CULPABLE
O NO
Mi nombre es Mason, soy
estudiante el instituto westfield, en Dallas, EEUU. El peor lugar en el que
jamás he estado, repleto de gente repelente y superficial pero sinceramente no
sabría decir quiénes son peores si los estudiantes o los profesores, realmente
nunca me ha caído bien nadie aquí, no veo el día de marcharme, ojalá lo pudiese
adelantar ya que el curso se me está haciendo demasiado largo, cada día es un suplicio.
Mi único consuelo es pensar estamos en último curso, no sé cómo he podido
aguantar a esta gente tanto tiempo.
Estoy tumbado en la cama
reflexionando sobre todo en general y me doy cuenta de que no puedo seguir en
este plan, tengo que hacer algo para cambiarlo. Necesito desahogarme, poder
salir de este pozo y llenar el vacío que siento en mi interior, es como si la
oscuridad me consumiera cada vez más y necesitara hacer algo que me abra los
ojos y me ayude a salir de alguna manera, a ver la luz, sea cual sea, aunque no
sea la correcta. Suena un estruendo, es la puerta abriéndose, bajo y saludo a
mi padre que llega de cazar con sus amigos como todos los domingos, ya que no
hay nada más que hacer en este horrible pueblo rodeado de bosque. Me cuenta sobre
su día y la verdad es que no me interesa así que me levando y me voy, le
escucho gritarme desde la escalera, pero le ignoro y sigo mi camino.
Al día siguiente me
levanto para ir a clase y me visto con lo primero que cojo del armario, no me
interesa en absoluto lo que los demás puedan pensar de mí.
Me subo en mi bicicleta y
me dirijo a clase, a la entrada me paran unos técnicos y me dicen que debo
rodear el colegio y entrar por la otra puerta ya que están intentando arreglar
los sensores de metales que hay en la entrada. Rodeo el edificio y en la otra
puerta me encuentro al director quien me cachea me suelta un pequeño pero
agotador discurso de que debemos tener cuidado ya que últimamente se están
incrementando los accidentes con armas, y más aquí en Texas.
Entro en clase y me
siento solo en una esquina, como de costumbre aquí nadie me habla, ni siquiera
me dirigen la mirada, pero no importa algún día todo esto acabará, y haré que
se arrepientan por todos estos años. No aguanto más las explicaciones del profesor
asique levanto la mano y en cuento me concede permiso me levanto y emprendo mi
camino hacia el baño. Justo antes de entrar escucho unos golpes seguidos de
unas risas, entorno la puerta para mirar, enseguida me doy cuenta de lo que
ocurre. Saco el móvil y me pongo a grabar como un grupo de chicos agreden a
otro que se encuentra agotado, en su cuerpo se pueden observan un par de
moratones bastante marcados, de pronto la notificación de un mensaje tintinea
en mi pantalla, lo que hace que los integrantes de la pelea dirijan sus miradas
hacía mí.
Lo que me faltaba, pienso mientras se acercan
hacía mi en manada y comienzan a amenazarme, seguidamente me asestan un par de
golpes en el estomago mientras otro de ellos me quita el móvil y lo destroza
ante mis ojos. Vuelvo a clase temblando de rabia y con los ojos llorosos. No
pienso soportarlo más, he llegado al límite aquí acaba todo.
A la siguiente hora
decido que ya es suficiente y me marcho a casa, en el camino de vuelta me entra
hambre y decido pasar por uno de los supermercados del pueblo para comprarme
algo. Mientras entro me cruzo con aquel chico al que estaban pegando, no puedo
evitar fijarme en la gran bolsa que sostiene en la mano. Él se da cuenta de mi
interés en intentar adivinar el contenido de lo que porta, por lo que me lanza
una mirada nerviosa y se aleja apresuradamente. Lo dejo pasar y me compro una
chocolatina, se está haciendo tarde asique me vuelvo a casa.
Esta lloviendo, lo que me
deprime aún más y bajo para intentar distraerme. Al entrar al salón me tropiezo
con una de las armas de mi padre y se me ocurre una idea, es demasiado
precipitada, no sé si podría. Intento dormir, pero no puedo, mi cabeza no para
de recrear el suceso de esta mañana, noto como la rabia crece en mi interior.
