Santiago García-Rendueles (El abuelo)


 

EL ABUELO

 

Era una noche de sábado, acabábamos de llegar tras un agotador viaje al hotel en el cuál nos íbamos a hospedar hasta mañana a las 16:30 PM.  Este era uno de los cientos de viajes que había realizado durante toda mi vida, siguiendo fielmente al Real Club Deportivo de la Coruña. El viaje fue un descontrol: drogas, alcohol, armas... Todo lo “malo” que te puedas imaginar concentrado en un Alsa que nos transportaría hasta la ciudad de Madrid. Al día siguiente teníamos tarea. Nos íbamos a encontrar con los fascistas del Frente Atlético, a mí personalmente la política no me interesaba, no era ese antifascista que debido a mi afiliación a los Riazor Blues se esperaba que fuera. Yo solo iba a lo que iba porque como miembro de la facción de Los Suaves era mi deber.

 

Mi nombre es Francisco Javier Romero Taboada, para los Riazor Blues “el Abuelo”, para mis familiares y amigos, Jimmy, y esta es la sucesión de la muerte más reciente debido a los distintos movimientos ultra en territorio español.

 

Mi vida fue rápida y no muy distinta a la de cualquier otro ultra, entré al movimiento cuando junto a un grupo de fanáticos del Deportivo fundé los Riazor Blues. Desde ese momento todos los fines de semana consistieron en seguir por toda España a mi club, estuve presente en todas las hazañas, como esa liga del año 2000, aunque también sufrimos desgracias como el descenso en 2011. Estuve en la cárcel y al salir tuve un hijo con mi esposa, el cuidado que requería el niño le quito tiempo al Deportivo, sobre todo a los viajes, ya que cuando tocaba ir a Riazor no me perdía ni la previa.

 

Reduje la cantidad de viajes, aunque siempre que podía acompañaba a los Blues a donde fuera. Mi actividad como ultra se redujo, pero no desapareció. Seguía participando en peleas allá donde iba, en Madrid ya asistí a una, la diferencia era que atacamos a los fascistas del otro lado de la ciudad, los Ultra Sur. Los recuerdos de esa pelea y todas las anteriores que viví en mi vida inundaron mi mente minutos antes de salir desde el hotel hacia los aledaños del Estadio Vicente Calderón en la madrugada del sábado, sin saber lo que sucedería.

 

El partido iniciaba a las 12:00 PM, aprovechando que un Atlético de Madrid-Deportivo no era considerado un partido de alto riesgo, ambos grupos acordamos una reyerta que iniciaría a las 8:00 AM. Normalmente estas peleas desencadenaban en destrozos en la vía pública y algún herido desafortunado, las muertes por violencia en el fútbol no eran comunes, y además, teniendo en cuenta mi posición dentro del grupo, era complicado que me pasara algo grave.

 

Fui de los primeros en lanzarme a golpear a los atléticos, mas perdí el control de mis acciones, y antes de que pudiera darme cuenta estaba rodeado de miembros del Frente Atlético. Encontré una rama justo a mis pies y la empuñé, conseguí alejar a algunos de los contrincantes hasta que sin que pudiera esperarlo, noté un fuerte impacto en la parte trasera de mi cabeza.

 

Perdí la conciencia durante unos pocos segundos, notaba la sangre chorrear ligeramente de mi cabeza y a mi izquierda vi una silla, probablemente de una cafetería de los alrededores. Tardé en reaccionar unos segundos, y antes de que me pudiera levantar, un grupo de 2 o 3 personas comenzaron a apalizarme, dándome patadas o golpeándome con palos de hierro. Sentía un gran mareo y dolor de cabeza, no podía reaccionar y no terminaba de asimilar lo que estaba sucediendo. Noté como uno de los chavales me arrastraba unos metros, tenía la visión borrosa pero pude distinguir claramente hacia donde me dirigía pese al denso humo rojo de las bengalas. Fui arrastrado a la valla de piedra que separaba el río de la acera me cogieron, me dejaron colgando de la mano de uno de ellos, la cual mientras se reían con crueldad de mi situación, se separaba lentamente de la mía. Fui arrojado al río Manzanares y al aterrizar, mi cabeza impactó bruscamente contra el suelo, derivando en una contusión y tras unos pocos minutos de agonía, mi muerte.

 

Jamás imaginé el impacto que podría tener mi muerte, aunque haya sido tarde he podido ver el cariño y respeto que me tienen todos los Riazor Blues, aunque todo ese cariño no pudo evitar que ahora, sin vida, me arrepienta de lo hecho en ella. El dolor y ver las lágrimas de mi madre, mujer e hijo, dejarán una marca que no se me borrará en la eternidad

 

Esta es la historia de la muerte que conmovió al mundo del fútbol, la última vista desde entonces. La muerte que consiguió que una gran rivalidad como la que existía entre los aficionados del Celta de Vigo y Deportivo, cesara unos días para llorar el trágico acontecimiento. La muerte de un ultra que dejaría a una viuda y a un huérfano. La muerte que concienciaría a todo un país de que la radicalidad no debe ser la opción en ningún ámbito. Eso sí, si preguntas por las calles de A Coruña, el Abuelo todavía vive.

 

Santiago García-Rendueles Valle 1ºBachillerato B, Febrero 2023


Comentarios