Martina Paz (El bosque rojo)


 

                                        EL BOSQUE ROJO

 

31 de octubre de 2022, el día de Halloween. Llevaba casi tres meses en California, y ya había conocido un montón de gente, había ido a un montón de sitios, y me encantaba mi vida en ese momento. No había tenido ningún problema y me encantaba mi nuevo colegio. Yo estaba muy a gusto con mi familia de acogida de allí. Tenía una hermana casi de mi edad, Lily y me llevaba bien con los padres. Todo iba perfecto hasta el día de Halloween.

 

 

Estabamos Lily y yo montando en skate esa tarde. Nos fuimos a unas carreteras adentradas en el bosque que estaban bastante lejos, las calles eran pequeñas y empinadas y era muy divertido bajar en skate por ahí. El paisaje también era muy bonito, había árboles verdes, con flores rosas, blancas y de todo tipo. Lily, me dijo que era un sitio de desechos residuales y por eso tenía un olor muy desagradable. Pero, aún así, valía la pena. No nos importaba porque bajar y subir esas callecitas con el skate era muy divertido. Se estaba empezando a hacer tarde pero estábamos disfrutando mucho y no teníamos nada mejor que hacer.

 

 

Cuando estábamos a punto de irnos de allí, decidimos bajar la última bajada, la más empinada. Desde arriba no se apreciaba lo empinada que era pero bajamos igualmente. Era una bajada bastante larga y había una curva en el que había que girar bastante rápido para no caerte en los arbustos. Desde lo alto, no se veía el final de la calle.

 

 

Ella bajó primero, me dijo que me esperaría abajo. La vi alejándose poco a poco hasta que dejé de verla porque cogió la curva y empezó a girar. Me tocaba a mí, y me subí al skate. Me impulsé para coger más velocidad pero no era necesario. Hice el mismo trayecto que ella, seguí el mismo camino. Y de repente sentí cómo la bajada se volvía cada vez más empinada y no se veía el final. Me obligué a mí misma a no entrar en pánico porque iba a ser peor y pensaba que la calle dejaría de ser empinada en algún momento. Pero yo no sabía nada. El skate no paraba e iba cada vez más rápido. No supe qué hacer.

 

 

Y cuando estaba a punto de tirarme al suelo para que no sea tan doloroso caerme después, de repente, la vi allí en el suelo, a Lily, a unos 10 metros de mí. No sabía qué hacer. En ese momento, se me paralizó todo y no podía pensar. Iba demasiado rápido y si seguía iba a chocar con ella y le iba a doler, pero tampoco podía parar, y si me tiraba chocaría con ella de todos modos. Pensé que podría incluso romperle algo. Todos estos pensamientos me vinieron a la cabeza en menos de 5 segundos. Hasta que de lo rápido que iba, el skate empezó a moverse de lado a lado muy rápido y perdí el control del skate y no pude hacer nada para evitarlo.

 

 

Sentí mis brazos, mis codos, mis rodillas y todo raspándose con el asfalto de la carretera. Choqué mi cabeza contra el suelo y me hice mucho daño. Perdí de vista mi skate, ya que se fue colina abajo y no volví a saber nada de él. Calculo que pasaron unos 10 segundos hasta que me levanté con mucho dolor, sobre todo en la cabeza y en el codo. Estaba intentando asimilar lo que acababa de pasar. Hasta que me acordé de Lily. Levanté la vista, y ahí seguía ella, en el suelo, no se había movido, y no parecía que se fuera a mover. Por un momento pensé que me estaría gastando una broma para asustarme o algo por el estilo. Sin embargo, en ese momento, pensamientos bastante negativos me vinieron a la mente pero intenté evitarlos y fui hacia ella cojeando y con una mano en la cabeza, para ver si me había hecho sangre. Me fui acercando lo más rápido que podía, y a medida que me acercaba podía distinguir en el suelo un mancha de algo líquido y de un color muy oscuro, que parecía negro. No era ninguna broma que me quería gastar, ni ninguna caída normal como la de cualquier niño en el patio. Lo que podía intuir en ese momento es que se había golpeado la cabeza con mucha fuerza contra el suelo.

 

Esa imagen me dejó paralizada unos segundos y se me paralizó todo el cuerpo pero luego pensé que cada segundo que pasaba podía afectar el estado de Lily, entonces me acerqué más a ella para ver si se había hecho daño en otro sitio. Mi rodilla estaba sangrando mucho y mi codo tenía una herida bastante abierta. Lily tenía los ojos cerrados y la boca un poco abierta. No se movía. Nunca se me va a olvidar. El ojo se le había hinchado y lo tenía casi más grande que su cabeza. Tenía mucha sangre acumulada dentro del ojo, no sé mo. Sabía que tenía que hacer algo a pesar del estado de Lily en ese momento. Intenté taparle la herida enorme de la cabeza, con mis manos y la camiseta blanca que llevaba yo, acabó roja, con sangre que ni siquiera era mía. Yo no tenía el móvil encima y cogí el suyo de su bolsillo de atrás. No sé qué habría hecho si ella no llevara el móvil. Le sujeté la cabeza tapándole la herida mientras intentaba llamar al 911. Me puse un poco nerviosa y tardé más de lo que debería haber tardado, estuve alrededor de un minuto con el móvil en la mano sin saber qué hacer, hasta que apreté el botón de llamar, sin pensar si quiera en lo que iba a decir. Yo llevaba casi tres meses hablando inglés pero era una situación complicada y no sabía cómo expresarme en otro idioma. Tenía que explicar que estábamos en medio de la nada y que estábamos solas.