Miro el reloj y me doy cuenta de la hora, me levando y me miro al espejo me
duele la cabeza y estoy cansado, pero cada vez estoy seguro de lo que voy a
hacer.
Cojo una bolsa de deporte
y me dirijo a clase llego tarde por lo que no me van a poder cachear, me encuentro
nervioso, pero ya no hay tiempo para pensar. Entro en clase y me siento como de
costumbre, mi cabeza se llena de dudas por momentos, no sé si debería hacerlo,
¿de verdad toda esta gente merece que determine su destino? mientras reflexiono
sobre el tema se comienzan a escuchar gritos de auxilio y terror acompañados de
sonidos de disparos. Rápidamente todos nos damos cuenta de lo que está pasando
y entramos en pánico, ante la indecisión del profesor salgo sin que nadie se dé
cuenta y corro por el pasillo, total realmente no tengo nada que perder, entro
a una de las clases y la imagen que presencian mis ojos me deja paralizado,
noto como una lagrima rueda por mi mejilla y me doy cuenta de la gravedad de la
situación, y de que acabar con la vida de personas inocentes no llenaría ningún
tipo de vacío ni me ayudaría a encontrar mi lugar, al contrario me convertiría
en un asesino. Al instante una idea se me pasa por la cabeza, y comprendo lo
que debo hacer. Corro en dirección a mi clase y apresuradamente cojo la
mochila, ver las caras de terror de mis compañeros me hiela la sangre, pero al
mismo tiempo me llena de fuerzas para continuar con mi cometido.
Escucho los disparos
aproximándose por lo que salgo de la clase y me escondo detrás de una de las
columnas. Veo al tirador aproximarse y aunque lleve puesta una capucha es
evidente que es aquel chico. instantáneamente mi cabeza aporta una respuesta a
la pregunta del contenido de la bolsa de el día anterior. Entra a la clase y
comienzan a sonar disparos. En aquel momento se me paro el mundo, sentía como
si todo fuese a cámara lenta, hasta dejé de escuchar los gritos, solo escuchaba
el latido apresurado de mi corazón. En un impulso comencé a correr empuñando el
arma mientras entraba a la clase.
Por un instante todas las
miradas se posaban sobre mí, incluida la de aquel chico. Se colocó en frente de
mí y al ver lo que portaba mi mando me apunto con su arma, pero al observar mi
cara de pánico pensó que no sería capaz de hacerlo y realmente yo tampoco lo
pensaba. A continuación, se giró con intención de seguir arrebatando vidas
cuando como por arte de magia mi dedo índice apretó el gatillo, haciendo que
aquel chico cayese rendido al suelo.
Al darme cuenta de lo que
acababa de hacer, solté el arma que cayo al suelo mientras entraba la policía
junto con los servicios de rescate. Sentía como las esposas apretaban mis
muñecas y como uno de los policías me ordenaba que le acompañase mientras de
fondo escuchaba el sonido de las sirenas como si de una banda sonora se tratase.
Mientras salía notaba las
miradas expectantes de mis compañeros. Al llegar a comisaria me encontré con mi
padre el cuál me miraba con una cara de la cuál no puede identificar la
expresión.
Finalmente llegó el día
del juicio y todo iba bien, algunos de mis compañeros se presentaron para
testificar a mi favor y agradecerme por mi gran acto de valentía. Mientras este
transcurría parecía que todo estaba saliendo a la perfección recuerdo pensar en
que cuando volviera a clase todos me verían como un héroe y por fin encontraría
mi lugar. Tenía tantas cosas en la cabeza que no estaba prestando atención a
las declaraciones del juez, cuando de repente escucho como pronuncian mi nombre
en busca de atención, al oír la pregunta me quedo paralizado y sin habla. Ante mi
situación de desconcierto el abogado pide que por favor vuelva a formular la
pregunta cuando el juez exclama ¿Por qué tenía usted un arma?
Jimena Hernández
Fernández 1B 15/05/2023
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