PASO A PASO
Buenos días, dijo mi madre, me
acababa de levantar para ir al colegio, era una mañana tranquila, como otra
cualquiera pero no tenia ganas de ir al colegio, últimamente tener que ir se me
hacia un infierno, digamos que no me sentía del todo a gusto allí.
Por desgracia fui, como era de
esperar pero la sensación en mi cuerpo era extraña, estaba diferente. Sentía
todas las miradas clavadas sobre mi mientras yo pasaba por el pasillo, ¿Qué les
pasa a todos? ¿Qué me pasa a mi? Me preguntaba agobiada a mi misma. Todos
susurraban era como si no quisieran que yo me enterase. Yo estaba en mi propia
burbuja, nadie tenia intención de hablarme ni yo estaba dispuesta a que lo
hicieran. Todos estaban así desde que yo llegue, quizás era mi presencia lo que
les abrumaba, fuera lo que fuese esa sensación que solo crecía en mi hacia que
cada día me sintiese mas vacía.
Intentaba distraerme con cualquier
cosa pero ella me decía que no lo hiciese, que tenia que pensar en porque nadie
quería integrarme, siempre le hacia caso porque casi nunca se equivocaba, de
hecho ella fue quien me dijo que me quedaría sola y razón no le faltaba para
ser sincera.
Algunas veces intentaba dejarla de
lado e intentar salir con gente de mi clase pero ella siempre estaba allí, diciéndome
que si no me daba cuenta de que no querían estar conmigo, que se reían de mi y
que estaban esperando a que me fuese, así que una vez más cogía mis cosas y me
iba con ella.
Se volvió en mi única amiga, solo
le hacia caso a ella.
Esa misma mañana después del patio
las cosas seguían igual pero Verónica se había dado cuenta, se acerco a mi con
una sonrisa y me pregunto si todo iba bien últimamente, yo respondí que si con
la voz quebrada de los nervios, por lo visto Verónica había notado un
comportamiento extraño en mi, pero a mi parecer tampoco sucedía nada relevante
aunque si que era cierto que esas últimas semanas llegaba a casa muy irritante
y sin poder tolerar ningún comentario que me hiciesen mis padres.
Al día siguiente fui al cole con
las mismas ganas que el anterior, todo el mundo me odiaba, todo lo que hacia
estaba mal, solo me dedicaba a llorar y molestar, era una carga tanto para mis
compañeros como para mis profesores. Aquel día estaba mas ausente de lo normal,
pero era porque estaba con ella otra vez, mis profes jamás lo entenderían. Ella
y yo llegamos a la conclusión de que yo era el problema, parecía sencillo para
ella decírmelo y no solo decírmelo sino que también repetírmelo continuamente,
de hecho yo ya lo tenia mas que asumido, era cierto, no servía para nada pero
solo el hecho de pensarlo me lleno los ojos de lágrimas, no podía respirar si
quiera , rompí a llorar echa pedazos, pero esta vez era diferente era una
sensación de debilidad, casi de desmayo Verónica que ya se lo olía hace semanas
vino a buscarme, yo solo quería un abrazo y poder respirar, ella me lo dio y no
dijo ni una sola palabra, sentí paz después de muchas semanas, no entendía ni
porque no me miraba juzgante, era la única que me sacaba de aquella burbuja
repleta de tensión.
Solo paso una hora cuando apenas
sin darme cuenta, yo estaba en aquel lugar con mi madre, había dos chicas que
tenían cara de ser bastante agradables, ambas me hacían preguntas absurdas y
apuntaban hasta las veces que respiraba, yo seguía llorando desconsoladamente,
ya ni me acuerdo de cuanto tiempo llevaba asi solo se que ella estaba ahí
conmigo todo el rato.
Estas dos chicas me llevaron a otro
cuarto lleno de luz, en el cual había otra chica, esta era un poco mas mayor
que las otras y parecía mucho mas seria, de hecho sugirió la presencia de mi
madre para darle un papel y dos cajitas, pero a mi no me dijo absolutamente
nada.
La mañana siguiente o mejor dicho
la tarde siguiente, me levante bastante más tranquila. Estaba de globales pero
no tenía que ir al cole, me habían dado permiso para no hacer esos exámenes!
En ese momento solo podía pensar en
que privilegiada era.
Verónica me llamo para hablar
conmigo, que especial me sentía, se había acordado de mi y encima no tenia que
ir al colegio, eran todo cosas buenas.
Y ella no me visito durante esos
días, pero había algo que me descuadraba, los adultos tendieron a hablarme como
si fuera tonta, me trataban como un bebe y me premiaban por no hacer absolutamente
nada, me sentía ridícula.
A demás cada mañana mi madre me
daba un sobre de las cajitas que le había dado esa señora, yo no comprendía aún
muy bien lo que era solo se que me hacia sentirme adormilada y bastante
despreocupada.
De todos modos me seguía sintiendo
sola, solo me comunicaba con adultos que parecían sentir pena por mi y nada
más.
Yo creo que simplemente querían que
dejase de ser una carga o algo así.
Pasaron unos días seguí tomándome
aquellos sobres que solo cohibían poder expresarme y volví al colegio, nada
había cambiado simplemente me importaba menos ser odiada o eso pretendía.
Echaba de menos esos días en casa
en los que había descubierto que mi hermana resultaba ser un apoyo fundamental,
era impresionante mi capacidad de distraerme con ella, a lo mejor yo no estaba
tan sola.
Mi hermana y Verónica eran las
únicas personas que toleraba, quizás ellas si que lo entendían, las consideraba
amigas.
Pero sin darme cuenta llego mi
salvación, meses sin ir al colegio, para muchos era lo peor que les podía
pasar, pero para mi solo era paz y no sentirme juzgada, tiempo para descansar
de la gente y pensar en mi, estar todo el rato con mi hermana lo que causo un
vínculo precioso entre nosotras…
Sin darme cuenta me olvidé de lo
mal que me hacia sentir ir al colegio y descubrí que no siempre estar con gente
es lo mejor, sino que a veces uno necesita tiempo consigo mismo.
Y ella desapareció y aunque a veces
reaparezca ya no me hace compañía a día de hoy.
Alba
García Tlailan 1ºB, Mayo 2023
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