Paula Sualdea Fernández (El día que cambió mi vida)


 

EL DÍA QUE CAMBIÓ MI VIDA

 

Esto empezó un 8 de septiembre de 2001. Estaba en casa de los abuelos como un día normal. Me pasaba los días con ellos ya que todavía era pequeña y tan solo iba el colegio un rato por la mañana. Era la hora de comer y llegaron mis hermanos, María, Rubén y Manu tras un día de colegio. Pasamos la tarde allí hasta que se hicieron las 19:00 y llegaron papá y mamá a buscarnos para ir a casa. En el trayecto en coche papá nos dijo que tenía una sorpresa para los 4 por habernos portado así de bien durante todos estos meses que ellos tenían que irse a otra ciudad a trabajar.

 

Era la hora de cenar y teníamos pollo, el plato que más nos gustaba a todos. A mamá se le daba muy bien cocinar por eso siempre hacía unos platos exquisitos. La cena transcurría y aquí nadie nos daba ningún tipo de sorpresa así que me empecé desilusionar. ¡Con las ganas que yo tenía de un regalo! Cuando de repente se hizo un silencio en todo el comedor. Mis hermanos y yo nos miramos preguntándonos que pasaba, pero ninguno tenía respuesta. De pronto se apagaron las luces y apareció papá con una camiseta que ponía algo raro que no era capaz de leer.

 

-       De pronto saltó Rubén diciendo: ¿por qué te has cambiado de ropa papá?, ¿de dónde has sacado esa camiseta de Nueva York?, ¿y por qué llevas una maleta?

-       Y de pronto dijo María: ¡Rubén todo esto significa que nos vamos a Nueva York!, ¡esa era la sorpresa!

 

Nos levantamos de la mesa y nos pusimos a saltar todos de alegría. Un gran viaje estaba por venir.

 

Ya era 9 de septiembre y nos tuvimos que levantar muy pronto para coger el vuelo. Una vez pasadas las 9 horas de vuelo, llegamos a nuestro destino, ¡Nueva York! Estábamos todos tan emocionados que por un momento se nos olvidaron las maletas. Una vez fuera del aeropuerto un taxi nos estaba esperando fuera para llevarnos a nuestro hotel. Era el hotel más lujoso del centro de Nueva York, ¡era enorme! Como llegamos tarde cenamos rápido y nos fuimos a dormir ya que estábamos muy cansados y mañana sería un gran día visitando la ciudad.

 

Ya era el día siguiente, 10 de septiembre y era nuestro primer día de turismo por la ciudad así que nos levantamos pronto y empezamos nuestra aventura. Empezamos yendo a ver la Estatua de la Libertad, el cual tuvimos que coger un barco para así acercarnos a verlo mejor. ¡Era impresionante, era enorme! Ya que se nos hacía tarde fuimos a comer porque aquí la gente come muy pronto. Una vez llenos de apetito fuimos a ver más sitios y monumentos importantes como Central Park, Wall Street, el Puente de Brooklyn y mucho más. Ya había anochecido así que fuimos a cenar y directos a dormir.

Amaneció y ya era 11 de septiembre, nuestro segundo día en esta magnífica ciudad. El primer sitio del día que fuimos a visitar es el famoso edificio World Trade Center ya que nos decían que se llenaba muy rápido de gente y a pesar de ser unos edificios iba un montón de gente a verlos. Nos pareció muy interesante que en esta ciudad pasan aviones desde muy temprano y lo curioso es que pasaban muy seguidos, cada 15 min aproximadamente. Eran las 8:30 y ya habían pasado tres aviones y noté en la cara de papá que tenía alguna preocupación en mente.

 

-       ¿Papá que pasa? Le pregunté.

-       Nada cariño todo está bien no te preocupes. Ven que vamos a entrar dentro de este edificio para verlo, me dijo mi padre.

 

De repente amanecí y era el día siguiente. Desperté en una sala con paredes blancas y con gente que me rodeaba vestida del mismo color de la pared. También estaban ahí papá, María, Rubén y Manu, pero ¿y mamá? De repente entró uno de esos señores vestidos de blanco a hablar con papá. Mis hermanos empezaron a llorar y no entendía muy bien el por qué. Por mucho que les preguntaba nadie me contestaba, era como si nadie pudiera oírme. Al paso de las horas empezaron a llegar los abuelos, los tíos con los primos, toda la familia. Me hizo mucha ilusión verlos, pero para mi sorpresa no me saludaron. Todo el mundo pasaba de mí, no me hacían caso por mucho que les hablara e intentara llamar la atención.

 

Miré a mis alrededores y estaba toda la sala llena de gente, parecía esto una fiesta, pero en cambio la gente no parecía muy feliz. Finalmente, vi a mamá tumbada a mi izquierda. No la había vuelto a ver desde el momento en que entré en el edificio con papá. Quería acercarme a ella, pero entonces me di cuenta de que no podía levantarme. Al cabo de los minutos me di cuenta que todo esto no era un sueño si no la realidad. No podría verme de esa cama nunca más. Hola, soy Sonia, y soy una de las personas que falleció el 11 de septiembre de 2001 en el atentado de las torres gemelas.

 

Paula Sualdea Fernández 1B, octubre 2023

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