Sara Delmas Álvarez (La amenaza de los humanos)


 

LA AMENAZA DE LOS HUMANOS

 

Estábamos todas las crías jugando entre pedazos de hielo que se había des adherido del resto del hielo, saltábamos de uno a otro a ver quien llegaba antes, pero a veces estos se descomponían en trozos más pequeños. A nuestras madres les da miedo, pues alguna vez un oso se ha llegado a caer al agua y al no poder salir se ha ahogado. Esto no siempre fue así, me dice mamá; ¡antes había grandes edificaciones de hielo e icebergs y más hacía frío! Eso era la parte que más echaba de menos ella y todos, pero de eso ya hace mucho.

 

 ¡De vez en cuando recibimos visitas de humanos, he oído que campan a sus anchas destruyendo nuestras casas o incluso se atreven a llevarse a crías o familias completas para su propio bienestar, como lo son sus negocios, me parece horrible! ¿Y Si alguna vez se llevan a uno de mis amigos? ¿O a mi madre?

 

 El caso es que hoy, como he dicho, estábamos todos juntos, cuando de repente oímos una avalancha algo lejos, se había derretido otras parte de nuestro hogar, cada vez los trozos que caían al agua eran cada vez mayores a este paso, ¿dónde viviremos? Pensamos que eso había sido toso por hoy, pero de repente empiezan a aparecer barcos grandes a nuestro alrededor, incluso camiones por atrás nuestro, no entendemos nada, pero nos asustamos y huimos todos hacia cualquier refugio para que no nos encuentren. Nos quedábamos en nuestra cueca casi tres días y cuando salimos parece que han pasado años, todo está cubierto de máquinas, barcos, coches y personas, luces, ruidos … ¿Qué estarán haciendo? Todos nos preguntamos lo mismo. No queremos que estén aquí, este es nuestro hogar y lo vana destruir en poco tiempo si siguen así. ¿Pero qué podíamos hacer nosotros de todas maneras?

 

 De pronto oímos a la distancia un hombre que se pone a gritar descontroladamente a sus compañeros, mientras nos señalaba, así que todos los de al lado miraron en nuestra dirección, no sé quién de todos estaba más asustado si yo o ellos. Parece que nosotros, porque esos señores que estaban gritando venían corriendo hacia nosotros con redes y pistolas, aunque seguíamos sin entender nada, sabíamos que no era nada bueno, así que volvimos a intentar huir a nuestro refugio, pero esta vez no lo conseguimos, intentamos alejarnos de allí lo máximo posible lo que no nos dimos cuenta es que como esa máquina que acabábamos de ver las había ya por todos lados, estábamos despistados sin saber qué hacer.

 

 

Los hombres seguían persiguiéndonos, pero ahora iban más rápido encima de otra máquina extraña, la primera vez que disparan fallan, la segunda, ya no tenemos tanta suerte.

 

¿Por qué hacían esto? ¿No son ellos los intrusos acaso? Si no les hemos nada…

 

No me di cuenta a principio porque mi grupo no paraba de correr, pero al pararme a coger el aire no vi a mama y me entró el pánico, no podía ser ella, es cuando miro hacia atrás cuando la veo con una fea red cubriéndola y rodeada de los cazadores, la necesito. Intento ir hacia ella, pero los demás no me dejan alegando que así nos cogerán a todos. La tuve que dejar allí, no sé si estaba muerta, pero si nadie la rescataba pronto lo estaría. Y así fue, pues nadie se abrevió a volver por ella.

 

 Ese día perdí dos cosas, mi hogar y mi madre, y todo por los dichosos humanos que no saben donde meterse. En poco tiempo lo poco de hogar que me queda, dejará de existir y a saber cuál será entonces nuestro destino.


Sara Delmas Álvarez 1ºB


Comentarios