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En un día como
cualquier otro, solían abrazarme, recibiendo el mismo cuidado y cariño de
siempre. Sin embargo, algo en el entorno cambió. Mi curiosidad fue atraída
hacia esta persona que me cuidaba, que me regalaba sonrisas y me trataba con un
afecto sincero que dejaba una huella en mi corazón.
Ella me llevaba
a un mundo de relatos, en el que aparecía una tierra rural donde los animales
eran parte de su vida cotidiana. Con tres cerdos bajo su cuidado, su narración
solía girar en torno a las travesías de estos simpáticos animales que, se
encontraban en constante acecho de un lobo feroz que rondaba en el hábitat.
Cada relato estaba lleno de emoción y aventuras que hacían que mi imaginación
volara a esos paisajes rurales y a las hazañas de los cerdos para protegerse.Acabando
con el lobo feroz, perdón por espoliar.
También me contaba
con entusiasmo sobre un señor mayor llamado Gepetto, conocido en la aldea, por haber
perdido su hijo en trágico incendio, pero que deseaba que volviera con gran
anhelo. Por otra parte, la Hada azul satisfizo su necesidad con un niño de
madera denominado Pinocho, cuyo padrino era un insecto saltarín, pero no todo
iba a ser color de rosas en esta historia, ya que iban a aparecer maleantes,
rateros, payasos, malabaristas, y por si fuera poco un zorro malicioso y una
ballena traga elefantes.
Otras historias
que compartía involucraban a una abuelita, alejada de su familia, cuya nieta
desafiaba valientemente los peligros del entorno para llevarle comida y
asegurarse de que la anciana no pasara hambre, cumpliendo su deber con un
coraje admirable. Pero entre todas las historias que compartía, una en
particular es mi favorita: "El regreso a casa después de un largo
viaje". Este relato se convertiría en un símbolo de fortaleza y
perseverancia para ambos.
En una Navidad,
partió para visitar a su familia que residía en Colombia y, de manera
inesperada, el regreso se vio demorado por circunstancias fuera de su alcance.
Esta separación inesperada dejó en mí un temor profundo, el miedo de perder a
alguien tan querido. En medio de ese desierto emocional, cargaba un peso en mi
conciencia. Me preguntaba si podría haber evitado su partida, si hubiera sido
egoísta al pedirle que se quedara a mi lado para cuidarme. Sin embargo,
comprendí que la espera era mi única compañera, y en esa resignación, aprendí
la virtud de la paciencia, una lección que me acompañaría a lo largo de la
vida.
Los meses se
deslizaron silenciosamente, convirtiéndose en años, hasta que finalmente llegó
el ansiado momento del reencuentro. Nos encontramos de nuevo, compartiendo
momentos preciosos y prometiéndonos estar siempre presentes en la vida del
otro. Sin embargo, el destino jugó nuevamente sus cartas y nos separó cuando tome
la decisión de comenzar una nueva vida en este país, un cambio necesario, pero
no exento de nostalgia.
A pesar de la
distancia física, seguimos conectados, saludándonos cada día con un cálido "Buenos
días" y compartiendo nuestras vivencias en los fines de semana a través de
llamadas llenas de risas y anécdotas. Esta experiencia me enseñó que el cariño
y la conexión con una nana tan especial, trascienda la geografía y el tiempo,
fortaleciéndose con cada día que pasa. La lección más valiosa que mi querida cuidadora
me ha dado es que, cuando la amistad, es sincera, no importa la distancia ni el
tiempo, siempre se encuentra una forma de mantenerse unidos, a pesar de los problemas
que tengamos, la distancia, los conflictos y de lo que puede que se anteponga
en en nuestra amistad eso no quiere decir que te deje de querer.
Saludos Ian.
Ian Francesco Rocci Capasso , 1ª, N 26. (noviembre de 2023)
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