UN
MÁSTER EN VIDA
Érase
una vez un aventurero llamado Santi, con problemas desde muy pequeño, con una
infancia difícil y en un barrio complicado. Tuvo una adolescencia muy dura, no
iba al colegio e incluso estaba metido en las drogas. Uno de sus peores
momentos llegó cuándo su mejor amigo falleció en el atentado del 11M en 2004,
seguía pasando el tiempo y él seguía llamándole e incluso durmiendo en su
habitación, ya que él no aceptaba su muerte hasta que llegó un día en el que se
toma un bote de pastillas y le encuentran inconsciente. Este intento de
suicidio fue un punto de inflexión muy importante en su vida y a partir de ese
momento él empezó una segunda vida. Comenzó a practicar el boxeo y en aquel
momento esto se convirtió en su medicina, además de conocer a mucha gente.
Asimismo, inició su afición por viajar, y empezó con Europa y América.
Un
día decidió irse con un amigo a Brasil de voluntariado, sin vuelo de vuelta y
dejando su trabajo en España que consistía en labores logísticos. Después de
pasar 3 meses en Sudamérica de voluntariado, empezó a sentir su voluntad de
ayudar a la gente y conocer diferentes culturas.
Tras
un tiempo en España, tuvo una nueva idea de viaje y decidió irse en bicicleta desde
España hasta Arabia Saudí, paró en orfanatos y hospitales ayudando a niños y
acabó el viaje en la Supercopa de España para ver a su equipo, el Real Madrid.
Su
aventura en bicicleta fue dura, pero asimiló muchas enseñanzas y aventuras
parando en muchos países con diferentes culturas y conociendo a gente de todo tipo,
además de ayudar a toda la gente que se encontraba a lo largo de su camino
hacia Arabia Saudí. Tras la supercopa decidió hacer el mismo viaje de vuelta.
Su
retorno a España iba muy bien hasta que le tocó el COVID 19 y estuvo un tiempo
en Grecia en casa de un amigo que conoció allí. Allí se enteró de que había un
campo de refugiados cerca de dónde vivía en aquel momento y un día decidió
acercarse con su bicicleta.
Ya
en el campo de refugiados, se encontró a dos chicos de 14 años, uno era de Afghanistan
y el otro de Irak, que le invitaron a su casa. Después de 5 meses en el campo
de refugiados organizando torneos de fútbol, dando clases de español y muchas
más aventuras decidió volver a España tras muchos meses de aventuras y
solidaridad que él describe cómo un máster en vida.
En
España él tenía trabajo estable y muchas amistades, pero seguía buscando una
nueva aventura hasta que se le ocurrió la idea de viajar desde España a Qatar,
esta vez caminando, con el fin de llegar al mundial del 2022 y de seguir
ayudando a los más necesitados. Empezó su viaje con un carricoche que llevaba
sus pertenencias agarrado a su cintura con un arnés. Cada vez se le hacía más
duro ya que todos los días andaba muchos kilómetros, por lo tanto, buscaba
parar de vez en cuando y volver a reencontrarse con gente que ya conoció
previamente y también con gente nueva que iba conociendo en el día a día de su
aventura.
Llegó
a Irán, el último país antes de entrar en Qatar, allí tenía un contacto llamado
Ali que conoció en su viaje anterior, el cual iba a ser su guía en Irán. El
mismo día que cruzaba la frontera, Santi tenía que ir a un hospital en Teherán
(capital de Irán) para hacer un show a los niños del hospital. Santi se subió
al coche de Ali, que le iba a llevar a Teherán, pero empieza a llevarle en una
dirección opuesta a la que le tenía que llevar y Santi le empezó a preguntar
cada vez más enfadado. Ali le decía que iban a comprar una cosa muy importante,
todo esto a través del traductor de Google. Llegan a una tumba dónde Ali se
quería hacer unas fotos, al mismo tiempo Santi no se fiaba mucho, pero estaba
muy cansado y sólo quería dormir. Después de hacerse la foto en la tumba
deciden buscar un hotel dónde pasar la noche mientras estaban en el aparcamiento
dónde Santi ya estaba cogiendo su mochila, fue entonces cuando un policía se le
acerca y le obliga a meterse en otro coche mientras Ali se va hacia el suyo. En
ese mismo momento empezó su larga tortura.
