Lucía Plaza (El último soplo de mi corazón)

 



EL ÚLTIMO SOPLO DE MI CORAZÓN

 

Todo se remonta a hace 19 años, 2004 para ser exactos… Yo tenía entonces 20 años recién cumplidos; era una chica joven, tímida y discreta.

 

Mi nombre es Carmen y por aquel entonces estaba ciegamente enamorada del chico del vagón de al lado… No lo he comentado antes, pero para ir a la universidad, tenía que coger el Cercanías a diario. Al principio era un aburrimiento tremendo, no sabía aprovechar el tiempo en el transporte público y pasaba horas allí metida… Así que comencé a escribir todo lo que observaba en mi querido diario.

 

Hasta que un día, lo vi a él… Todos mis escritos en el jaleo de páginas garabateadas pasaron a girar en torno a un mismo tema, ese chico misterioso de pelo castaño… ¿Sería majo? ¿Qué estudiaría? ¿Tendría novia? ¿Y…si me acerco a saludarlo? Esa última idea se me iba rápido de la mente. No sabía ni su nombre, solo sabía que era perfecto…

 

Así fueron pasando los meses… Las horas que pasaba en el Cercanías se volvieron una rutina agradable porque pasaba el tiempo imaginándome situaciones con él. Yo lo observaba de lejos todas las mañanas y él ni se inmutaba de mi existencia, aunque con eso me conformaba… No aspiraba a que nadie se fijase en mí, y con lo tímida que era no me pensaba acercar a él ni loca.

 

A veces estrenaba ropa nueva para ver si él se percataba de mi existencia, e incluso cuando veía que cogía un tren distinto, me metía yo también aunque tardara 1 hora más en llegar a casa. En fin, que estaba loca por él… Y llegó un punto que no podía aguantarme más las ganas que tenía de hablarle, así que tras prácticamente 1 año observándolo de lejos, decidí dar un paso adelante y vencer mi vergüenza; hablaría con él por fin.

 

Era una mañana preciosa, y como un día cualquiera, me dirigí ese jueves 11 de marzo hacia el Cercanías después de despedirme de mis padres y de mi hermana mayor (ella era la única que estaba al tanto de mis intenciones ese día y me deseó suerte). Estaba de los nervios y a la vez muy convencida de que ya tocaba dar el paso. Me había alisado el pelo el día anterior, quería dar una buena primera impresión.

 

Era hora punta y me costó bastante localizarlo, pero finalmente lo vi a la distancia… Ese chico moreno, alto y con aire despreocupado; al segundo me puse a temblar como un flan… Ya no había más peros, tenía que afrontar la situación de una vez, ya era hora. Al entrar en el vagón me acerqué a él y fui directa hacia mi objetivo.

-Hola buenas, ¿Cómo te llamas? Yo soy Carmen, estudio medicina, tengo 20 años y cogemos este tren a la misma hora todos los días, pero yo me siento en la esquina del fondo.

 

El chico se empezó a reír, pero no con mala intención… De hecho, ese gesto hizo que me destensara un poco. Quizás fui demasiado directa de inicio, pero es que llevaba queriendo hablar con él mucho tiempo y no me arrepentí.

 

-Me llamo Marcos, ya te he visto rondando por aquí más de una vez. De hecho, menuda coincidencia que siempre que me desvío coincidimos también, ¿no?

 

En ese momento me puse como un tomate… Qué vergüenza, no pensé que hubiera sido tan evidente. Pero también me reconfortó el hecho de que se hubiera fijado en mí, así que continuamos hablando de más cosas. Fueron unos 20 minutos gloriosos… Hasta que de repente todo se volvió oscuro y el tren pegó un frenazo que nos hizo caer al suelo.

 

Empecé a oír gritos de desesperación, pero solo por un oído…El otro me estaba sangrando por el impacto de lo que claramente era una bomba. Sin saberlo, estábamos sufriendo un ataque terrorista… Y a mi alrededor solo se podía apreciar el pánico de la gente.

 

Era el fin, iba notando cómo mi cuerpo se apagaba y el de Marcos y otras cuantas personas también… Decidí dedicar mi último aliento a decirle lo que sentía con un susurro que me hizo entender que había escuchado dándome la mano… Y así nos encontraron los equipos de rescate, muertos unidos por nuestras manos bajo los restos del tren destrozado… Al menos me lancé a hablar con mi chico misterioso antes de la desgracia, al menos le pude dedicar el último soplo de mi corazón…

 

Y para los que os lo estéis preguntando, mi diario lo encontraron entre los restos de escombros y lo devolvieron a mi familia. Mi hermana entró en contacto con el famoso grupo ‘La Oreja de Van Gogh’ y les dejó utilizar mi historia para componer una de sus canciones más famosas ‘Jueves’ (preciosa y triste a la vez). Y con esta canción se conmemora siempre a los 193 fallecidos y 2000 heridos durante los terribles ataques terroristas del 11M.

 

Lucía Plaza Sánchez 1ºB (17/05/2023)

 

 




Comentarios