Beltrán Gallego Martín (Mi otra familia)


MI OTRA FAMILIA

 

Me llamo Beltrán Gallego y os vengo a contar una de las experiencias mas bonitas que llevo conmigo y que tengo presente cada día. Tengo 3 hermanos, con los que acostumbro a veranear en Galicia unos dos meses, tanto nos gusta que somos incapaces de cambiar de destino, ya sabéis… paseando, surf, amigos, chiringuito. Sin embargo, el verano pasado tomaron una increíble decisión por mi que cambiaría mi forma de pensar y muy en parte mi forma de ser.

 

Este verano iba a empezar con un rumbo distinto, el 4 de julio salía para Canadá, con personas desconocidas, para pasar mi estancia durante un mes entero, con una familia desconocida, hablando un idioma que aunque manejo sigue sin ser el mio, en fin, que os voy a contar, estaba todo lo nervioso que os podéis imaginar.

 

El viaje, fue interminable, 12 horas de enorme incertidumbre, y una presión en el pecho que a parte de impedirme dormir, me comía por dentro.

 

Llegamos a tierra, nos dijeron que era finalmente el momento y que nuestras familias nos estaban esperando para llevarnos a las correspondientes casas. En el punto de encuentro nos hallábamos todos los estudiantes españoles, observando como nos iban llamando las familias y nos recibían amablemente, con los brazos abiertos.

 

Un rato después, de lejos se distinguían dos figuras que se acercaban a mi cada vez mas, no os mentiré, tuve un mal presentimiento, por el que a día de hoy pediré con un grito al cielo perdón, una mujer vestida con un chador, vestimenta típica de Afganistán para las mujeres, y un chico acompañándola. No me podía creer lo que me estaba pasando, de repente quería volverme a casa aunque fuese nadando, pero no, me llevaron a casa con ellos.

 

La casa era preciosa, entramos por el garaje, al preguntar por que no metían el coche y lo dejaban siempre fuera, no me respondieron, pero tampoco necesité una explicación ya que, al abrir la puerta del mismo, pude apreciar innumerables sillas de ruedas, una vez más, deseé teletransportarme a mi casa. La familia estaba compuesta por 3 hermanos; Lexi, Alex y Niki junto con los padres.

 

Era una familia a primera vista distinta a lo que estamos acostumbrados a ver, por lo menos yo.  de origen de árabe, pero algo físicamente no me cuadraba de ninguno de ellos, aterrorizado me fui al cuarto que me habían asignado, salía lo justo para comer y cenar, no sabia donde meterme y no veía ninguna salida, porque un cambio de familia en este caso me parecía una falta de respeto, aun así esa posibilidad no se me iba de la cabeza.

 

En pocos días cogí confianza con todos ellos, la madre Gal, me explicó la realidad de sus vidas, procedían de Afganistán, emigró a Canadá, con el único deseo de no tener que seguir sufriendo las guerras de su país, empezando a trabajar desde 0 además de un conocimiento limitado del inglés y sus 3 hijos que inexplicablemente nacieron con malformaciones y unas de las mas extrañas enfermedades del mundo.

 

No puedo entrar mucho en detalle en cuanto a lo que suponen sus enfermedades para los órganos o para el normal funcionamiento de su cuerpo primeramente por el gran desconocimiento que se tiene acerca de ellas, pero si lo que pude apreciar físicamente.

 

Lexi y Niki, como ellas había 4 en el mundo, los pies los tenían curvados, impidiéndolas andar largas distancias, subir escaleras…., Lexi en concreto para hacer  cualquier función necesitaba andador. Las manos eran exageradamente grandes, por ultimo tenia la espalda dividida por la columna en dos lados, en un de ellos se podía distinguir una chepa enorme que la dificultaba cualquier movimiento.

 

Alex, el único chico, también tenia dificultades para andar largas distancias, temblores super fuertes que le impedía hablar y expresarse correctamente, además de cualquier actividad que requiriese movimiento físico, hasta las que podemos considerar nosotros mas sencillas, como beber agua.

 

A lo largo del mes, fui sintiéndome más a gusto, haciendo planes con ellos y con los amigos, yendo a comidas familiares, actividades religiosas distintas a las que yo profeso, en resumen, me sentía uno mas de la familia, y para ellos también lo era. Gal hasta empezó a decirme que me consideraba su hijo.

 

Me estaba empezando a encariñar demasiado sabiendo que pronto o tarde me debería ir. Llegada la ultima semana estaba ayudando a la madre en unos recados, entramos al coche, cuando me fije en su rostro abatido, en el momento en el que me contó la razón, un gran malestar me cortaba la respiración, me explicó que a causa de la enfermedad Alex, iba a perder la vista, el habla, la capacidad motriz y que posiblemente falleciera. Se me heló la sangre, no podía articular palabra.

 

Después de aquello, volvimos a casa y al día siguiente cogí el vuelo de vuelta para reunirme de nuevo con mis hermanos, las 12 horas de vuelo me volvieron a dar que pensar, pero de manera diferente.

 

Vivimos en una sociedad llena de prejuicios, conscientes e inconscientes, injusticias diarias, y desprecios entre otros, donde prevalece el hablar antes de pensar, juzgar antes de conocer y criticar antes de saber la historia y la batalla que cada uno ha lidiado y lidia todos los días. Nos subimos al metro, nos montamos en un avión o vamos a un restaurante, bueno, mas fácil todavía, por la calle, en casa, con los que tenemos más cerca, como somos de crueles con palabras innecesarias, creando malestares en otras personas prescindibles.

 

Desperdiciamos el tiempo con nuestros seres cercanos, me incluyo en ello, insultamos, peleamos, hasta pegamos. En este viaje una de las cosas que mas me plantee fue, porque no somos capaces de valorar lo que tenemos, lo siento, no compartiré con la mayoría de vosotros, que lo valoréis, pero ni vosotros ni nadie, porque lo que me ha quedado claro, es que, para valorar tienes que no tener, desgraciadamente, pero así somos, y así hemos sido a lo largo de toda la historia, quiero decir, es muy fácil estar felices cuando todo te va bien, te va bien con tu pareja, te va bien en el trabajo, te va bien con tus amigos, estamos plenos de salud, y aun así no somos capaces de conseguir esa felicidad, nos quejamos, lloramos y pataleamos, que es lo que nosotros, sociedad de occidente, gente de España, necesitamos para dar las gracias al que tenemos al lado, para agradecer ya no el tener una familia, amigos, una casa, cosas que damos por hechas pero que lejos de ser corrientes, son complicadas, y no son tan normales como asumimos como es ver, andar, correr o beber un vaso de agua.

 

Hoy, 15 de febrero puedo decir que fui tremendamente afortunado de conocer a personas tan ricas en felicidad, tan plenas en amor y con tanto que ofrecer a cualquiera que se acerque sea o no de su casa, de su circulo o de su país, pediré perdón de rodillas por no saber tender mi mano de primeras, no saber abrazar sin tener en cuenta consciente o inconscientemente la vestimenta o el origen de una persona y prometo seguir siendo fiel a la persona, no que se subió, pero si que bajó de ese avión.

 

 

 

                                                                                   

 


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