Virginia Mesquida (La bandada)


 

LA BANDADA


Desde hace muchas generaciones todos los años nuestra bandada viajaba en invierno al sur buscando tierras mas cálidas, regresando en primavera a los campos y ciudades del norte.

Los mas sabios de nuestra bandada nos guiaban el camino y se turnaban en la punta de nuestra formación en punta de flecha. Las madres preocupadas por los jóvenes volaban las últimas para que ninguno rezagado se quedara atrás.

 

Era un viaje muy largo, siempre hacíamos el mismo recorrido descansando en los sitios mas bonitos que había para disfrutarlo. Siempre iba cantando y jugando con los demás y nunca había un momento en silencio, todo era diversión. Lo que más disfrutaba del viaje eran la vistas, aunque siempre eran las mismas nunca te dejaban de sorprender, había mucha variación, desde desiertos secos hasta junglas tropicales que te hacía gotear por la humedad. La temperatura era agradable y todo tan entretenido que nos olvidábamos de lo cansado que era el viaje.

 

Las gentes nos observaban con curiosidad y los niños corrían tratando de alcanzarnos, cuando volábamos cerca dela tierra, aunque nosotros éramos mucho más rápidos.

 

Aunque no se porque cada año se me hacía un poco mas difícil llegar y tampoco disfrutaba tanto como lo hacía antes la llegada al Antártico, aunque decidí no preocuparme porque pensé que eran cosas de la edad y yo ya no era un niño como antes.

 

Todavía quedaban unas semanas para partir la polo norte, me pareció un poco extraño que quedase tanto porque estábamos muerto de calor y parecía que nos íbamos a derretir como siguiésemos allí un día mas.

Fue cuando un día escuché decir a el Sabio que este año marcharíamos dos semanas antes de lo previsto porque no podíamos seguir con este calor agotador.

Todo el mundo se miro con caras de entusiasmo y ya se imaginaban la frescura del frío de aquellas tierras.

 

Dos semanas después hicimos rumbo y alzamos nuestras alas. Nuestro camino se dividía en tramos. La primera parte era cruzar un océano, sin duda esa era una de mis partes favoritas porque todos los años cuando hacía buen tiempo nos acercábamos al agua para mirar los distintos y coloridos peces, siempre había algunos valientes que se tiraban al agua y cazaba unos cuantos peces.

 

Este año los cazadores tenían mas ganas que nunca. Pero por desgracia hacía muy mal tiempo, nunca había sentido tanto aire y lluvia en mi vida. Aunque lo peor eran las olas. Eran tan grandes como los arboles altos que había en áfrica. El líder por precaución nos hizo volar por encima de las nubes para que no cayésemos en esas olas.

 

El segundo tramo era la ciudad. No sabéis cuantas ganas tenía de cruzar esta parte. Aunque este año fue horrible, ya se veía en el horizonte una nube naranja que rodeaba la ciudad. Cuando llegamos, la ciudad estaba casi vacía, olía mal y me costaba muchísimo respirar. Me acuerdo que había una señora grabándonos y diciendo como el cambio climático estaba afectando a muchas aves.

 

Decidimos pasar esta parte deprisa y sin descansar.

 

Se supone que nuestro destino estaba ya cerca, pero todavía no veía los icebergs. Y para colmo, todavía hacia calor. Nadie lo entendía, ni incluso el líder. Después de volar más días, por fin vimos una pequeña explanada de hielo en la que nos instalaríamos, era pequeña y la teníamos que compartir con mas aves ya que no había hielo para todos. Las vistas eran simples, no como antes que eran fascinantes.

 

La verdad que este viaje me ha decepcionado mucho, a cambiado un montón y no me lo he pasado bien, el camino solo ha sido aburrido y decepcionante.

Tengo miedo de que se vuelva a repetir y de que esa cosa llamada cambio climático sea de verdad y tan seria como dicen los humanos y nos vaya hacer extinguir.

 

 

Virginia Mesquida 4ºESO F Nº17  22/02/2023

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