TODO
ESFUERZO TIENE SU RECOMPENSA
Soy Álvaro Granados y os
voy a contar como con esfuerzo, disciplina y confianza en uno mismo se puede
llegar a conseguir lo que nadie ha conseguido nunca. Como pude llegar gracias a
mi equipo a la cima que hace no tanto tiempo divisaba a lo lejos.
El waterpolo, un deporte
en el cual la cima a nivel de selecciones no está en la medalla de oro de las
Olimpiadas, ni en el Mundial. La cima está en el europeo, el único campeonato que,
a España, aun habiendo ganado las olimpiadas y el mundial, se le resistía hasta
el pasado 16 de enero. El torneo europeo empezó el 4 de enero de 2024, se
celebraba en Croacia, la que llegaba como clara favorita y nos lo demostró en
la fase de grupos, ganándonos el primer partido del torneo 12 a 14. En este
momento muchos pensaban que la eliminación de la selección sería inmediata.
Pero conseguimos pasar la fase de grupos ganando los dos siguientes partidos
contra Montenegro Y Francia. Afortunadamente Montenegro le plantó cara A Croacia
ganándola en los penaltis. Así conseguimos pasar como primeros en la fase de
grupos lo que nos clasificó directamente a los cuartos de final que disputamos
contra Rumanía y ganamos tras un abundante 24 a 7. En las semifinales que se
jugaron el 14 de enero nos tocó contra otro potente rival, Italia. Una
selección que, aunque su ataque no fuese gran cosa tenía una defensa
espectacular que solo consiguió que anotásemos 7 tantos. Pero nosotros no nos
quisimos quedar atrás y conseguimos que tan solo nos encajaran cuatro. Gracias
a este gran resultado y a este gran trabajo colectivo conseguiríamos pasar a la
tan ansiada final, con la cual ya nos clasificábamos a las olimpiadas de París
2024. Pero no era suficiente, queríamos más, queríamos lograr lo que nunca
había conseguido ninguna selección española, alzarse con el europeo.
Pero sabíamos quién se
iba a interponer en nuestro camino para llegar a esa cima, se iba a anteponer
ese rival. Ese rival que ya conocíamos, que tenía todo a favor, que jugaba en
casa, un muro complicado de escalar, pero si de verdad queríamos hacer historia
lo teníamos que hacer, teníamos que ganar a Croacia. Por fin llegó el día a la
final, y nosotros lo sabíamos, íbamos a salir a ganar y no nos íbamos a dejar
nada fuera del agua. A la gran final llegué empatado a goles con Jerko Marinic, el pichichi croata. Esta
era mi gran oportunidad, era mi oportunidad de alzarme con el mayor trofeo y
además siendo el mejor jugador del torneo. Ya había demostrado durante todo el
torneo mi gran capacidad para marcar goles y sabía que tenía que seguir
demostrándolo en esta final.
Llegamos al polideportivo y estaba todo lleno de croatas, unos pocos
españoles animaban tímidamente desde una esquina, eran pocos pero con ellos
bastaba para saber lo que representamos, a todo El País. Saltamos al agua y nos
preparamos todos en la línea de fondo, y justo enfrente ahí estaban nuestros
mayores rivales los que nos habían conseguido ganar al principio el torneo,
pero eso iba a cambiar en ese mismo instante. Cerré los ojos y pensé en mi
familia, no habían podido venir a verme hasta Croacia, pero sabía que estaban
animándome, lo sentía. En ese mismo instante el árbitro dio el pitido inicial y
salí disparado hacia el balón el cual no iba a llegar a coger porque los
croatas una vez más se nos adelantaban. La final fue muy pareja, pero con una
pequeña diferencia que los croatas siempre nos sacaban 1 o 2 goles de ventaja,
llegamos al último cuarto con un 10 a 8 en contra, Croacia nos había ganado los
tres cuartos anteriores, pero algo nos decía que este iba a ser diferente. Este
último cuarto lo empecé desde el banquillo porque no había hecho ni de lejos mi
mejor partido del torneo, solamente había conseguido marcar un gol. A falta de
5 minutos el resultado no había cambiado, aun así el entrenador me dio la
oportunidad de entrar intentar cambiar el partido. A falta de cuatro
conseguimos marcar el primer gol, pero todavía faltaba mucho simplemente íbamos
10 a 9 perdiendo en cualquier momento ellos podían volver a marcar y sentenciar
la final. Con menos de 2 minutos en el marcador en un ataque desesperado me
dieron la bola a unos 12 m de la portería, en ese instante lo vi claro, vi el pequeño
error de la defensa croata, ese pequeño espacio, cerré los ojos y pensé en todas
las horas de entrenamiento que nos había llevado hasta allí hasta la final, sin
pensarlo dos veces lancé el balón con toda mi fuerza y conseguí atravesar toda
la defensa hasta llegar a la portería, por fin habíamos conseguido empatar el
partido. A partir de ese momento el partido se volvió loco, ninguno de los dos
equipos queríamos el empate el partido había sido cansadísimo y no íbamos a
aguantar una prórroga. En un ataque desesperado me dieron el balón en la banda
derecha el defensa croata se me lanzó encima. Con el cuerpo prácticamente
hundido, mi cuerpo de repente lo sintió, ese balón iba a acabar dentro, realicé
un lanzamiento prácticamente imposible por la espalda y con efecto y todavía no
sé si fue la suerte o el destino pero la bola entró. Lo habíamos conseguido,
nos habíamos adelantado los croatas. Con ese gol me proclamé máximo goleador
del torneo y también máximo jugador. Pero todavía faltaba lo más complicado
aguantar. Los siguientes 50 segundos pasaron como 5 minutos, parecía que el
tiempo no corría y los croatas simplemente atacaban. Pero al final el árbitro
pitó, no nos lo podíamos creer lo habíamos conseguido nos habíamos proclamado
campeones de Europa. Todos ese esfuerzo y trabajo en equipo había sido
recompensado, habíamos conseguido lo que ninguna generación había conseguido
hasta el momento. Por fin habíamos hecho historia.
Javier del Piñal 1ºBachillerato B, nº 4, 30 de febrero de
2024
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