EL
SIGNIFICADO DE LA CIUDAD ETERNA
Era un día muy especial
para Laura; se encontraba en el asiento de la ventanilla del avión (desde que
era pequeña siempre se peleaba con su hermano por conseguir el sitio, aunque
esta vez viajaba sola…) Rumbo a su ansiado año de intercambio, nada más y nada
menos que a la Ciudad Eterna, Roma.
Momentos antes, su madre María había montado
el numerito en el control de seguridad despidiéndose de ella. Había sido un año
duro; ambas lo sabían.
Cuando el avión comenzaba
a despegarse del suelo, Laura tenía una serie de sentimientos encontrados…
Llevaba meses esperando ese momento, una oportunidad de conocer gente nueva,
empezar de cero, de salir de allí por fin, de huir…A través de la ventanilla,
mientras dejaba Madrid atrás, le vinieron recuerdos dolorosos de ese mismo año:
el escenario del accidente de moto que se llevó la vida de su padre, la
frustración en la universidad por no poder concentrarse y tener que cuidar de
su madre, y para colmo, la traición de sus amigos de toda la vida (los cuales
la habían dejado tirada cuando más los necesitaba). En fin, un “añito
interesante” se podría decir...Menos mal que tenía a su hermano, eran más
cercanos que nunca; ella no habría podido con todo sola; de hecho, fue su
hermano Marcos quien la insistió en que aprovechase para irse de erasmus y la
tranquilizó diciéndole que se encargaría de todo (tenía 19 años y se las sabía
apañar bastante bien).
Así que ahí estaba Laura,
con sus 21 años, rumbo a Italia. Con un peso enorme en el corazón por dejar a
su familia, pero también con grandes expectativas y un extenso horizonte de
posibilidades ante ella. Por aquel entonces, estudiaba Derecho y pensaba seguir
trabajando duro para conseguir ser abogada en algún gran bufete, como comentaba
siempre emocionada con su padre.
El chico del asiento de
al lado le llamó la atención, estaba leyendo su libro favorito “El Principito”.
Se quedó ensimismada mirando la portada, y cuando levantó la vista, se encontró
con unos ojos verde claros; algo en ellos le transmitieron cierta seguridad,
aunque también le dio mucha vergüenza que la pillaran in fraganti. Tras esto,
iniciaron una larga conversación que, sin saberlo, les llevaría todo el viaje.
-Hola, soy Paolo, ¿tiene
algún problema mi libro?
-No, disculpa, es que me
trae muy buenos recuerdos; es de mis libros favoritos. Soy Laura por cierto,
encantada.
-Ya me caes bien Laura…
Y tras esto estuvieron
todo el viaje hablando de novelas interesantes y opinando sobre grandes sagas;
lo sé, un poco friki, pero se dejaron llevar y disfrutaron de su mutua
compañía.
Cuando aterrizaron, Laura
estaba de los nervios, aún no dominaba a la perfección el italiano, pero eso
era parte de la experiencia, quería ir a por todas sin miedo. Paolo venía
precisamente de haber pasado un año de intercambio en España, pero había estado
en Roma toda su vida y sabía lo intenso que era llegar a un lugar nuevo sin
conocer a nadie, así que se ofreció a presentarle gente y enseñarle las zonas
por las que salir (como el barrio Trastevere, etc.)
Los meses pasaron
literalmente volando; Laura era feliz. En el piso había conectado genial con
sus compañeras, en la facultad había vuelto a su “línea de buenas notas”,
llamaba a su familia diariamente y así los notaba más presentes, y con Paolo, se
habían seguido viendo y la llevaba siempre a hacer planes chulísimos. Todo
estaba fluyendo. Además, una tarde a la semana, Laura se iba a ver el atardecer
reflejado en las fuentes de Piazza Navona, el mágico lugar que le recordaba a
su padre… Y de fondo siempre había artistas urbanos que le daban un toque extra
al momento. En resumen, estaba completamente enamorada de la ciudad…Todo por la
calle era arte, allá por donde mirase había construcciones espectaculares,
tenía vistas al coliseo desde su piso de estudiantes y adoraba pasear por
delante de la imponente Piazza Venecia.
Cuando se quiso dar
cuenta, su experiencia llegaba a su fin; ese año le había dado la vida. Le
había abierto los ojos ante muchas cosas, había creado recuerdos inolvidables y
también había conocido gente de todo tipo. Pero su persona favorita era sin
duda Paolo, el cual la cuidaba mucho desde el primer momento y con el cual
había ido ganando confianza… Su plan de último día era ir con él a su heladería
favorita de toda Roma (la de 150 sabores de helado) y después dar vueltas sin
rumbo repletas de sus conversaciones sin fin.
- ¿Qué te llevó a elegir
Roma como destino del erasmus?-preguntó Paolo con mucho interés.
- Bueno, a parte de que
se supone que es la ciudad donde nació el derecho… Supongo que estuve
influenciada por la cantidad de historias que me contaba mi padre acerca de
este lugar. Siempre hablaba de su reflejo dorado en los edificios cuando cae el
sol, y de lo amable que suele ser la gente… Él estudió un año aquí también, y ahora
entiendo porque lo seguía recordando años después…
- ¿Sabes por qué se llama la Ciudad Eterna?
-Me sé todo el rollo
histórico, pero he decidido encontrarle otro sentido más… Bonito, podría
decirse.
-Ilústrame querida Laura-
comentó Paolo en tono burlesco.
- Digamos que es
eterna porque en cada rincón reside un recuerdo eterno, especial y
verdaderamente único; por ejemplo, nosotros ahora mismo. Gracias por haberme
ayudado estos meses, no sé qué habría hecho sin ti.
-Laura, no ha sido un simple favor…
¿Recuerdas cuando me conociste porque te fijaste en el libro que llevaba? No
era una simple coincidencia; es mi libro favorito también y lo tengo lleno de
anotaciones y de todo… Pero mi frase favorita siempre será: “El tiempo que
perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”. Con esto quiero
decir, que no he estado simplemente invirtiendo el tiempo contigo... ¡Cada vez
que salía contigo he aprendido algo nuevo, me he reído como nunca, he visto mi
propia ciudad natal con una visión completamente fascinante! Y sobre todo, he
admirado cómo crecías y te volvías tan bonita como la rosa del principito… Eres
alguien fuerte que merece la pena, y espero que nadie te haga sentir lo
contrario.
-Paolo, tenía una sorpresa que
darte… Me han ofrecido un puesto para estar de prácticas en uno de los grandes
bufetes de Italia… Roma de momento no se ha acabado para mí, aún me queda
bastante por vivir aquí, no quería irme quedándome con las ganas… Y me gustaría
que tú me acompañases en el tiempo que siga aquí
LUCÍA PLAZA SÁNCHEZ, 1ºA, 10/2/23
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