Le
ponen una cinta en los ojos y se lo llevan a un centro de detención, cuando
llega se empieza a calmar, después de asegurarse que eran policías ya que él
sabía que era inocente y pensaba que le iban a dejar en libertad muy pronto, sin
embargo, bajo el criterio de Irán, él no era inocente.
Lo
trasladaron a una cárcel en la capital del Kurdistán donde estaba encerrado las
24 horas del día, no se apagaban las luces y lo sacaban a un patio 10 minutos
cada 3 días. Santi sufría tanto en ese centro que hasta empezó a hablar con las
hormigas, y a partir de ese momento su familia y amigos pensaban qu había
fallecido, ya que llevaban muchos días sin saber nada de él. Posteriormente, a
los 42 días en ese infierno le trasladan a otra prisión, en la que compartía
celda con otro preso. Fue en ese momento cuando recibió la primera visita de la
Embajada española en Irán y Santi, por fin, sabe que le acusan de espionaje.
Después de 1 mes en esa prisión le trasladan a la peor cárcel de Oriente Medio.
La
primera celda que le dan en esta nueva prisión era minúscula y sólo había una
cama, allí pasó 20 días en los que no podía hablar con ningún otro preso y le
sacaban al patio cada 3 días, a todo esto, a él le iban diciendo que iba a salir,
pero nunca llegaba ese deseado momento.
Posteriormente,
le trasladaron a otra zona de la prisión dónde tenía mucha más libertad y dónde
su habitación contenía 9 literas. Allí compartían la celda un total de 9
presos. Había un patio dónde se podía hacer deporte y lo tenían abierto durante
casi todo el día y también había librería. En ese momento, Santi sufría por el
momento de salida, ya que le decían una fecha, llegaba y no se iba, mientras
iban pasando los meses y él seguía sufriendo esa tortura psicológica. Además,
el juez que le tocó era el más temido de Irán, el 90% de presos que pasaban por
su sala acababan en la horca. Al mismo tiempo, Santi seguía encontrando la
felicidad conociendo nuevas personas, haciéndoles felices, dando clases de
español y organizando torneos de fútbol.
Un
día volvió a la sala donde le juzgaban y el juez le dijo a Santi que sabían que
no era un espía, pero le tenían qué acusar de algo. Así, el juez le propuso que
firmase un acuerdo en el que le acusaban de haber alterado el orden en el país y
que tenía que cumplir una condena de 1 año y 6 meses en la cárcel, si no lo
firmaba, Santi se vería obligado a luchar por su inocencia. Finalmente, Santi
decidió firmar el acuerdo ya que el poder lo tenían ellos y no quería tener más
problemas.
El
31 de diciembre de 2022, 1 mes después de que firmase el acuerdo, él ya tenía
preparada toda la cena para la nochevieja y la fiesta a celebrar en la prisión,
pero, de repente, le dijeron que se iba en libertad.
Todos
los presos le acompañaron hasta la salida de la sección, aun así, Santi seguía
dudando de su libertad. Dentro de la cárcel los guardias le llevaron a una sala
dónde estaba el Embajador español y, finalmente, se fueron de la cárcel juntos
a la Embajada en Teherán. Tras 2 días allí, por fin coge el avión de vuelta y retornó
a la libertad.
Esta
es la historia de Santi, estuvo preso 15 meses en Irán siendo inocente.
Fundamentalmente estuvo preso porqué era español y España tenía la presidencia
de la Unión Europea e Irán vive bajo unas sanciones de Europa. Justo liberaron
a Santi el día que España dejaba de tener la presidencia de la Unión
Europea. Santi no guarda ningún rencor y
se queda con lo aprendido.
Esta
historia es una gran lección de vida, primero por demostrar una voluntad de
hierro para darle un nuevo giro y sentido a su vida, que tan en el fango
estaba. Segundo, por su afán de solidaridad con los más débiles y necesitados,
esencialmente los niños y su ansia de transmitir felicidad a todos. Y tercero,
por su gran capacidad de resistencia, tanto física como psíquica, en especial
esta última.
Roberto
Albentosa Murillo, 1 Bach B, mayo y 2024
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