“Silencios de mi pasión: Mi conexión con el Real Madrid”
Hace muchos años, cuando era apenas un niño, mi padre
y yo solíamos sentarnos juntos frente al televisor para ver los partidos del
Real Madrid. No recuerdo exactamente cuándo comenzó esa tradición, pero sé que
desde entonces, cada encuentro del equipo blanco se convertía en un ritual para
nosotros. Mi padre, Nacho, siempre fue un apasionado del fútbol y del Real
Madrid en particular, y esa pasión se transmitió a mí desde muy temprana edad.
Durante esos momentos de conexión con mi padre, el
fútbol era más que un simple deporte. Era una forma de unirnos, de compartir
algo en común. Nos sentábamos en silencio, observando atentamente cada
movimiento en el campo, sin emitir palabras de entusiasmo o decepción. Era como
si todo el fervor que sentíamos por el equipo estuviera contenido en nuestro
interior, sin necesidad de expresarlo en voz alta.
A medida que fui creciendo, esa conexión con el Real
Madrid se volvió aún más especial. Me convertí en un adolescente de 17 años,
pero mi pasión por el fútbol y mi amor por el equipo no habían disminuido. Cada
victoria del Real Madrid era motivo de celebración en mi casa. Sin embargo,
seguía habiendo una barrera emocional que nos impedía dejarnos llevar por la
euforia. Era como si el vínculo con el equipo se manifestara de manera sutil y
reservada, como una corriente subterránea que nos unía en lo más profundo de
nuestro ser.
En nuestro mundo poco emotivo, cada partido era una
oportunidad para ver a los jugadores del Real Madrid como figuras heroicas,
capaces de enfrentarse a cualquier desafío. Admiraba su habilidad y dedicación,
pero siempre manteniendo una cierta distancia emocional. A veces, incluso me
preguntaba si esa forma de apreciar el fútbol era la correcta. ¿Era posible
amar un deporte y a un equipo sin dejarse llevar por las emociones
desbordantes? Tal vez sí, tal vez no. Pero en ese momento, esa era nuestra
manera de conectar con el Real Madrid y de compartir un lazo especial entre
padre e hijo.
Ahora que estoy a punto de dejar mi hogar y comenzar
una nueva etapa en mi vida, me doy cuenta de lo valiosos que fueron esos
momentos junto a mi padre. Aunque no seamos los más expresivos en cuanto a
emociones se refiere, nuestra conexión a través del Real Madrid siempre estará
presente en mí. Puedo imaginar los futuros partidos que veremos por separado,
pero con el mismo amor y dedicación por el equipo. Y aunque la distancia física
nos separe, sé que en lo más profundo de nuestros corazones seguiremos siendo
dos almas unidas por una pasión compartida.
Así es como la historia de Diego y Nacho, una conexión
poco emotiva pero llena de amor y pasión, se entrelaza con el Real Madrid desde
la infancia hasta la edad adulta.
Diego Masián
1ºB 23
15/5/23
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