Fernando Arias (Juego de niños)


 

JUEGO DE NIÑOS

 

Camarero, traiga un poco más de parmeggiano. Y tú, Nano, que solo tienes ocho años. Deja de pedir cambios en el plato que estás mareando al personal de la trattoria. Es comida casera, aquí cocinan de maravilla

La pasta me gusta con mucho queso. Pero mucho. No me gusta el tomate porque a veces sabe ácido. Mucho mejor con aceite y queso. Aunque se me ha quitado un poco el hambre. No me gusta ver sangre cuando voy a comer. Y de ese señor gordo del baño salía mucha sangre de la tripa. Qué pesado es papá con lavar las manos. Fue un gran salto, sí. Un gran salto para llegar al lavabo. Y tampoco me manché los zapatos. Debería decírselo a papá. Pero es que si se lo digo nos marcharemos y me quedaré sin comer. Está un poco soso pero no voy a decir nada. No tengo mucha hambre, pero quiero comer un poco. La comida me dará energía, y la necesito para ganar otra vez a Jaime y darle otra vez a la piedra redonda. Me encanta cuando consigo pegarle a la cruz que pintamos en rojo. Se va a enfadar como le pegue en la cruz otra vez con uno de los guijarros. Quiero que se tenga que bañar otra vez. Además hoy hay muchas olas. No me gana desde hace seis días. Necesito coger energía para ganarle de nuevo. Ese señor gordo que sangra se parece al tendero de naranjas del mercado de los domingos, pero no es él. Pobre tendero, sólo vende naranjas. Debe vivir solo. El pan de aceite está riquísimo.

 

―Oye, papi, ¿A qué hora nos vamos?

―Pues en cuanto acabemos la comida, hijo. ¿Tienes prisa?

―No

―Entonces, ¿por qué lo preguntas? Tu amigo Jaime te esperará como siempre, en la playa

―No. Es que, bueno, quiero contarte una cosa

―¿Tan importante es que no esperas a que acabemos de comer?

―Es que hay un señor gordo sangrando en el baño, pero no quiero que nos quedemos sin comer

 

 

No me gustan las ambulancias. ¿Quién habrá inventado el sonido de las sirenas? Me hace daño en el oído izquierdo. Papi dice que tengo buen oído. La guitarra de papi me aburre un poco, pero dicen que la toco bien. Cómo chirría la camilla al pasar. Y cómo se mueve su cabeza. Tan cerca el señor gordo ya no se parece tanto al tendero. Tiene un gesto raro. No, no debe ser familiar del tendero. No le he visto nunca por aquí. Y eso que hay muchos señores gordos en el pueblo.

 

 

******

 

 

―¡Casi le doy! Venga Jaime, te toca a ti

― Oye, ¿y qué te dijo el policía?

― El policía es mi amigo. Me preguntó qué hacía ese señor, y luego se rio cuando le dije que no vendía naranjas. Además en el pueblo sólo hay un mercado.

― Me has hecho trampas, has tirado un metro por delante. Vamos a lanzar los dos desde esta roca. ¿Y cómo es tu amigo el policía?

― Lleva una gorra azul marino y tiene unos bigotes muy grandes. Y suda mucho. Un día vamos y le saludamos. ¿Quieres?

― ¡Vale!

― Es muy simpático. Allí me han dado un vaso de Nestea, y cuando nos íbamos me ha regalado tres caramelos por no haber tocado el cuchillo. Toma uno, para ti

― ¡Gracias! ¿De qué es?

― Es de limón.

― A mí me encantan las navajas albaceteñas. Mi padre las colecciona.

― Mi papá dice que no puedo coger cuchillos porque me puedo cortar. Era un cuchillo muy largo.

― ¿Y de qué habrá muerto el señor gordo?

― No lo sé.

― Prepárate, Jaime, que voy. Estoy seguro de que le voy a dar. ¡Hoy te bañas tú!

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   FERNANDO ARIAS DE ESTEBAN 1 BACH A

25 DE OCTUBRE      2023

Comentarios