LA BANDADA
Desde hace muchas
generaciones todos los años nuestra bandada viajaba en invierno al sur buscando
tierras mas cálidas, regresando en primavera a los campos y ciudades del norte.
Los mas sabios de
nuestra bandada nos guiaban el camino y se turnaban en la punta de nuestra
formación en punta de flecha. Las madres preocupadas por los jóvenes volaban
las últimas para que ninguno rezagado se quedara atrás.
Era un viaje muy largo,
siempre hacíamos el mismo recorrido descansando en los sitios mas bonitos que
había para disfrutarlo. Siempre iba cantando y jugando con los demás y nunca
había un momento en silencio, todo era diversión. Lo que más disfrutaba del
viaje eran la vistas, aunque siempre eran las mismas nunca te dejaban de
sorprender, había mucha variación, desde desiertos secos hasta junglas
tropicales que te hacía gotear por la humedad. La temperatura era agradable y
todo tan entretenido que nos olvidábamos de lo cansado que era el viaje.
Las gentes nos
observaban con curiosidad y los niños corrían tratando de alcanzarnos, cuando
volábamos cerca dela tierra, aunque nosotros éramos mucho más rápidos.
Aunque no se porque
cada año se me hacía un poco mas difícil llegar y tampoco disfrutaba tanto como
lo hacía antes la llegada al Antártico, aunque decidí no preocuparme porque
pensé que eran cosas de la edad y yo ya no era un niño como antes.
Todavía quedaban unas
semanas para partir la polo norte, me pareció un poco extraño que quedase tanto
porque estábamos muerto de calor y parecía que nos íbamos a derretir como
siguiésemos allí un día mas.
Fue cuando un día
escuché decir a el Sabio que este año marcharíamos dos semanas antes de lo
previsto porque no podíamos seguir con este calor agotador.
Todo el mundo se miro
con caras de entusiasmo y ya se imaginaban la frescura del frío de aquellas
tierras.
Dos semanas después
hicimos rumbo y alzamos nuestras alas. Nuestro camino se dividía en tramos. La
primera parte era cruzar un océano, sin duda esa era una de mis partes
favoritas porque todos los años cuando hacía buen tiempo nos acercábamos al
agua para mirar los distintos y coloridos peces, siempre había algunos valientes
que se tiraban al agua y cazaba unos cuantos peces.
Este año los cazadores
tenían mas ganas que nunca. Pero por desgracia hacía muy mal tiempo, nunca
había sentido tanto aire y lluvia en mi vida. Aunque lo peor eran las olas.
Eran tan grandes como los arboles altos que había en áfrica. El líder por precaución
nos hizo volar por encima de las nubes para que no cayésemos en esas olas.
El segundo tramo era
la ciudad. No sabéis cuantas ganas tenía de cruzar esta parte. Aunque este año
fue horrible, ya se veía en el horizonte una nube naranja que rodeaba la
ciudad. Cuando llegamos, la ciudad estaba casi vacía, olía mal y me costaba muchísimo
respirar. Me acuerdo que había una señora grabándonos y diciendo como el cambio
climático estaba afectando a muchas aves.
Decidimos pasar esta
parte deprisa y sin descansar.
Se supone que nuestro
destino estaba ya cerca, pero todavía no veía los icebergs. Y para colmo,
todavía hacia calor. Nadie lo entendía, ni incluso el líder. Después de volar
más días, por fin vimos una pequeña explanada de hielo en la que nos
instalaríamos, era pequeña y la teníamos que compartir con mas aves ya que no
había hielo para todos. Las vistas eran simples, no como antes que eran
fascinantes.
La verdad que este
viaje me ha decepcionado mucho, a cambiado un montón y no me lo he pasado bien,
el camino solo ha sido aburrido y decepcionante.
Tengo miedo de que se
vuelva a repetir y de que esa cosa llamada cambio climático sea de verdad y tan
seria como dicen los humanos y nos vaya hacer extinguir.
Virginia Mesquida
4ºESO F Nº17 22/02/2023
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