 

 

Tardaron un rato en coger el teléfono y me estaba agobiando, así que llamé otra vez. De repente, sentí cómo la cabeza de Lily se empezó a mover, y supuse que se estaba despertando en ese momento. Una persona me coge el teléfono y le explico lo sucedido, no sé cómo me entendieron la verdad y tampoco me acuerdo de lo que les dije. Me dijeron que estaban de camino y colgué el teléfono.

 

Por suerte Lily había abierto los ojos y eso me dio mucho alivio. El ojo lo tenía tan hinchado que no lo podía abrir. Intentaba incorporarse constantemente pero le dije que iba a ser peor y le intenté limpiar un poco la sangre de la cara. Se despertó sin acordarse de nada ni sin saber dónde estábamos ni qué hacíamos. Yo se lo expliqué todo pero no sabía si ella me había reconocido. Intenté parecer tranquila para que no se diese cuenta de lo grave que estaba. No le comenté que le chorreaba la sangre de la cabeza, ni que tenía un ojo hinchado, ni que había llamado a una ambulancia para que se la llevaran, ni por supuesto que había estado varios minutos desmayada. Pensé que se podía asustar mucho si se lo decía. Empezó a recordar cosas y me empezó a hablar como si no hubiera pasado nada, me habló del colegio, de sus notas, de sus amigos y yo no entendía nada pero la escuché sentada al lado de ella. Creo que ella no se daba cuenta de lo que pasaba y me contaba cosas que no tenían nada que ver. Hablaba mucho y no sabía si era normal después de desmayarse durante tanto tiempo. Volví a coger su móvil y mandé un mensaje a su madre, para explicarle todo lo que había pasado y vino más rápido que la ambulancia. Cuando llegó, se puso a llorar al ver a su hija en tan mal estado, y recuerdo que me daba las gracias constantemente por haber llamado y por haber tapado la herida. La ambulancia llegó después de 10 minutos y sentí un alivio enorme al saber que su vida ya no dependía de mí.

 

La levantaron y vi la mancha de sangre más grande que había visto en mi vida. Mi cabeza no asimilaba lo que acababa de pasar y no sabía si debía sentir miedo, alivio, tristeza... La ambulancia se fue con Lily y yo fui en el coche con su madre. Fui cojeando sin darme cuenta. Fue un trayecto de 30 minutos al hospital. Estuvimos calladas todo el trayecto y yo seguía con la ropa llena de sangre que no era mía. La camiseta que ya no era blanca daba un aspecto que daba miedo. Me había hecho un agujero en la rodilla del pantalón, y cuando me quise dar cuenta, tenía la rodilla llena de sangre y una herida enorme pero no sentía ningún dolor.

 

El codo es lo que más me dolía. Casi me pusieron puntos de lo abierta que estaba la herida. En el hospital tuvimos que esperar la madre de Lily y yo sentadas en la sala de espera. La gente me miraba muy raro o se tapaba la boca con la mano cuando me veían entrar, pero tendrían que haber visto a Lily. Yo seguía con las manos de color rojo y no me dejaron pasar al baño a lavármelas. Me hacía gracia la reacción de la gente cuando me veía, ya que no tenían ni idea de lo que había pasado. Nos dejaron pasar a verla después de un largo rato esperando. Nunca se me va a olvidar la imagen de tanta gente acostada en camillas, niños, ancianos, una mujer embarazada que había tenido un accidente de coche y que había estado a 2 minutos de morir. Me hizo reflexionar mucho durante las próximas semanas y me prometí a mí misma llevar casco la próxima vez. Pero no hubo próxima vez, ya que no volví a subirme en ningún patín desde ese día. Volvimos todos a casa cuando nos dijeron que Lily estaba estable, le habían tenido que poner 10 puntos en la cabeza, e incluso raparle un poco de pelo para poder hacerlo. A mí me curaron el codo y la rodilla y Lily tuvo que pasar la noche en el hospital. Cuando llegué a casa esa noche, no podía creer lo que acababa de pasar y no sabía si contárselo a mis padre o no. Porque igual me mandaban a España de vuelta. Pero se lo dije sin darle tanta importancia. Las siguientes semanas fueron un poco raras pero me acostumbré con el tiempo, y estaba agradecida por que no había sido más grave de lo que fue.

 

 

 

Martina Paz Martínez 1A  7-05-2023

Comentarios