LUCHANDO
CONTRA TI
Eran las 5 de la mañana, llevaba unos días
incómoda, con malestar, no entendía que le estaba pasaba a mi cuerpo, la cama
se me hacía pequeña de dar tantas vueltas y llevaba tan sólo tres horas
dormida, no dentro de mucho me iba a tener que levantar para ir al trabajo,
poco después llamo a mi puerta, de una forma silenciosa, inesperada, sin yo
verlo venir, aun así de una manera
egoísta y desagradable. Bajé las escaleras y le abrí la puerta de mi casa, yo
no sabía de quién se trataba, su aspecto era oscuro, desagradable y arrasaba
con todo lo que tocaba, bajó las escaleras y se sentó en el sofá sin permitirme
decir nada, intentaba averiguar quién era, que quería de mí, por que se
presentaba allí, lo quería saber todo y no sabía nada.
Tras un tiempo me di cuenta de que se
trataba de él, era aquel del que escuchaba historias en tercera persona pero
que nunca te imaginabas que fuera a tu propia casa, me asusté, me invadió el
miedo, me di cuenta de que mi vida estaba en peligro, de que algo que veía tan
lejos se encontraba tan cerca y se iba a convertir en algo que me amenazara día
tras día.
Tome la decisión de que no se iba a
quedar, no iba conseguir destrozarme toda mi casa, no iba a conseguir matarme o
por lo menos no le iba a ser fácil.
Busque ayuda por muchos lados, entraron
muchas personas en mi casa para intentar sacarlo de allí, que se moviera del
sofá y me dejara en paz, pero no lo conseguíamos y eso no era lo peor, cada
persona que entraba me hacía un poco de daño; se llevaban mi pelo, provocaban
un hinchazón en mi cuerpo , me volvían más débil, más dependiente, algunas
hasta me dejaban sin palabras, pero debía correr el riesgo para conseguir
sacarle de mi casa. La lucha contra él era cada día más complicada, ya no me
valía por mi sola, necesitaba ayuda constantemente, empeoraba y volvía a
empeorar, cada vez me sentía más cerca de no poder cumplir mis sueños, o
simplemente de no llegar a anciana.
Un día como muchos otros, llego otra de
las muchas personas que venían a sacarle de mi casa, pero esta, era diferente;
venía con más fuerza, más optimismo… Pasaron los meses e iba mejorando poco a
poco, Con mucho esfuerzo entre la ayuda y yo, lo conseguimos, ese día me brillaron
los ojos de esperanza, volvía a mi vida normal, mi trabajo, mis hijos, mis
sueños. Estaba agradecida la vida me daba una segunda oportunidad, me aterraba
la idea de que volviera a entrar a mi casa, pero debía permitirme disfrutar de
lo que tenía en ese mismo instante. Volví a trabajar de lo que tanto me
gustaba, me empecé a recuperar por completo, cada pequeño detalle que me
pasaba, lo valoraba como antes no lo había sabido hacer.
Una mañana, me desperté, sentía que me
faltaba algo, baje me hice el desayuno, hasta que de repente le vi a el otra
vez, no me lo podía creer, esta vez no había ni llamado a la puerta, se había
colado por la ventana, venía más rabioso, con más fuerzas y más ganas, con todo
lo que me había costado encontrar ayuda, la vez pasada, no me iba a dar tiempo
esta vez, él me iba a matar y le iba a dar igual, me lo iba a quitar todo y lo
poco que podía hacer era disfrutar de lo que me quedaba, poco a poco verle ahí
me iba apagando, me fui despidiendo de todo lo que tenía, no se cortó en
hacerme daño, comenzó quitándome la fuerza de andar, siguió subiendo por todo
mi cuerpo hasta dejarme sin voz, fue un proceso largo pero doloroso.
Él lo había conseguido, pero aun así, yo
nunca me había rendido, siempre luchaba contra él, y aun que el ganó, no me
quito los recuerdos que allí arriba guardo, desgraciadamente no soy la única
que ha tenido que pasar por esto, pero tampoco la única que ha luchado con
todas sus fuerzas.
Elena González Cámara, 1B, Febrero del 22
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