Arancha Mateo (Sin palabras)


 

                                                       SIN PALABRAS

 

Día de enero de 2022, 7.30 de la mañana, me desperté y abrí los ojos, me preparé como de costumbre. Desayuné mi taza de café, me vestí, cogí mi bolso y cerré la puerta con entusiasmo. Uniformada y con esa sonrisa que me caracterizaba fui a uno de los lugares donde más me gustaba pasar el tiempo. Entré en la oficina, saludando a todos mis compañeros de despacho. Cuando acabó mi jornada me fui hacia casa, cené y me fui a dormir a repetir mi ciclo.

 

 Así pasaron los días y las semanas hasta que pasó algo q nadie nunca esperaba. Ese confinamiento que se quedaría en nuestras memorias hasta el resto de nuestras vidas. Yo como una ciudadana más permanecí en casa hasta que los casos descendieran. Abrí los ojos, pero ya no iba a mi oficina. Un día me noté extraña, como si no me salieran las palabras, como si me estuviera quedando sin habla, pero al principio no le di mucha importancia. Los días siguientes no podía parar de pensar porque no me salían las palabras por lo que para quitarme esa duda me dirigí al médico pensando que sería una pequeña visita con una respuesta insignificante.

 

 Esperé sentada hasta poder entrar en la consulta, cuando me nombraron entré y le comenté al doctor que era lo que me pasaba. Este se extrañó, por lo que me mandaron hacerme diversas pruebas para saber con exactitud lo que me pasaba. Tras semanas esperando, los resultados fueron verdaderamente los que me dejaron sin palabras. Leí mi diagnóstico y de repente apareció una voz nunca escuchada en mi cabeza.

 

 - ¡Hola, ahora estaré contigo todos los días|! esta voz me sorprendió y le pregunté el motivo de su llegada tan inoportuna y el porque me había elegido a mí, a lo que me respondió -A partir de ahora las cosas cambiaran, pero no te preocupes que todo será poco a poco. Te voy a contar como será tu vida. En primer lugar, me presento me llamo Ela y como ya habrás leído en el diagnóstico ahora soy tu enfermedad. No soy muy común solo afecto a una de 400 mujeres. Soy una enfermedad bastante caprichosa ya que me gusta mucho la atención de los médicos y los fisios. Soy conocida como la enfermedad de los ricos. Irás notando que cada vez te cuesta más hablar incluso no volverás a hacerlo. Posteriormente la movilidad se te dificultará, así que vete despendiendo de todos los viajes que tenías pensados, todas esas caminatas que tanto te gustan con amigos y salir a trabajar todos los días. Y de hacer todas tus tareas cotidianas. También te costará mucho trabajo comer y tragar como lo haces habitualmente. Lamento decirte que no tengo cura y que tu esperanza de vida no es muy larga. Así que te guste o no, estaré contigo hasta que no tengas fuerzas para seguir adelante.

 

 Esta voz perteneciente a mi cabeza me asustó, no lo puedo negar ¿pero de verdad que no me ve capaz? Después de asimilarlo acepté que así es como lo había querido la vida por lo que supongo que como se suele decir Dios da las peores batallas a sus mejores guerreros, pero espero que tenga claro que nunca me rendiré. Pasaron los años y aunque ya no era la de un pasado seguía teniendo mi esencia. Seguía siendo yo, Marta, que quitando esta condición que me había dado la vida por lo menos estaba aquí. Viviendo, diferente al resto, pero viviendo. Volví a tener una conversación con Ela pero esta vez fui yo la que decidí tomar el rumbo de la situación y decirle varias de cosas antes de partir así que respiré profundamente y casi sin pensar le dije todo lo que debía decir:

 

Bueno pues esto parece que esa llegando a su fin, un día como hoy 16 de enero de 2025 lamentablemente te digo adiós, a ti y a todos los que me rodean. Pero, aunque me vaya no pienses que has ganado, porque tras estos intensos años te he demostrado que he sido muchísimo más fuerte y valiente que tú. Por muy mal que me lo hayas hecho pasar, tanto a mí, como a los míos, no sabes lo mucho que he aprendido contigo y aunque me has arrebatado muchas cosas me has dado muchas bastante mejores contando las enseñanzas y a demostrarme a mí misma puedo con esto y con mucho más. Por lo que a mis 61 años de vida puedo asegurar que he sido feliz en todo momento y que gracias a ti he sabido aprender a valorar lo que tengo y sobre todo a valorar mi vida, esa que tristemente me has arrebatado. Así que volví a respirar, cerré mis ojos y me fui con la consciencia tranquila de que, aunque ya no estuviera en vida había ganado esta batalla.

 

                                                                                                                 Arancha Mateo Fluixá                                                                                                                                                          5 de febrero de 2025

Comentarios