LUCHANDO
HASTA EL FINAL
Nos remontamos a un día cualquiera
de marzo, en un piso de Madrid un niño repasa un examen de religión, mañana
tiene examen y no se lo sabe, necesita que ocurra un milagro, algo que cancele
ese examen o que lo posponga. Entonces, el niño escucha que llaman a su madre:
“¿Que si he visto las noticias?” -dijo la madre- “voy a mirar” En el telediario
solo se hablaba de una cosa, los niños no irían al colegio durante un par de
semanas. Era un milagro, aquel niño no lo podía creer, se había salvado. Al día
siguiente fue al colegio y se llevó sus cosas de su aula para estudiar en casa,
“vacaciones gratis, y justo antes de globales” -pensó el niño. Pasaron un par
de días desde que se abandonaron las escuelas y se anunció públicamente que se
debería estar en casa permanentemente, nadie entendía nada. Pero si lo decía la
ley había que cumplirlo. En esa la misma casa del niño hay una madre que se
suele quedar en casa, un padre que abandona su oficina para encerrarse en casa,
dos universitarios que tendrán que estudiar y dar clase a través de sus
ordenadores, y un adolescente que está cursando 3ºde la ESO al cual le han
mandado unas tareas para hacer en ese tiempo.
Mientras tanto, en una residencia,
un abuelo con un ictus lucha por no ser dominado por una maldad que andaba
suelta en el aire y se está llevando a algunos de los abuelos de aquel lugar,
las noticias afirmaron que en aquella residencia no se podían estar haciendo
las cosas peor, y aquel abuelo si era dominado estaría más cerca de la muerte
que nunca. Y lo peor que podía ocurrir, ocurrió; La maldad alcanzó a aquel
abuelo, pero él lucho con toda su fuerza para no acabar como el resto de sus
compañeros... y lo logró, aquel abuelo que tenía casi asegurado el billete a
otro mundo, se río en la propia cara de la muerte. Se decía que cuando la
maldad te alcanzaba era muy improbable que volviera a por ti, pero la había
tomado con aquel abuelo superviviente y volvió a por él. De nuevo, aquel
anciano estaba frente a la muerte, la miró a la cara, se volvió a reír y
sobrevivió.
El tiempo avanzaba y avanzaba... y
así, en un abrir y cerrar de ojos ya había pasado un mes, tras celebraciones de
cumpleaños, videollamadas familiares, misas a través de YouTube, infinitas
horas de videojuegos y chats online; se permitió salir de casa. El verano había
comenzado en el mejor momento, se podía salir de casa. Empezaron las
vacaciones, y la familia que había convivido en casa todos juntos durante meses
hicieron un viaje juntos, específicamente a Alicante. Allí habría algo que iba
a estar generando ansiedades, lloros y de nuevo, ver a la muerte cara a cara...
La maldad que andaba por todo el mundo alcanzó a uno de los hermanos, y de
repente el niño también la tenía en su interior. Aquella maldad cogió
desprevenida a la familia, sobre todo, al padre. Aquel hombre con tan solo 49
años consiguió visitar a la muerte en tan solo una semana, pero de nuevo, y ya
por lo que parece típico en esta familia la evitó y pasó de largo, a base de
fuerza y de una canción de Leiva, aquel señor de 49 que casi se va al otro
mundo, volvió más fuerte que nunca. El verano para aquella familia se había
acabado, la maldad que había perdido mucha fuerza les había arrebatado las
vacaciones, pero jamás se detuvo.
Tras un tiempo, a la maldad todavía
se le tenía miedo, pero se descubrió una forma de evitar que tomará tu cuerpo
de una forma veloz, una pequeña mascara que te protegía de ser invadido por
aquella maldad. Aquella maldad que se había llevado a millones
y millones de personas había
conseguido ser frenada a partir de unos líquidos que se inyectaban en la sangre
las personas. Aunque todavía se llevó a algunas personas lo habían logrado
detener tras varios años.
Ahora ese niño al que metieron en
casa está en 4ºde la ESO y odia recordar aquellos momentos en los que casi
pierde a su abuelo o a su propio padre, pero ahora él sabe que está en una
familia de luchadores, de luchadores que han tenido un enemigo común: el
Covid-19.
Juan Infante
Ruiz 4ºA 11/23
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