí, que se moviera del sofá y me dejara en paz, pero no lo conseguíamos y eso no era lo peor, cada persona que entraba me hacía un poco de daño; se llevaban mi pelo, provocaban un hinchazón en mi cuerpo , me volvían más débil, más dependiente, algunas hasta me dejaban sin palabras, pero debía correr el riesgo para conseguir sacarle de mi casa. La lucha contra él era cada día más complicada, ya no me valía por mi sola, necesitaba ayuda constantemente, empeoraba y volvía a empeorar, cada vez me sentía más cerca de no poder cumplir mis sueños, o simplemente de no llegar a anciana.

 

Un día como muchos otros, llego otra de las muchas personas que venían a sacarle de mi casa, pero esta, era diferente; venía con más fuerza, más optimismo… Pasaron los meses e iba mejorando poco a poco, Con mucho esfuerzo entre la ayuda y yo, lo conseguimos, ese día me brillaron los ojos de esperanza, volvía a mi vida normal, mi trabajo, mis hijos, mis sueños. Estaba agradecida la vida me daba una segunda oportunidad, me aterraba la idea de que volviera a entrar a mi casa, pero debía permitirme disfrutar de lo que tenía en ese mismo instante. Volví a trabajar de lo que tanto me gustaba, me empecé a recuperar por completo, cada pequeño detalle que me pasaba, lo valoraba como antes no lo había sabido hacer.

 

Una mañana, me desperté, sentía que me faltaba algo, baje me hice el desayuno, hasta que de repente le vi a el otra vez, no me lo podía creer, esta vez no había ni llamado a la puerta, se había colado por la ventana, venía más rabioso, con más fuerzas y más ganas, con todo lo que me había costado encontrar ayuda, la vez pasada, no me iba a dar tiempo esta vez, él me iba a matar y le iba a dar igual, me lo iba a quitar todo y lo poco que podía hacer era disfrutar de lo que me quedaba, poco a poco verle ahí me iba apagando, me fui despidiendo de todo lo que tenía, no se cortó en hacerme daño, comenzó quitándome la fuerza de andar, siguió subiendo por todo mi cuerpo hasta dejarme sin voz, fue un proceso largo pero doloroso.

 

Él lo había conseguido, pero aun así, yo nunca me había rendido, siempre luchaba contra él, y aun que el ganó, no me quito los recuerdos que allí arriba guardo, desgraciadamente no soy la única que ha tenido que pasar por esto, pero tampoco la única que ha luchado con todas sus fuerzas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Elena González Cámara, 1B, Febrero del 22

Comentarios