AUNQUE
MI ENFERMEDAD ME CONSUMA
Todavía soy consciente de mi realidad, y
por ello me encargo de redactar mi situación, antes de que sea demasiado tarde.
Todo comenzó unas semanas atrás. Era una
bonita mañana de primavera cuando fui contigo a la consulta. Llevaba unos meses
olvidando cosas. No solía recordar detalles bastante simples de mi día a día,
lo que había comido esa misma tarde, a dónde había ido el día anterior o los
planes que tenía preparados a corto plazo. Eran pequeños despistes, pero ambos
sabemos que yo ya tengo una edad, y cabía la posibilidad de que fuera un asunto
grave y no cuestión de estar distraído.
Así fue como el médico empezó con las
pruebas. Me dijo: “recuerda las siguientes palabras: manzana, lápiz y llavero”.
Yo las memoricé rápidamente. Pensé: “esto es demasiado fácil”. Al cabo de un
rato y con una conversación de por medio, el médico me preguntó cuáles eran las
palabras. Me quedé en silencio…
No me lo podía creer; solo habían pasado
unos minutos pero mi mente estaba completamente en blanco. −Marta−, recuerdo a la
perfección el momento en el que me miraste a los ojos y pude observar cómo tu
mirada se hundía. Vi tu rostro exteriorizar la expresión más triste que he
contemplado jamás. Casi podía escuchar cómo mi corazón se partía en dos.
Aunque solo era la primera prueba y aún
quedaba un rayito de esperanza, yo sé que ambos nos temíamos lo peor. Lentamente esperamos a recibir la respuesta.
Los días eran eternos y la primavera parecía no avanzar. Es triste pensar que
tuviera tanta prisa por ver marchitar las flores de mi ventana. Después de una
larga espera, finalmente recibimos mi informe, por desgracia se había hecho
realidad mi mayor temor: me habían diagnosticado alzhéimer.
Siempre he pensado que es una de las
enfermedades más duras. Para la persona que la padece porque es consciente que
seguirá viviendo pero olvidará todos sus recuerdos y a todas las personas que
alguna vez ha conocido, y con igual sufrimiento para sus seres queridos, que
ven cómo esta persona ya no les recuerda.
Marta, sé que no va a ser fácil y sé que
no voy a poder ayudarte. Va a ser duro para ambos, pero sobre todo para ti, porque
serás la única con memoria. Admito que me da miedo olvidarte, olvidar toda
nuestra historia, y ojalá no tuviera que ser así. Vas a ver cómo dejo de ser yo
mismo, mi mirada se va a nublar y voy a parecer absorto en mis pensamientos
permanentemente, lejos de todo lo que llamé en algún momento hogar. Yo no seré
capaz por eso quiero que tú siempre recuerdes todos los momentos que hemos
vivido para que no desaparezcan. Ahora mientras puedo, quiero decirte que he sido,
soy y seré inmensamente feliz contigo, aunque dentro de poco no podré recordarlo.
Perdón porque a partir de ahora tendrás
que repetirme a diario quién soy, cómo te llamas o qué hago aquí. Aunque mi
enfermedad me consuma, te reconoceré. Quizás te confunda con mi madre o con mi
hermana, espero nunca olvidar que fuiste a quien le di todo mi amor; a quien
tanto amé.
Cuando se apodere de mi la confusión y lo
único que posea sea el olvido, yo sé que cuando te mire, aunque no te reconozca
del todo, sabré que fuiste la persona más esencial en mi vida. Cuando pierda
por completo la memoria, ojalá mis manos recuerden nuestra historia. Ojalá
recuerden tu risa cuando te hacía cosquillas o puedan reconocerte con una
caricia. Confío en que mis manos nunca olviden el amor que te tuve cuando mi
mente no sea capaz.
Cristina Díaz Hernanz
Comentarios
Publicar un comentario