EL TELON DE ACERO
Lo primero de todo, hola me llamo Volker,
Volk, para los amigos. Yo nací el 14 de marzo de 1955 en Alemania, más
concretamente en Berlín. Y hoy os voy a contar el acontecimiento más importante
de mi vida, todo comienza la mañana del 13 de agosto de 1961. Ese día caía en sábado,
un sábado bastante gris para las muchas personas de mi pueblo. Desde hace
varios meses todos los habitantes de mi pueblo están bastante nerviosos o con
mucha tensión y sabían que cualquier cosa podía pasar en cualquier momento.
Durante la mañana me dirijo a dar un paseo
por la ciudad, y podías ver perfectamente la tristeza que abunda en las caras
de la gente la situación era pésima en mi ciudad y echaba de menos como era
antes. De todas formas, era muy joven y era un chico con mucha energía así que
decidí compartir esta tarde con uno de mis mejores amigos llamado David. David
provenía de una familia bastante adinerada y vivía en unas mejores condiciones
que yo, pero sus padres ya estaban diciendo de mudarse a la otra zona de
Alemania ya que estaban comenzando a tener problemas económicos debido al
estado. De todas formas, a David no le importaba mucho, éramos muy niños no
entendíamos nada de lo que estaba pasando.
Ese día David y yo nos fuimos al campo a pasar
toda la tarde jugando, comiendo y durmiendo. Cuando ya caía la noche decidimos
volver y ahí es cuando comienza nuestra peor pesadilla. Vemos que cuando no
estábamos presentes hoy en las calles de nuestra ciudad había un montón de
constructores militares construyendo un nuevo muro, un muro horrible, feísimo
que ya había sido anunciado por una persona llamada Churchill. Nosotros no
dábamos crédito de lo que estaba pasando y se podía contemplar claramente la
cara de preocupación que teníamos los dos en ese momento. El motivo por el que
nos quedamos tan preocupados y con la cara en blanco era porque más allá de ese
muro se encontraba nuestras humildes moradas.
Esa noche la pasamos durmiendo en una
albergue sin luz gracias al dinero qué tenía mi amigo David ninguno de los dos
conciliaba el sueño esa noche, debido a la preocupación que podía tener
nuestros padres al no vernos pasar la noche con ellos.
Pasaron los días y el muro cada vez se iba
haciendo más grande y largo y estaba más protegido por militares. Mucha gente
ya había intentado colarse de una zona a otra,pero nadie sabía si había podido
sobrevivir. La depresión de los dos iba aumentando y lo único que iba
disminuyendo era el dinero que tenía David para que pudiésemos sobrevivir.
Al cabo de un mes David se le acabo todo
su dinero y ya el hambre iba afectando a nuestras cabezas así que decidimos
trabaja en un hotel que por la causa de la subida del muro ya no alcanzaba
tantas visitas. Al final de la semana a cada uno de los dos nos daban 10 marcos
que es lo que nos servía para sobrevivir durante la semana.
Pasaban los meses y la cosa se mantenía
igual, decidimos escribir cartas, pero sabíamos perfectamente que cuando
llegaba al muro los militares los destruían, no teníamos ningún tipo de
comunicación con alguien familiar.
Tras una semana de esfuerzo en el albergue
nos dieron nuestro pago y en vez de comprar comida para nosotros decidimos
comprar materiales para realizar un plan. Sabemos perfectamente que ninguno de
los dos estaba contento sin su familia así que cogimos un papel y realizamos
nuestra operación, el plan comenzaría el siguiente miércoles a la una de la
noche que es cuando más o menos había un cambio de guardia en el muro. Para los
materiales decidimos comprar una pala, un pico y un par de linternas para los
dos. Como sabíamos que iba a ser un trabajo duro, durante varios meses
decidimos hacer un poco de deporte a nuestra manera para que no fuese tan
pesado el plan. Sabíamos que era un plan arriesgado, pero quién no puede estar
mejor sin su familia, dijimos los dos.
Llegó el día ambos estábamos muy nerviosos
y con bastantes dudas, pero sabíamos que si cruzábamos ese muro alcanzábamos la
gloria y esa era nuestra mentalidad el que no arriesga no gana pensaba yo. Durante
un largo día de nerviosismo en el albergue terminó nuestro turno de trabajo y
nos fuimos a nuestro chamizo que habíamos vivido durante esos meses, cogimos
nuestras herramientas y decidimos esperar hasta que llegase la hora. A falta de
media hora del cambio de Guardia decidimos caminar hasta el punto de encuentro,
donde veríamos la posibilidad de alcanzar nuestra gloria.
Cuando localizamos la X que habíamos
marcado semanas antes decidimos escondernos en un arbusto a cinco metros hoy
para que llegase a la hora y se hiciese el cambio. Cuando vimos que se
retiraban los militares, David y yo corrimos como locos hacia la X nos pusimos
a cavar como unas cabras sin cabeza, se
notaba que habíamos hecho deporte ya que el ritmo que estábamos teniendo era
bastante bueno y el hoyo cogía profundidad, apenas habían pasado unos minutos ,
más tarde empezamos a escuchar pasos encima nuestra pero el hoyo estaba tan avanzado que no se
nos podía ver desde arriba. Seguimos cavando como unos posesos hasta notar que
en la parte de arriba no estaba duro de manera qué no había nada encima
nuestra. Escarbamos un poquito por arriba para ver si alguien nos podría estar
viendo. No había absolutamente nadie, estaba todo vacío y sospechábamos que
hubiese algún Guardia por lo que decidimos hacer el agujero mucho más grande. Se
acercaban casi ya las tres de la mañana aún seguía siendo de noche y esperamos un
tiempo para evitar que nos encontrase alguien. Cuando escuchamos que los pasos
de arriba iban disminuyendo, empezamos a correr como si nos fuera la vida en
ello. Cuando ya nos alejamos del muro nos dirigimos cada uno a sus casas y ahí
y es cuando empezamos a escuchar disparos y gritos.
Durante varios minutos corriendo el
cansancio iba aumentando y nos íbamos frenando cada vez más. De repente
escuchamos pisadas de guardias, los dos tuvimos la suerte de ver unos armarios
abandonados y entramos en ellos. Cuando las pisadas se alejaron los dos
entramos en la casa de David.
Casualidad de la vida nuestros padres
estaban juntos cenando así que cada 1 de los dos fuimos corriendo a abrazar a
nuestros padres todos estábamos emocionados, el perro ladrando, las madres
llorando como una magdalena desde luego que no cabíamos de la emoción.
Veintiocho años después nos enteramos de
que ese muro se iba a destruir así que los dos decidimos ir al punto de
encuentro dónde nos habíamos salvado y de dónde habíamos alcanzado la gloria.
Lo curioso es que ahí todavía seguía nuestro agujero, desde luego que será una
experiencia que selo contaremos a nuestros hijos y nietos, porque lo que hemos
hecho es historia para; nosotros evidentemente.
ALVARO VILALLONGA MECA 1ºB 13/05/2023
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