Cristina Díaz (Aunque mi enfermedad me consuma)


 

AUNQUE MI ENFERMEDAD ME CONSUMA

 

Todavía soy consciente de mi realidad, y por ello me encargo de redactar mi situación, antes de que sea demasiado tarde.

 

Todo comenzó unas semanas atrás. Era una bonita mañana de primavera cuando fui contigo a la consulta. Llevaba unos meses olvidando cosas. No solía recordar detalles bastante simples de mi día a día, lo que había comido esa misma tarde, a dónde había ido el día anterior o los planes que tenía preparados a corto plazo. Eran pequeños despistes, pero ambos sabemos que yo ya tengo una edad, y cabía la posibilidad de que fuera un asunto grave y no cuestión de estar distraído.

 

Así fue como el médico empezó con las pruebas. Me dijo: “recuerda las siguientes palabras: manzana, lápiz y llavero”. Yo las memoricé rápidamente. Pensé: “esto es demasiado fácil”. Al cabo de un rato y con una conversación de por medio, el médico me preguntó cuáles eran las palabras. Me quedé en silencio…

 

No me lo podía creer; solo habían pasado unos minutos pero mi mente estaba completamente en blanco. Marta, recuerdo a la perfección el momento en el que me miraste a los ojos y pude observar cómo tu mirada se hundía. Vi tu rostro exteriorizar la expresión más triste que he contemplado jamás. Casi podía escuchar cómo mi corazón se partía en dos.

 

Aunque solo era la primera prueba y aún quedaba un rayito de esperanza, yo sé que ambos nos temíamos lo peor.  Lentamente esperamos a recibir la respuesta. Los días eran eternos y la primavera parecía no avanzar. Es triste pensar que tuviera tanta prisa por ver marchitar las flores de mi ventana. Después de una larga espera, finalmente recibimos mi informe, por desgracia se había hecho realidad mi mayor temor: me habían diagnosticado alzhéimer.

 

Siempre he pensado que es una de las enfermedades más duras. Para la persona que la padece porque es consciente que seguirá viviendo pero olvidará todos sus recuerdos y a todas las personas que alguna vez ha conocido, y con igual sufrimiento para sus seres queridos, que ven cómo esta persona ya no les recuerda.

 

Marta, sé que no va a ser fácil y sé que no voy a poder ayudarte. Va a ser duro para ambos, pero sobre todo para ti, porque serás la única con memoria. Admito que me da miedo olvidarte, olvidar toda nuestra historia, y ojalá no tuviera que ser así. Vas a ver cómo dejo de ser yo mismo, mi mirada se va a nublar y voy a parecer absorto en mis pensamientos permanentemente, lejos de todo lo que llamé en algún momento hogar. Yo no seré capaz por eso quiero que tú siempre recuerdes todos los momentos que hemos vivido para que no desaparezcan. Ahora mientras puedo, quiero decirte que he sido, soy y seré inmensamente feliz contigo, aunque dentro de poco no podré recordarlo.

Perdón porque a partir de ahora tendrás que repetirme a diario quién soy, cómo te llamas o qué hago aquí. Aunque mi enfermedad me consuma, te reconoceré. Quizás te confunda con mi madre o con mi hermana, espero nunca olvidar que fuiste a quien le di todo mi amor; a quien tanto amé.

 

Cuando se apodere de mi la confusión y lo único que posea sea el olvido, yo sé que cuando te mire, aunque no te reconozca del todo, sabré que fuiste la persona más esencial en mi vida. Cuando pierda por completo la memoria, ojalá mis manos recuerden nuestra historia. Ojalá recuerden tu risa cuando te hacía cosquillas o puedan reconocerte con una caricia. Confío en que mis manos nunca olviden el amor que te tuve cuando mi mente no sea capaz.

 

 

 

Cristina Díaz Hernanz

Comentarios