Roberto Albentosa (El principio del fin)

 



EL PRINCIPIO DEL FIN

 

1997, Ermua, Vizcaya, un joven de 29 años, Miguel Ángel Blanco, era concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de esta localidad. Su dedicación al servicio público y su compromiso con los ciudadanos hicieron que se convirtiera en una figura importante en la política municipal de Ermua.

 

 

Como era habitual, Miguel cogía el tren para ir a trabajar, pero un miércoles 9 de julio decidió ir en coche a su trabajo, ese mismo día un comando de la Organización terrorista ETA le esperaba a la salida del tren, Miguel, sin saberlo, tuvo un día más de libertad. Al día siguiente, como casi siempre, se dirigía a su trabajo en tren donde tenía una cita importante, pero nunca acudió.

 

 

El jueves 10 de Julio de 1997 Miguel Ángel Blanco fue secuestrado tras bajar del tren, al salir de la estación fue introducido por la fuerza en un vehículo por la etarra Irantzu Gallastegui.  En cuánto fue secuestrado Miguel, supo que ETA estaba detrás de todo, pero eso no le podía salvar.  2 horas después del secuestro a las 17:30, la emisora de radio del diario Egin recibe un comunicado de ETA en el que se responsabiliza del secuestro de Miguel Ángel Blanco y amenaza con ejecutar al concejal si en un plazo de 48 horas el Gobierno no lleva a cabo el reagrupamiento de los presos etarras en cárceles del País Vasco. El ultimátum expira a las 16:00 horas el sábado 12 de Julio. Al mismo tiempo, este muchacho de 29 años estaba secuestrado e indefenso donde su vida dependía de unos terroristas.

 

 

El Gobierno, como no podía ser de otro modo, rechazó dicho ultimátum y chantaje, y tras ello el objetivo se convertía en evitar la muerte del concejal. Después de que el Gobierno tomara esa decisión se comenzó una intensa operación policial contra reloj para dar con el paradero de Miguel Ángel Blanco.

 

 

En esos momentos Miguel estaba encerrado en un caserío vasco alrededor de mucho verde con las manos atadas, pero con mucha esperanza de que lo iban a encontrar, aunque al mismo tiempo con mucho miedo a sabiendas que ETA, tarde o temprano, le iba a ejecutar si no lo encontraban. Llegó la noche y Miguel empezaba a tener sed y hambre, pero él no esperaba nada sabiendo cómo funcionaba ETA mientras se acordaba de las veces que su madre le dijo que no se metiese en la política vasca, lo único que le acompañaba eran sus pensamientos.

 

 

El 11 de julio de 1997 Miguel seguía encerrado mientras que las fuerzas policiales le estaban buscando, esa mañana el joven se preguntaba cuánto tiempo más iba a estar secuestrado y también se lo preguntaba a sus secuestradores para intentar sacar algo de información que él no sabía, lo único que hacía era intentar tener una conversación con sus secuestradores que en ningún momento hablaban dentro de esa habitación para que Miguel no supiese nada.

 

 

Los pensamientos de Miguel cada vez más se llenaban de rabia ya que estaba siendo ignorado por parte de los secuestradores y en todo ese tiempo sólo recibió un mísero vaso de agua. Seguían pasando las horas y no ocurría nada ni tampoco Miguel esperaba que ocurriese algo, no paraba de reflexionar sobre el tiempo que iba a estar metido en esa habitación y cuánto tiempo más iba a aguantar con el hambre que tenía. ETA sabía que el Gobierno no iba a ceder al chantaje y ya se estaba preparando para las 16:00 horas del sábado dónde acababa el ultimátum.

 

 

Sábado, 12 de Julio de 1997, Miguel Ángel Blanco se levanta al escuchar mucho alboroto dentro del caserío, notaba más pasos de lo normal dentro de la casa y sabía que algo estaba pasando, él notaba que no era cómo los 2 días anteriores dónde no había mucho movimiento por parte de los secuestradores, tenía mucho miedo e incertidumbre y no dejaba de recordar momentos con su familia dónde él se veía feliz, él se sentía acompañado por esos recuerdos y le producía esperanza, era lo único que tenía junto a él.

A las 16:00 horas de aquel sábado no hubo respuesta por parte del Gobierno, Miguel escucha pasos que cada vez son más sonoros, él se encogía en una esquina de la habitación dónde estaba atado, se abre la puerta, Miguel ve entrar rápidamente a dos etarras que se dirigen hacia él, cuándo le van a tocar él cierra los ojos y se deja llevar. Le llevan al maletero de un coche y ahí es dónde Miguel siente que va a ser devuelto a su familia, durante el trayecto en lo único que piensa es en que va a decirle a su familia cuando sea liberado. El coche se para, Miguel deja de pensar e intenta escuchar algo de fuera, se abre el maletero y lo único que ve es un rayo de luz entrando en sus ojos, un etarra le saca del coche, en ese mismo instante Miguel Ángel Blanco se dio cuenta de su destino final, la muerte. Lo único que veía a su alrededor era árboles y un camino sin final donde solo se escuchaban unos cuantos pájaros hablando entre ellos. Txapote (su secuestrador principal) le ordena arrodillarse, Miguel, inquieto, es sujetado por otro etarra, que le da la vuelta 180 grados para que esté de espaldas a Txapote, instantáneamente  escucha como saca la pistola y la carga mientras resopla, Miguel cierra de forma resignada los ojos esperando su final, mientras recuerda las caras de su familia y en ese momento es disparado dos veces en la cabeza con una pistola del calibre 22e inmediatamente los etarras huyen como cobardes. Miguel Ángel Blanco sigue con vida, aunque en un estado muy crítico, tras unos minutos tirado en el suelo es encontrado por 2 hombres. Es trasladado rápidamente al Hospital de San Sebastián donde ingresa en estado de extrema gravedad.

 

 

Domingo, 13 de Julio de 1997 a las 04:30 de la madrugada Miguel Ángel Blanco fallece después de doce horas de lucha y esperanza.

 

 

 

El secuestro y el vil asesinato de Miguel Ángel Blanco, que constituyó uno de los actos más cobardes y execrables cometidos por la organización terrorista, representó un punto de inflexión en la lucha contra banda ETA en España. Este despreciable acto provocó una importante y masiva movilización en la sociedad española, y más en particular en la vasca. Ello dio lugar a inmensas protestas de millones de ciudadanos pidiendo su liberación, denunciando los actos que ETA estaba cometiendo, y solicitando el fin de la violencia, a la vez que impulsó que muchas personas tuviesen una mayor concienciación de la crueldad y la injusticia asociadas al terrorismo. Este trágico evento marcó un punto clave en el declive de la banda terrorista.

Esta es una triste y trágica historia que todos los españoles deberían de conocer para no olvidar los terribles daños y perjuicios que la banda ETA provocó en la sociedad durante aquellas décadas y, sobre todo, para tener siempre presente en nuestras mentes el terrible dolor de las víctimas.

 

Roberto Albentosa, 1 bachillerato B, febrero 2024.


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