LA LLEGADA DE MI VALENTÍA
Estaba ahí, a punto de tener valentía
para hacerlo, ya estaba lista para saltar, cuando de repente mis amigos me
sacaron de mis pensamientos gritándome: “no te da tiempo, nos tenemos que ir
ya” al escuchar esto retrocedí, cogí mis chanclas y fui con ellos a buscar a
nuestros padres.
Para mi sorpresa seguían en el mismo sitio
donde les habíamos dejado cuando nos habíamos ido después de comer, cuando llegué
le di un abrazo a mamá, ella tenía el olor extraño y fuerte que había estado
desprendiendo muy frecuentemente por las noches, yo ya sabía cómo comportarme,
era algo normal o eso creía yo. Nos subimos al coche camino del hotel, y de
repente el coche no iba con un sentido concreto, iba de lado a lado, como si
hubiera perdido el control, yo rogué a mamá que frenara, pero ella no me
escuchaba, ahí fue cuando cambio de canción, empezó a sonar aquella melodía que
en ese entonces me encantaba y la cual ahora no podía escuchar sin ponerme a
temblar, y justo cuando empezó el estribillo de la canción estaba en el
estribillo, recordé todo lo que había aprendido saltando con mis amigos.
Lo decidí otra vez iba a saltar, cuando abrí
los ojos después de saltar ya no estaba ni mamá ni el coche, solo había varias
personas a mi alrededor, una señora que formaba parte de aquel grupo se acercó a
ayudarme a levantarme, cuando lo hice mire hacia abajo y vi que las chanclas
que tanto había utilizado durante esos días estaban rotas y con manchas rojas. La gente no paraba de decir que había sido muy valiente y
de preguntarme cosas, pero era como si hubiera perdido la memoria, yo intentaba
responder, pero pocas veces acertaba, tiempo después vi unas luces azules acercándose
haciendo mucho ruido y cuando ya estaban en frente mío un señor uniformado me
dijo que fuera con él.
En nuestra primera parada me
intentaron curar heridas que no había sentido, y de decir que había tenido
suerte de no haberme hecho más. Después fuimos a otro lugar, un lugar donde había
varios señores vestidos como él, me senté con ellos y pregunté “¿y mi madre? Tu
madre está bien, pero va a ser mejor que no la veas en un tiempo, me
contestaron yo pensé que no tenían ni idea de lo que era lo mejor para mí, pero
solo asentí. Cene con ellos y llego papá, que me sorprendió porque en aquella
ciudad estaba sola con mi madre, el me abrazaba llorando y no paraba suplicarme
perdón, lo que yo seguía sin entender era porque todo el mundo estaba tan
preocupado y mirando con esa cara de pena, papá se fue a hablar con el señor
uniformado que le informó de todo lo ocurrido.
Una vez que estábamos saliendo hacia
el coche, vi a mamá, pero seguía teniendo aquel olor así que decidí ir saliendo
yo sola mientras veía como mis padres lo cuales una vez se quisieron tanto, discutían
como cada vez que estaba yo delante y ese olor, papá salió me cogió en brazos y
me llevo a un hotel en otra ciudad la cual no estaba muy lejos y es donde había
estado trabajando papa los días anteriores. En el
momento en el que llegamos estaba aquel amigo de papá el cual siempre me hacía
fotos y me hacía reír a carcajadas, me quede con el hablando, mientras papá
hablaba por teléfono con el ceño fruncido y un tono de preocupación.
Despues de despertarme al día
siguiente me di cuenta de que estaba camino a casa, pero vi algo extraño e
inesperado después de lo del día anterior en el coche, a mamá. Ella empezó a
regañarme por lo ocurrido y yo no entendía porque de un día para otro el amor
que me tenía mama empezó a ser más frio, y porque no podía quitarme aquella sensación
de agobio cuando estaba en el coche y me asustaba de la mínima cosa en la cual
veía el peligro de tener un accidente. Aunque tenía esos pensamientos todo el
tiempo en la cabeza, pregunte “¿dónde está tu coche mama? Ella frunció el ceño
y solo se calló, papá fue el único que me explico que debido a lo ocurrido ayer
el coche estaba en el taller.
María Marín González 1º bachillerato
A Octubre 2023
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