MI PARIENTE MÁS LEJANO
En
un pequeño pueblo llamado Zafra, Badajoz, nacía por pura casualidad un chico
lleno de sueños e ilusión el 30 de junio de 1883, Luis de Oteyza García,
madrileño con raíces vascas, llegaba al mundo rodeado de lujos y comodidades.
Desde pequeño, le encantaban los libros, para él eran sus juguetes, y por mucho
que la familia insistiera con que estudiase y hasta le llevara a la Escuela
Naval, la vida tenía otros planes para él.
Durante
sus estudios en la escuela, el destino volvió a actuar. Después de las penurias
en Cuba y Filipinas, la Escuela Naval tuvo que cerrar sus puertas, por lo que
Luis, con la influencia de su familia, decidió probar en la Escuela de
Ingenieros Industriales. Pero su corazón le decía que lo suyo eran las letras
no las ecuaciones, y le hizo caso. Se lanzó al mundo del periodismo y la
escritura, donde descubrió un universo de posibilidades. Donde pudo explorar
todo tipo de capacidades que él tenia y no lo sabía, y descubrió su vocación.
En
sus inicios practicó un periodismo combativo y, para esa época, arriesgado;
cosa que le hizo famoso y al mismo tiempo polémico, ya que había gente que no
le gustaba que dijera la realidad de España. Estuvo varios años colaborando con
diversas revistas, diario, semanales y periódicos, además de convertirse en el
primer director del periódico La Libertad, fundada en 1919. Con él colaboraron
escritores muy influyentes de la época como Eduardo Ortega y Gasset, Manuel
Machado, Luis Zulueta, Antoni Zozoya y muchos otros escritores y pensadores de entonces.
Fue
el pionero de la radiodifusión en España, por lo que le nombraron presidente de
la Asociación de Radiodifusión de España, y fundó una de las primeras emisoras
de radio que emitieron en Madrid. Fue, ya dirigiendo el periódico, cuando fundó
radio Libertad.
Continuando
con sus entrevistas arriesgadas que él hacía, una entrevista en concreto del
verano de 1922 se convirtió en la más importante de su vida. Le dio fama una
entrevista con el líder rifeño, enemigo público número una de España, llamado Abd
El Krim. Esta entrevista la hizo mientras estaba siendo apuntado con una
pistola apoyada en la nuca. Pero la pistola no fue lo más revolucionario, fue
que decidió ser acompañado por dos fotógrafos a la entrevista para dar una
prueba de que de verdad había hecho la entrevista y que no era inventada, puesto
que en esa época la prensa no era ajena a las exageraciones e, incluso a
algunas invenciones. Por esto le consideraron un adelantado de su época y un
revolucionario del periodismo español.
Él
apoyaba la República por lo que la dictadura de Primo de Rivera lo asfixiaba,
así que, en 1925, decidió emprender un viaje hacia Extremo Oriente. Pasó por Malasia,
Filipinas y China, pero estas fueron solo escalas antes de alcanzar la tierra
del sol naciente, Japón. Como era de esperar, sus viajes, sus descubrimientos y
sus pensamientos se plasmaron en sus libros, como un diario de sus aventuras. Hay
un libro en el que plasma este viaje, llamado De España a Japón: Itinerario
Impresionista.
Un
par de años más tarde, en 1927, sobrevolando el continente, Luis y su amigo
Alfonso Sánchez Portela, quien fue uno de los fotógrafos que le acompañaron en
su famosa entrevista, realizaron un vuelo histórico desde Toulouse hasta Dakar
en una aeronave de los servicios postales franceses. Este logro fue otro hito
más que selló su nombre en la historia de los valientes, demostrando su vida
aventurera y viajera.
Con
la República llegando a España en 1930, Oteyza quiso volver a casa, pero se complicó
su regreso gracias a la política. Al no poder regresar fue nombrado embajador
de España en Venezuela en 1933, por lo que se sumergió en la diplomacia, aunque
en 1936 retiró su apoyo al gobierno de Largo Caballero y emprendió otro viaje,
esta vez a Nueva York. Allí se convirtió en corresponsal para medios
hispanoamericanos, narrando los eventos de un España dividida por la Guerra
Civil.
El
viaje de Luis de Oteyza llegó a su fin el 10 de marzo de 1961 en caracas, donde
había vivido durante treinta años. Su vida fue una novela llena de capítulos que
incluyen a continentes enteros, luchas políticas y la constante necesidad de
explorar.
A
través de sus letras, dejó un legado que va más allá de las páginas de sus
libros, convirtiéndose en un explorador incansable, un periodista intrépido y
sin miedos, además de un poeta espléndido.
Celia de Oteyza Rueda 4ºA nº3 01-2024
Comentarios
Publicar un comentario