JUEGO
DE NIÑOS
―Camarero, traiga un poco
más de parmeggiano. Y tú, Nano, que solo tienes ocho años. Deja de pedir cambios
en el plato que estás mareando al personal de la trattoria. Es comida casera,
aquí cocinan de maravilla
La pasta me gusta con mucho
queso. Pero mucho. No me gusta el tomate porque a veces sabe ácido. Mucho mejor
con aceite y queso. Aunque se me ha quitado un poco el hambre. No me gusta ver
sangre cuando voy a comer. Y de ese señor gordo del baño salía mucha sangre de
la tripa. Qué pesado es papá con lavar las manos. Fue un gran salto, sí. Un
gran salto para llegar al lavabo. Y tampoco me manché los zapatos. Debería
decírselo a papá. Pero es que si se lo digo nos marcharemos y me quedaré sin
comer. Está un poco soso pero no voy a decir nada. No tengo mucha hambre, pero
quiero comer un poco. La comida me dará energía, y la necesito para ganar otra
vez a Jaime y darle otra vez a la piedra redonda. Me encanta cuando consigo
pegarle a la cruz que pintamos en rojo. Se va a enfadar como le pegue en la
cruz otra vez con uno de los guijarros. Quiero que se tenga que bañar otra vez.
Además hoy hay muchas olas. No me gana desde hace seis días. Necesito coger
energía para ganarle de nuevo. Ese señor gordo que sangra se parece al tendero
de naranjas del mercado de los domingos, pero no es él. Pobre tendero, sólo
vende naranjas. Debe vivir solo. El pan de aceite está riquísimo.
―Oye, papi, ¿A qué hora
nos vamos?
―Pues en cuanto acabemos
la comida, hijo. ¿Tienes prisa?
―No
―Entonces, ¿por qué lo
preguntas? Tu amigo Jaime te esperará como siempre, en la playa
―No. Es que, bueno,
quiero contarte una cosa
―¿Tan importante es que
no esperas a que acabemos de comer?
―Es que hay un señor
gordo sangrando en el baño, pero no quiero que nos quedemos sin comer
No me gustan las
ambulancias. ¿Quién habrá inventado el sonido de las sirenas? Me hace daño en
el oído izquierdo. Papi dice que tengo buen oído. La guitarra de papi me aburre
un poco, pero dicen que la toco bien. Cómo chirría la camilla al pasar. Y cómo
se mueve su cabeza. Tan cerca el señor gordo ya no se parece tanto al tendero.
Tiene un gesto raro. No, no debe ser familiar del tendero. No le he visto nunca
por aquí. Y eso que hay muchos señores gordos en el pueblo.
******
―¡Casi le doy! Venga Jaime,
te toca a ti
― Oye, ¿y qué te dijo el
policía?
― El policía es mi amigo.
Me preguntó qué hacía ese señor, y luego se rio cuando le dije que no vendía
naranjas. Además en el pueblo sólo hay un mercado.
― Me has hecho trampas,
has tirado un metro por delante. Vamos a lanzar los dos desde esta roca. ¿Y
cómo es tu amigo el policía?
― Lleva una gorra azul
marino y tiene unos bigotes muy grandes. Y suda mucho. Un día vamos y le
saludamos. ¿Quieres?
― ¡Vale!
― Es muy simpático. Allí
me han dado un vaso de Nestea, y cuando nos íbamos me ha regalado tres
caramelos por no haber tocado el cuchillo. Toma uno, para ti
― ¡Gracias! ¿De qué es?
― Es de limón.
― A mí me encantan las
navajas albaceteñas. Mi padre las colecciona.
― Mi papá dice que no
puedo coger cuchillos porque me puedo cortar. Era un cuchillo muy largo.
― ¿Y de qué habrá muerto
el señor gordo?
― No lo sé.
― Prepárate, Jaime, que
voy. Estoy seguro de que le voy a dar. ¡Hoy te bañas tú!
FERNANDO ARIAS DE ESTEBAN 1 BACH A
25
DE OCTUBRE 2023
Comentarios
Publicar un comentario