UN SUEÑO CUMPLIDO, PERO ¿A QUE
PRECIO?
Me llamo Abdelrahim Ouhida y soy uno de los tantos niños marroquíes
que han sufrido los daños del terremoto del último viernes 8 de septiembre de
2023.A diferencia de muchos otros niños esta catástrofe me ha dado la
oportunidad de mi vida, pero ¿Realmente ha valido la pena?
Todo
ocurrió de repente, era un viernes cualquiera, las clases habían terminado y me
quedaba todo el finde semana para disfrutarlo haciendo lo que más me gusta,
jugar al fútbol con mis amigos. Al salir de clase y después de comer con mi
familia siempre me iba a una cancha de fútbol que hay en mitad de mi pueblo a
jugar con mis amigos. Mi sueño siempre había sido conocer a los jugadores que,
según mi opinión, jugaban en el mejor equipo del mundo, el Real Madrid. Cuando
jugaba el Real Madrid escuchaba los partidos por la radio, ya que aquí no hay
televisiones, ni Internet. Los escuchaba con papá, que trabajaba duró para que
pudiese estudiar en alguna escuela, y también con el abuelo. A mí solo con escucharlo
me bastaba y lo que más me gustaba era ver la felicidad en el rostro del abuelo
y de papá cuando el Madrid marcaba un gol. Este año, por mi cumpleaños me
regalaron entre toda mi familia una camiseta del Madrid. Siempre me gustaba
llevarla a todos sitios y sobre todo cuando jugaba con mis amigos al fútbol.
Muchas veces intentábamos representar las jugadas de nuestros ídolos que
escuchábamos por aquella radio tan vieja pero que tanto queríamos. Y para
concluir la tarde nos separábamos en dos equipos para jugar un partido,
eligiendo cada uno a su jugador favorito.
Volviendo
a aquel viernes 8 de septiembre, en el que me encontraba en esa cancha con
tantos recuerdos, pasó algo inusual, sin esperarlo, el suelo empezó a temblar
muy fuerte, me quedé paralizado e intenté encontrar la mirada de alguno de mis
amigos. El gesto de todos era el mismo. Una mirada de terror, impresión y
pánico. A los diez segundos, las humildes casas de nuestro pueblo se iban
derrumbando, sin pensarlo e inconsciente de que sería la última vez que vería a
muchos de esos amigos con los que tantos recuerdos, goles y risas habíamos
compartido, eché a correr hacia mi casa, esperando que estuviesen todos sanos y
salvos. Mientras corría por fin acabaron los temblores.
Cuando
llegué al que había sido mi hogar durante tanto tiempo, no podía creer lo que vi,
apenas quedaban escombros de la casa. Despavorido, grité en busca de una
respuesta que nunca llegaría, la respuesta de algún miembro de mi familia. Fui
en busca de ayuda, pero en vano, ya que todo el mundo estaba pendiente de
rescatar a sus familiares. Trate de mover algún resto de la destruida casa en
la que había vivido toda mi vida, pero no hubo resultado. La rabia se convirtió
en tristeza y una lágrima empezó a caer por mi rostro. Pasaron dos horas en las
que las ambulancias no dejaban de sonar por todos lados. Yo era incapaz de
poder levantar la mirada, ya que sabía lo que vería si lo hacía. Tras dos horas
que pasaron como dos días, llegó un señor con un micrófono acompañado de otro
con una cámara gigante. El chico del micrófono me preguntó que donde estaban
mis padres, con un hilo de voz, conseguí contarle que había perdido a mi padre,
a mi madre, a mis dos hermanos y a mi abuelo. El periodista se limitó a mirarme
compadeciéndose sin saber que decir.
Tras
dos días sobreviviendo a base de las ayudas que enviaban desde otros países me
vino a buscar ver el periodista que me había encontrado el otro día. Me contó
que el Real Madrid había visto el video viral que él mismo había subido a las
redes sociales, en el que se veía la entrevista que me había hecho. Me dijo que
el Real Madrid me acogería y me darían un hogar y la posibilidad de poder
estudiar lo que quisiera. Podría conocer a todos esos jugadores, de los que
tantas hazañas había escuchados por la radio, mi sueño se había cumplido.
Antes
de subir al avión camino a Madrid, miré hacia atrás, una vez más las lágrimas
aparecían en mi cara. Recordé todo lo que días antes me
parecía rutinario y aburrido, las comidas en familia, los partidos con mis
amigos, escuchar la radio con papá y el abuelo y esos recuerdos que no eran tan
buenos como las discusiones que a veces tenía con mis hermanos. Todo eso se
había acabado y jamás podría volver a revivirlo. Ahora me tocaba mirar hacia
delante y aprovechar esta oportunidad única que se me presentaba. Me acordé de papá y de como siempre me decía
que tenía que estudiar mucho para conseguir un buen trabajo. Con valentía di un
paso al frente y afronté la realidad. Ahora tocaba vivir un sueño que me había costado
todo.
Javier del Piñal, 1ºB de Bach. Octubre 2023
Comentarios
Publicar un comentario