EL
BOTÓN ROJO
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Eran las seis de la mañana, un despertador
suena en una casa a las fueras de la capital, en una casa solitaria y sin
ninguna otra alrededor. Se levanta de la cama un hombre, alguien del que nadie
sabe de su existencia, alguien que nunca llamaría la atención a simple vista.
Se pone un traje, uno de los veinte que tiene iguales, ya que no utiliza otro
tipo de ropa. Se peina, y sin desayunar sale de casa, acompañado de un maletín
negro, que desde que tomó la decisión de aceptar ese trabajo y abandonar su
país, es su único amigo.
Su trabajo era muy raro, solo él en todo
el país lo ejercía. Trabajaba para el gobierno, y una vez al mes, tenia el
recado de ir a tres casas, de tres diferentes partes del país. En estas tres
casas se encontraban tres familias distintas, que no tenían ninguna relación en
común y que no se conocían de nada. El hombre tenia que abrir el maletín
delante de las personas que abrieran la puerta, que siempre eran los padres.
Dentro del maletín había un curioso botón rojo, que traía unas instrucciones en
el costado. Al darles el botón, el hombre solo tenia que decir lo siguiente
“Leed las instrucciones, sino aceptáis vendré en 24 horas”, y acto seguido se iba
tranquilo hasta su coche.
Las instrucciones eran claras y concisas,
explicaban que hay una sobrepoblación bestial y que se tenían que deshacer de
un porcentaje de la población aleatoriamente. Si los padres pulsaban el botón,
alguien, que se asegurarían de que no conocieran, seria ejecutado, y a cambio,
recibirían un millón de euros en efectivo. En las instrucciones recalcaban que
no habría represalias ante ellos, que nadie sabría lo del botón, salvo sus
conciencias. Después de entregarlo a las tres familias, el hombre volvía a su
casa, y esperaba respuestas de los tres diferentes individuos. De primeras, yo
creo que todos los que hoy estamos aquí pensaríamos lo mismo, ¿Cómo vas a
promover el asesinato de una persona? Ni por todo el dinero del mundo, pero el
botón rojo duraba 24 horas en sus casas, y 24 horas son mucho tiempo para
cambiar de idea.
La primera familia, que vivía en el este
del país, estaba formada por tres integrantes, un padre y una madre, los dos
adictos a una serie de sustancias ilegales y con muy poco dinero en sus cuentas
bancarias, y un bebé recién nacido, que solamente tenia 2 meses. Fueron los que
menos tuvieron que pensar lo que ponía en aquella carta referida como
instrucciones, y en menos de una hora ya habían pulsado el botón rojo. Una hora
después, el hombre tocó su puerta, les dio la enhorabuena y gracias por
participar. Recogió el botón rojo, y antes de irse les dio un maletín igual al
suyo, con el millón de euros acordado dentro.
La segunda familia parecía mas razonable,
estaba formada por un padre, una madre y tres hijos. Vivian en el sur del país,
en unas normales condiciones de vida. Les parecía una propuesta muy loca, pero
no descartaban la idea de tocar el botón. Empezaron a pensar en el futuro de
sus hijos, aquella luna de miel que nunca pudieron hacer y sobre todo, lo que
más les perturbaba desde hacía pocas semanas, la enfermedad de Crohn que se
había apoderado de su hija pequeña, la cual con ese dinero, podrían ser capaces
de pagar todos los tratamientos. Se autoconvencieron de que no lo hacían por
ellos, si no por sus hijos, y seis horas mas tarde de la entrega del botón,
dados de la mano y mirándose a los ojos, lo pulsaron. Sucedió lo mismo que en
la otra familia, una hora después de tocar el botón, el hombre tocó su puerta,
les dio la enhorabuena y gracias por participar. Recogió el botón rojo, y antes
de irse les dio un maletín igual al suyo, con el millón de euros acordado
dentro.
Por último, la tercera familia era una
familia rica que vivía en el norte del país. Esta familia estaba constituida
por un padre, una madre, unos mellizos, de 17 años. Los padres habían acordado
rotundamente el no pulsar el botón, no necesitaban el dinero. Pero como he
dicho antes, 24 horas son mucho tiempo para cambiar de idea. De madrugada
cuando todos dormían, al padre le despertó una duda por pulsar el botón, ya que
su empresa, hacia dos días había quebrado, se había gastado todos sus ahorros,
y aun no se lo había contado a su familia. Pensó que no sería del todo mala
idea el pulsar el botón, lo haría en secreto, y así quizás podría levantar su
empresa de nuevo. Por ello, salió de la cama y fue rápidamente a pulsar el
botón. El hombre una hora después volvió a aparecer, e hizo el mismo protocolo
de las dos veces anteriores.
Con esto, comenzarían los asesinatos, tres
personas aleatorias del mundo que no tuvieran nada que ver entre sí. Murieron tres padres uno en el este, otro en
el sur y el ultimo en el norte. Algo que no se sabe si es consecuencia del
Karma, Dios o el destino, pero murieron los tres padres de cada familia que
había dado al botón. Está claro que de todo un país, la probabilidad de que
esto sucediera era minúscula, pero pasó. Tres familias perdieron a un
integrante de ellas, y todas por lo mismo, el dinero. Los seres humanos somos
como hojas, pero en ver de ser movidas por el viento, el elemento que nos mueve
es otro, el dinero. Es verdad que el dinero va hacer que estas tres familias
tengo una gran base económica, pero los muertos no vuelven, ni siquiera
entregando un maletín con un millón de euros dentro.
Una de las personas que aprendieron la
lección fue el hombre desconocido, que no aguanto la culpa de ser verdugo, pero
antes de quitarse la vida, prefirió dimitir de su trabajo. Cuando llegó a casa
se quito el traje, y se puso a ver la tele en el salón. Tenía mucha hambre, y
tuvo la idea de pedir una pizza, un capricho que no se había podido permitir
desde que aceptó aquel trabajo. A la media hora llamaron al timbre, por fin
había llegado la pizza, estaba hambriento. Al abrir, se encontró a un hombre
trajeado con un maletín, que le dio un botón rojo que traía unas instrucciones
en el costado. Le dijo: “Lee las instrucciones, sino aceptas vendré en 24
horas”, y acto seguido se fue tranquilo hasta su coche.
Javier Bartolomé Soler 1ºB 11/5/2023
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